miércoles, 7 de diciembre de 2011

Materialismo dialéctico y religión; el conflicto permanente; Equipo de Bitácora (M-L), 2011


«El materialismo dialéctico e histórico como ciencia fundamental en la que se originan las ideas político-económicas más avanzadas de emancipación, en cuanto son el ingrediente necesario para la consecución de formas superiores de relaciones sociales, y de hecho las que dominan la vanguardia del pensamiento objetivo encaminado a subvertir la realidad envolvente derivada del idealismo propio, inherente e instrumentalizado por el capitalismo –y todos los sistemas de dominación anteriores diseñado al efecto por las clases dominantes–, ya no solo como elemento determinista, sino y especialmente, como instrumento de dominación de la voluntad colectiva que se revela como enemigo fundamental de la dominación detentada por los grupos de poder ubicados por encima de la soberanía de los Estados.

Por ello debe de atenderse que a lo largo de la historia, todos aquellos sistemas caracterizados por la acumulación de los medios de producción en unas pocas manos han requerido de las religiones como elemento de persuasión para lograr mantener y prolongar las relaciones sociales derivadas de esa forma de tenencia de los medios de producción; para ello se valen de la conquista hegemónica de los valores culturales sociales en el pasado realizada a través del colonialismo, del papel sumamente importante de la religión, el pensamiento patriarcal y otros; hoy en día destaca el papel que desempeñan los medios de comunicación de masas, el consumismo, las filosofías como la posmodernidad, el tercermundismo y tantos otros que sería un esfuerzo estéril citarlos a todos. Vale decir que son agregados, nuevas formas para mantener lo antiguo, puesto que el sometimiento político-económico y el rol de la religión aún tienen vigencia, solo hay que ver a Latinoamérica y el papel de la religión dentro de las agrupaciones políticas proimperialistas, incluso en aquellas que se dicen antiimperialistas.

Ese daño generalizado que causa la religión nace de ese «sentido común» que en gran medida está determinado por lo que la sociedad entiende como bueno o malo, es decir, del dualismo religioso que coloniza el pensamiento y que intoxica los procesos del razonamiento desde edades tempranas. De hecho, esta influencia es la que explica en última instancia el porqué sujetos con una gran preparación educativa, que les hace disponer de los elementos para cuestionar los dogmas religiosos, siguen atrapados por los mismos.

En nuestro caso –Nicaragua– el cristianismo llegó por la espada, se quedó por las armas y se perpetuó por la toma de los valores culturales iniciada por la inquisición misma; es así que nuestras creencias no son más que la realidad tangible de la prolongación de la colonización del pensamiento de la que no nos hemos liberado.

Las religiones se basan en la negación de la razón en favor de la supremacía de la fe –el dogma que todo lo explica sin explicar absolutamente nada–, la religión asienta sus pies sobre el idealismo filosófico, en especial se ha valido del relativismo, el subjetivismo o el escepticismo para negar la posibilidad de conocer –pues esto suponía poder poner en riesgo los débiles pilares de sus creencias. Recordemos que las religiones en general, son formas de dominación cuya lógica discurre inversamente al materialismo histórico, o lo que es lo mismo, su «lógica» –por decirlo de alguna manera– es que la realidad material fluye desde el ideal –dios–; que al ser aceptada como una cuestión inobjetable se acepta implícitamente que somos esclavos de un orden superior que desconocemos y al que está subordinada la materia; entiéndase que «la relación con dios» fue determinada por sociedades esclavistas de la Edad de piedra y esa es la razón última de que esa relación sea en condiciones de amo-esclavo. Además, la forma en que entienden la realidad hace que la misma no pueda ser estudiada, entendida, explicada o transformada; para esta lógica deísta lo material es insustancial, carente de procesos activos y condicionales. He allí la gran utilidad de la fe idealista para los poderosos.

El objetivo de esa sumisión a lo intangible, es evitar el pensamiento crítico y objetivo, base fundamental de nuestra ideología, pues recordemos que el socialismo, como ente materialista plasmado en la sociedad también requiere de la conquista de los valores culturales desplazados por la religión. En consecuencia el derribar la religión debe de ser entendido como uno de los pasos fundamentales para la construcción de la sociedad sin clases como ya apuntaron los grandes teóricos del marxismo; más la religión busca ponernos al servicio y bajo la voluntad de quienes son entendidos como intermediarios de lo terrestre ante lo divino, y que resultan en órganos de dominación empleada por los explotadores en contra de los pueblos.

Es importante destacar que el materialismo filosófico no niega la existencia de dios, pues este existe, pero es una existencia dentro de las ideas, es decir dios es una idea resultante de la actividad material de la humanidad en este caso, pero en modo alguno se trata de un sujeto con vida ni mucho menos con capacidad creadora –por tanto aunque se crea en él y su eternidad, realmente tiene la misma verosimilitud que el mundo de las ideas de Platón. En ese sentido, la idea de Dios al tratarse de una idea fundamentada en la «fe», encaminada a llenar los vacíos de la incomprensión del entorno, difícilmente será desterrada del ideario colectivo sin prestar debida lucha en contra de la misma. Así, hace parte de nuestros deberes disponer y poner los medios necesarios al alcance de las masas para que cada sujeto sea capaz de llegar a sus propias conclusiones dentro del ateísmo científico desde la objetividad que emana del pensamiento crítico.

En el sentido socio-político, las religiones judeocristianas como todas, sus organizaciones, aún cuando no lo pretendan, siempre serán conservadoras, místicas, mesiánicas, caudillistas, en definitiva intrínsecamente antidemocráticas y hasta fascistoides, y como tales deben de ser combatidas cuando se manifiestan; pues es su funcionalidad hacer del hombre esclavo de dogmas ubicados fuera de la razón, y no cabe su reforma para la obtención de nuevas formas de adaptarlas al pensamiento revolucionario, pues su elemento fundamental siempre estará ubicado fuera de la lógica del pensamiento objetivo; sin olvidar que la finalidad última es la de disipar la voluntad revolucionaria y emancipadora propia de los empobrecidos y explotados, y con ello conseguir la inamovilidad del orden de distribución establecido; esta frase explica ese propósito:

«A dios, lo que es de dios; al césar lo que es del césar». (La Biblia)

Pedro Madrigal Reyes

Nota: este artículo si bien es fruto del trabajo personal del camarada Pedro en aquellos días, el Equipo de Bitácora (M-L) en la actualidad subraya todos sus pensamientos.

jueves, 23 de junio de 2011

Feminismos, sus errores de planteamiento y otras especies; Equipo de Bitácora (M-L), 2011


«El mayor obstáculo para desarrollar una lucha por la conquista de cualquier derecho, no es en realidad el enemigo ideológico que se posiciona en contra de las transformaciones, sino y en mayor medida el elemento cultural y la base económica que ha hecho posible que esas deformaciones tóxicas en las relaciones sociales se perpetúen. Un fenómeno que es extensivo incluso a los que nos encontramos movilizados en las luchas, no olvidemos que al ser educados inmersos en un sistema de naturaleza excluyente, terminamos reproduciendo antivalores que son difíciles de disipar de nuestro comportamiento, al punto que nos toma años de lucha contra esa realidad intrínseca a nosotros mismos. Por ello debemos partir del necesario reconocimiento de esos elementos ligado a la personalidad de cada sujeto, como ocurre con el machismo, que ahora tanto se trae a debate.

Partiendo de esta realidad, se hace evidente que la lucha planteada por los movimiento feministas en general, y en particular los radicalizados, son el resultado de un planteamiento equivocado de las causas de la eterna discriminación de la mujer como sujeto social, y al hacerlo, obvian los elemento coyunturales que han originado y perpetuado esa realidad, pues parten de la idea de que los miembro del sexo opuesto son el enemigo y de hecho el sujeto a batir, que la exclusión y falta de derechos del gremio se debe exclusivamente a la implicación directa de los hombres en general y que va en su ser tal «naturaleza represora», o al menos eso es lo que se desprende de sus acciones, documentos, eslóganes, etc. Como apunte: resulta imprescindible que apuntemos que la violencia doméstica, aunque mayoritariamente se ensaña contra la mujer, hay un 5% de esta cuyo ejecutor es una fémina.

Las motivaciones que pueden llevar a reproducir dicha conducta de violencia pueden ser múltiples: arrebatos pasionales por infidelidades, celos, robos o estafas de índole económica, trastornos de la personalidad, enfermedades mentales, el sentimiento de superioridad hacia el sujeto o el deseo de control sobre la otra persona y tantas otras. Según esta disposición surrealista, un hombre ebrio que en un bar se negase a pagar su cuenta a la dueña del local y la violentase verbalmente o físicamente, constituye violencia de género, mismo podría decirse de un ladrón que asalta a una mujer en medio de la calle.

Lo cierto es que los rasgos y motivaciones que conducen a la violencia, se pueden dar tanto de hombres hacia mujeres como viceversa, algo que, por cierto, también se da entre parejas de hombres y mujeres homosexuales, cosa que el feminismo especialmente niega.

El feminismo utiliza a la ligera según que términos para potenciar sentimentalmente su relato. Mientras que el patriarcado, es un sistema donde el hombre tiene la superiodad jurídica, social y económica sobre la mujer, el machismo es un sentimiento de superioridad o discriminación hacia la mujer. En cambio, la misoginia es la aversión u odio a las mujeres.

Fenómenos como el feminicidio no son siempre el efecto de una conducta machista o misógina del hombre hacia la mujer, aunque sea lo más común, sino como ya dijimos, pueden entrar multitud de factores sin que obligatoriamente sean necesarios tales componentes.

Para entender la mentalidad machista de un hombre, habría que analizar la influencia que  ha ejercido los valores de las diferentes esferas sociales donde se relaciona, algo que va desde el ámbito institucional a la alcoba, pero el nivel de machismo o de racismo es algo que varia según donde se críe el sujeto, así como según el resto de influencias sociales como la familia y las amistades. No debemos olvidar tampoco que cualquier valor es algo que asimila o repudia según la personalidad que ha construido, de otra manera hablaríamos de sujetos pasivos

El machismo es una elemento cultural que se ha nutrido de otros componentes de la cultura –la religión por ejemplo-, que hacen que el mismo haya y sea observado como la única forma de relación entre los dos colectivos dado su carácter normalizado, al punto que cualquier desviación o reinterpretación de estas relaciones son consideradas por un amplísimo sector social como una subversión de un «orden superior», incluso divino. Debemos de entender que el machismo es transmitido indistintamente por todos los sujetos sociales –hombres y mujeres–, especialmente en el núcleo familiar, en donde individualmente asistimos por primera vez al reparto del desempeño social, allí se nos determina qué cosas son socialmente aceptables y esperables de cada sujeto en relación a su condición sexual, sin olvidar el rol vertebrador de las escuelas.

La misoginia propiamente, es la aversión u odio a las mujeres como se ha dicho, esto no consiste en ser simplemente partidario del predominio del hombre sobre la mujer, como ocurre con el machismo, sino en derivaciones y pensamientos más extremos, como que el hombre desea liberarse de cualquier tipo de cooperación o coexistencia con el género femenino ya que lo considera perjudicial, repugnante o peligroso. Para el misógino, la mujer y el concepto de formar una familia con ella es considerado como un castigo y es algo rechazable siempre que sea posible, en otros casos casos es aceptado un mal necesario impuesto por la norma social. 

En el aspecto social de la necesaria lucha por la plena igualdad, ese planteamiento feminista erróneo ha llevado a que se proyecte la lucha desde la creación de leyes de discriminación positiva conocidas como leyes de paridad, una conducta importada desde las «democracias burguesas» occidentales que resulta en el mecanismo efectivo para la creación de nuevos grupos de discriminación, el colectivo masculino en este caso, y en crear una realidad que también resulta excluyente y no resuelve los problemas de la mujer en cuanto a trabajo, acceso a la universidad o el acoso sexual. Sin menospreciar la ley como elemento regulador de las relaciones sociales colectivas e individuales, este modo de entender la lucha por la igualdad también tiene otras carencias, y es que no olvidemos que las mismas son un mecanismo de aprendizaje negativo, pues se limita al castigo de una conducta para procurar una corrección de la misma, y que por lo demás ha demostrado ser ineficaz; por cuanto esta nunca debe de ser sustituir al aprendizaje positivo que resulta de la educación como único elemento de anticipación a la discriminación de cualquier índole. Claro es que aún cuando se plantee una respuesta a este problema desde lo educativo, el machismo y en consecuencia la discriminación de la mujer subsistirá pues su base fundamental se haya en las relaciones de producción capitalista; por consiguiente, la igualdad objetiva –la real, no la que plantea el feminismo– entre hombres y mujeres solo pueden ser alcanzadas a través de la realización del socialismo y la transformación de esas relaciones de producción tal y como plantea el marxismo-leninismo, que de hecho este es el único que plantea una respuesta a este problema que es el núcleo de todas las contradicciones al interior de la sociedad capitalista. En ese sentido, el planteamiento feminista es un bluff que no atiende a este problema fundamental y se queda en meras demandas superficiales.

Debemos pues comprometernos con el desarrollo y conquista de nuevos valores culturales, unos que permitan impulsar una nueva sociedad que crea en la igualdad como ingrediente indisoluble del desarrollo humano y social; esto significa que tal sociedad solo puede ser alcanzada a través del marxismo-leninismo y la solución que este problema de las contradicciones que general las relaciones de producción capitalistas. Solo entonces estaremos en condición de construcción una sociedad para todos y de todos». (Equipo de Bitácora (M-L)Feminismos, sus errores de planteamiento y otras especies, 2011)

Nota: este artículo si bien es fruto del trabajo personal del camarada Pedro en aquellos días, el Equipo de Bitácora (M-L) en la actualidad ha corregido y añadido ciertas partes, por lo mismo que subraya todos sus pensamientos previos aquí contenidos.