viernes, 3 de julio de 2015

La vía al socialismo defendiendo una constitución burguesa; Equipo de Bitácora (M-L), 2013


«Los «socialistas del siglo XXI» como antimarxistas, tienen un concepto burgués de democracia que recuerda al de los clásicos socialdemócratas de siglos pasados:

«El socialismo bolivariano nosotros tenemos que construirlo en el marco de la constitución bolivariana, nosotros no tenemos previsto la eliminación de la propiedad privada ni la grande ni la pequeña. (...) El socialismo del siglo XXI es la democracia, nosotros no estamos hablando de la dictadura del proletariado, eso fue hace cien años y miren en lo que terminó la Unión Soviética, ahí no hubo socialismo ni hubo nada. Es la democracia, el poder del pueblo, el poder de la Nación, la independencia nacional; y convertir a Venezuela en un país potencia, eso es socialismo». (Hugo Chávez; Entrevista realizada al candidato Hugo Chávez por los periodistas Vanessa Davies, Vanessa Sánchez y Ernesto Villegas, 4 de octubre del 2012)

Lenin ya criticó severamente a este tipo de charlatanes que se decían marxistas y hablaban de democracia sin analizar el carácter de clase de dicha «democracia», sin analizar que todavía en esa democracia de la que se hablaba existían explotados y explotadores, como hoy en Venezuela:

«Si no es para mofarse del sentido común y de la historia, claro está que no puede hablarse de «democracia pura» mientras existan diferentes clases, y sólo puede hablarse de democracia de clase. (...) La «democracia pura» es un embuste de liberal que embauca a los obreros». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Además estigmatizó de igual forma a los que renegaban de la dictadura del proletariado y la democracia proletaria; como ahora hacen los renegados «socialistas del siglo XXI»:

«La defensa que hoy hacen de la democracia burguesa, encubriéndose con sus discursos sobre la «democracia en general», y los alaridos y voces que hoy lanzan contra la dictadura del proletariado, encubriéndose con sus gritos sobre la «dictadura en general», son una traición descarada al socialismo, el paso efectivo al lado de la burguesía, la negación del derecho del proletariado a su revolución, a la revolución proletaria, la defensa del reformismo burgués». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado, 1919)

Es normal y repetitivo entre los oportunistas, hablar de un camino intermedio, un Estado intermedio, una famosa tercera vía entre dictadura de la burguesía y dictadura del proletariado:

«Lo principal entre lo que no comprenden los socialistas –y de aquí su miopía teórica, su cautiverio en poder de los prejuicios burgueses y su traición política al proletariado– es que en la sociedad capitalista, cuando la lucha de clases inherente a ella experimenta una agudización más o menos seria, no puede haber nada intermedio, nada que no sea la dictadura de la burguesía o la dictadura del proletariado. Todo sueño en una tercera solución es un reaccionario gimoteo de pequeño burgués. Así lo evidencian tanto la experiencia de más de cien años de desarrollo de la democracia burguesa y del movimiento obrero en todos los países adelantados como, particularmente, la experiencia del último lustro». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado, 1919)

Como vemos, los discursos y tesis del «socialismo del siglo XXI» son abiertamente antileninistas, en tanto son contrarrevolucionarios.

Algo muy apegado a la mentalidad de los «socialistas del siglo XXI» es la idea de que con la constitución heredada o elaborada por dichos gobiernos, todas de carácter burgués, que defienden la existencia de la propiedad privada y la burguesía. Esta defensa se debe a que estas constituciones suponen un progreso frente a otras Cartas Magnas del pasado, o porque han sido elaboradas por ellos o han colaborado en su elaboración, razones por la que las consideran sagradas, como único vehículo posible para transitar al socialismo:

«No, este rumbo que llevamos es el rumbo de la salvación de nuestro pueblo, de la salvación de nuestra Patria, la construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI en el marco de los mandatos de la constitución de 1999. (...) Ahí están las leyes, todas esas leyes enmarcadas en la constitución bolivariana. Por eso digo, el socialismo del siglo XXI está enmarcado en esta constitución». (Hugo Chávez; Intervención íntegra del Comandante Chávez en su proclamación, 11 de octubre del 2012)

Hay que saber distinguir en primer lugar que la constitución para el socialismo científico no es una «lista de deseos», sino que es más bien una «lista» de logros acuñados por la revolución. En una constitución de un país donde se ha construido las bases económicas fundamental del socialismo, no puede registrar la existencia de propiedad privada ni de clases explotadoras, acuñar tal cosa, significa la existencia de la explotación capitalista que todavía permanece y que no han realizado las tareas económicas del socialismo. Si observamos las constituciones socialistas de países como la Unión Soviética y Albania se había eliminado la propiedad privada y a consecuencias de ello no existían objetivamente las clases explotadoras.

En la constitución soviética marxista-leninista se puede leer en su artículo 4:

«La base económica de la Unión Soviética son el sistema socialista de economía y la propiedad socialista de los instrumentos y medios de producción, afirmados como resultado de la supresión del sistema capitalista de economía, de la abolición de la propiedad privada de los instrumentos y medios de producción y de la anulación de la explotación del hombre por el hombre». (Constitución de la Unión Soviética, 1936)

En el artículo 16 de la constitución albanesa se puede observar lo mismo:

«La economía de la República Popular Socialista de Albania es una economía socialista que se basa en la propiedad socialista de los medios de producción. En la República Popular Socialista de Albania no existen clases explotadoras. La propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre han sido liquidadas y están prohibidas». (Constitución de la República Popular de Albania, 1976)

En la constitución de un país tan pequeño y antes subdesarrollado como Albania, es merecedor exponer el siguiente artículo referente a  la economía en la sociedad socialista:

«La creación de compañías e instituciones económicas y financieras extranjeras, y la formación de compañías mixtas con estados y monopolios capitalistas burgueses y revisionistas, así como el otorgamiento de concesiones a ellas y la obtención de créditos de ellas, están prohibidos en la República Popular Socialista de Albania». (Constitución de la República Popular de Albania, 1976)

Esto fue comentado así por los marxista-leninistas albaneses:

«De especial importancia para la defensa de la independencia de nuestro país y el orden socialista es la provisión en nuestra nueva constitución que afirma que el otorgamiento de concesiones y la creación de compañías e instituciones económicas y financieras extranjeras, y la formación de compañías mixtas con estados y monopolios capitalistas burgueses y revisionistas, así como el otorgamiento de concesiones a ellas y la obtención de créditos de ellas, están prohibidos. Esta es una cuestión de principios, el camarada Enver Hoxha precisamente afirma, que ningún país construye el socialismo con la obtención de créditos y ayudas de la burguesía y los revisionistas, con la integración de su economía en los engranajes de la economía mundial capitalista. Esta política hace dependiente al país del imperialismo y del sociaimperialismo, del mundo capitalista-revisionista, y abre las puertas a la degeneración del orden socialista». (Foto Cami y Gramo Hysi; La constitución del socialismo triunfante, 1980)

Esta evocación de principios para la construcción del socialismo bajo el principio marxista-leninista de «utilizar sus propias fuerzas» les será desconocido para muchos «socialistas del siglo XXI».

Por eso una constitución que en sus normas defiende y no condena sino que reserva un papel activo a la propiedad privada en los medios de producción, que impone no romper el «carácter democrático» –de la ley del burgués y el capital– no puede servir para una transición hacia algo diferente y cualitativamente superior como es el socialismo, ni mucho menos puede ser llamada socialista como estas personas hacen; y precisamente, este tipo de constitución burguesa son un medio legal burgués para frenar el socialismo.  Ergo hablar como hace Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que estas constituciones burguesas que defienden la propiedad privada nacional y extranjera son el único marco para que el pueblo venezolano conquiste el socialismo, no sólo es mentira, sino que no tiene relación con el marxismo. Llamar a estas constituciones socialistas, como también se hace, es adolecer del sentido del ridículo.

Continuemos.

En el artículo 112 de la constitución venezolana se dice:

«Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta constitución y las que establezcan las leyes, por razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés social. El Estado promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución de la riqueza, así como la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población, la libertad de trabajo, empresa, comercio, industria, sin perjuicio de su facultad para dictar medidas para planificar, racionalizar y regular la economía e impulsar el desarrollo integral del país». (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999)

En el artículo 299 se vuelve a decir:

«El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta». (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999)

En cuanto a la propiedad privada extranjera se dice en el artículo 301:

«El Estado se reserva el uso de la política comercial para defender las actividades económicas de las empresas nacionales públicas y privadas. No se podrá otorgar a personas, empresas u organismos extranjeros regímenes más beneficiosos que los establecidos para los nacionales. La inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que la inversión nacional». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

En la constitución de nicaragüense, por otro lado. Encontramos las mismas frases. Se dice en el artículo 44:

«Se garantiza el derecho de propiedad privada de los bienes muebles e inmuebles, y de los instrumentos y medios de producción. En virtud de la función social de la propiedad, este derecho está sujeto, por causa de utilidad pública o de interés social, a las limitaciones y obligaciones que en cuanto a su ejercicio le impongan las leyes. Los bienes inmuebles mencionados en el párrafo primero pueden ser objeto de expropiación de acuerdo a la ley, previo pago en efectivo de justa indemnización. Tratándose de la expropiación de latifundios incultivados, para fines de reforma agraria, la ley determinará la forma, cuantificación, plazos de pagos e intereses que se reconozcan en concepto de indemnización.  Se prohíbe la confiscación de bienes. Los funcionarios que infrinjan esta disposición, responderán con sus bienes en todo tiempo por los daños inferidos». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

En el artículo 99 se dice de nuevo:

«El Estado es responsable de promover el desarrollo integral del país, y como gestor  del bien común deberá garantizar los intereses y las necesidades particulares, sociales,  sectoriales y regionales de la nación. Es responsabilidad del Estado proteger, fomentar y  promover las formas de propiedad y de gestión económica y empresarial privada, estatal, cooperativa, asociativa, comunitaria y mixta, para garantizar la democracia económica y social. El ejercicio de las actividades económicas corresponde primordialmente a los particulares. Se reconoce el rol protagónico de la iniciativa privada, la cual comprende en un sentido  amplio, a grandes, medianas y pequeñas empresas, micro empresas, empresas cooperativas,  asociativas y otras. El Banco Central es el ente estatal regulador del sistema monetario. Los bancos estatales y otras instituciones financieras del Estado serán instrumentos financieros de fomento, inversión y desarrollo, y diversificarán sus créditos con énfasis en los pequeños y medianos productores. Le corresponde al Estado garantizar su existencia y funcionamiento de manera irrenunciable. El Estado garantiza la libertad de empresa y el establecimiento de bancos y otras instituciones financieras, privadas y estatales que se regirán conforme las leyes de la materia. Las actividades de comercio exterior, seguros y reaseguros estatales y privados serán regulados por la ley». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

El artículo 100 dice sobre la propiedad privada extranjera:

«El Estado promulgará la Ley de Inversiones Extranjeras, a fin de que contribuya al desarrollo económico social del país, sin detrimento de la soberanía nacional». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

En el artículo 103 se vuelve a insistir para dejar claro el papel de la economía mixta:

«El Estado garantiza la coexistencia democrática de las formas de propiedad pública, privada, cooperativa, asociativa y comunitaria; todas ellas forman parte de la economía mixta, están supeditadas a los intereses superiores de la nación y cumplen una función social». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

Por supuesto como hemos visto a lo largo del presente documento, no sólo niegan que vaya a desaparecer la propiedad privada, sino que a así lo aseguran en la constitución. Como hemos comprobado lejos de que  la propiedad privada suponga «algún perjuicio» para ellos es beneficiosa, de ahí el crecimiento y protección de la propiedad privada dentro de su economía.

Existen otros artículos de la constitución que ejemplifican que estamos ante una constitución de carácter democrático-burgués. Respecto al ejército, como en cualquier otra constitución de cualquier Estado capitalista se pide que el ejército sea apolítico. En el artículo 330 de la constitución venezolana leemos:

«Los o las integrantes de la fuerza armada nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político». (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999)

Similares palabras encontramos en la constitución nicaragüense en su artículo 93:

«El ejército de Nicaragua es una institución nacional, de carácter profesional, apartidista, apolítica, obediente y no deliberante. Los miembros del ejército deberán recibir capacitación cívica y en materia de derechos humanos». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

Por supuesto, en un Estado democrático-burgués, donde el gobierno reconoce la existencia de los tipos de propiedad económica que sustentan la explotación, y reconoce a las clases explotadoras como parte del sistema, y por tanto a sus partidos; no puede existir partidismo en el ejército. Pero como hemos visto anteriormente, un Estado socialista, regido por un único partido del proletariado, el ejército nunca sería apolítico, ya que los marxista-leninistas reconocen que el ejército, la cultura, la educación, la economía, y todo lo demás, están dentro de los planes de los restos de la burguesía que intenta restablecer su control sobre las diferentes instituciones de Estado, en cuanto, el proletariado tampoco puede dejar de primar sobre ellos debido a la lucha de clases en desarrollo; y no sólo eso, sino que el hecho dejar un sólo de estos campos sin llevar allí las transformaciones revolucionarias significa poner en peligro el resto de campos a causa de que este será una base desde donde los contrarrevolucionarios intentarán extenderse hacia los otros campos:

«La lucha de clases se libra en todos los frentes, no sólo porque los enemigos externos aplican su lucha en todas las direcciones, sino porque, en primer lugar, estamos desarrollando la revolución en todos los campos y direcciones. Lo que hace que el ejecutar la lucha de clases en esas tres direcciones fundamentales –ideológica, política y económica– sean puntos muy importantes. Si la lucha se debilita en una dirección, toda la lucha de clases se debilitará y se condenara a un mayor castigo inmediato en el futuro». (Nexhmije Hoxha; Algunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Toda ilusión sobre la neutralidad de estas instituciones conduce a la ilusión reformista que por desgracia sufren los «socialistas del siglo XXI». El ejército en un Estado socialista debe ser partidista, debe ser partidario del partido de la clase obrera, es decir, del partido comunista, y debe de estar pertrechado con su misma ideología, el marxismo-leninismo:

«La constitución señala que a la cabeza de la defensa de la Patria y las conquistas de la revolución está el Partido del Trabajo de Albania. Conduce las fuerzas armadas de todo el país, que siguen fielmente su línea política y militar. El papel dirigente del partido en las fuerzas armadas es una cuestión de importancia de principio a fin de no permitir nunca que «el ejército mande al partido», o «que las armas se coloquen por encima de la política». La dirección del partido en las fuerzas armadas es una garantía fundamental para que estas fuerzas estén siempre al servicio del pueblo y de la revolución y asegurar la victoria sobre cualquier posible agresor. La falta de reconocimiento de la dirección del partido, su ideología proletaria y la política allana el camino para muchas enfermedades, de manifestaciones tales como la tecnocracia y la burocracia, la arrogancia y la prepotencia, que conducen a la creación de estratos o castas militares privilegiadas con tendencias golpistas y que van tan lejos como la degeneración del ejército del Estado socialista de un ejército de la revolución en un ejército de la contrarrevolución, como fue el caso de la Unión Soviética y otros países». (Foto Cami y Gramo Hysi; La constitución del socialismo triunfante, 1980)

La cuestión reside en que los actuales dirigentes del «socialismo del siglo XXI» proclaman que la actuales constituciones burguesas que defienden la propiedad privada en su país son inalterable y que son el puente para ir al socialismo, que sólo en base a ella se podrá ir al socialismo, ya que consideran la toma del poder insurreccional, el establecimiento de la dictadura del proletariado y la confiscación de los medios de producción a la burguesía, como «métodos obsoletos» para construir el socialismo.

Esta «inocencia» nace en el cariz reformista de dichos gobernantes, que piensan en la «neutralidad» del Estado –en que es superior a las clases–, la «herencia democrática» del ejército y la «transformación pacífica» del burgués. Estas ideas se hicieron un denominador común entre los revisionistas eurocomunistas del siglo pasado.

Enver Hoxha, al que ciertamente estamos citando ampliamente por el extenso material de sus obras contra todo tipo de renegados, nos dejo un análisis muy preciso de esta «manía», hablando de la idea de los eurocomunistas italianos y su «vía italiana al socialismo» mediante la constitución burguesa de la posguerra, analizo nítidamente dicha constitución y su naturaleza:

«El que la constitución italiana difiera, por ejemplo, de la constitución de los tiempos de la monarquía y el fascismo, y que en ella figuren una serie de principios democráticos, esto es comprensible, estos principios han sido impuestos por la lucha de la clase obrera y del pueblo italianos contra el fascismo. Pero no sólo la constitución italiana contiene tales principios. Después de la Segunda Guerra Mundial, la burguesía de todos los países capitalistas de Europa se esforzó en una que otra medida por cortarle los vuelos a la clase obrera, reconociéndole algunos derechos sobre el papel y negándoselos en la práctica». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

A esto se refería el autor cuando hablaba de los derechos clásicos de una constitución burguesa como la italiana, que parecía a simple vista más progresista bajo papel, pero de igual forma en la práctica dichos derechos eran mínimos:

«Las libertades y derechos que prevé la constitución italiana son libertades y derechos puramente formales, que son violados diariamente por la burguesía. Prevé por ejemplo una cierta limitación de la propiedad privada, lo que no ha impedido que los Fiat y los Montedison se enriquezcan cada vez más y los obreros se empobrezcan cada vez más. La constitución prevé el derecho al trabajo, pero esto no constituye un obstáculo para que la patronal capitalista y su Estado arrojen a la calle a unos dos millones de obreros. La constitución garantiza una serie de derechos democráticos, pero no impide que el Estado italiano, los carabineros y la policía actúen casi abiertamente, en base a los derechos reconocidos por la constitución». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Esto es una verdad que a simple vista habrá abierto los ojos a más de un lector sobre el carácter netamente capitalista de la constitución, y el país envuelto en dicho camino «socialista». ¿No sigue inflándose el patrimonio de las grandes familias en estos países del «socialismo del siglo XXI»? ¿No sigue existiendo la propiedad privada e incluso se ha extendido? ¿No se ha eliminado la lacra del desempleo sino que incluso en algunos países suponen todavía un gran problema? ¿No sigue siendo el ejército una institución que por más que digan no puede ser ajeno al poder político ni neutral? ¿No ha lanzado los cuerpos del Estado dominado por el «socialismo del siglo XXI» a reprimir más de una y de dos veces las justas demandas de las masas en materia de educación, vivienda, salud, medioambiente, étnicas, o precisamente empleo?

Es por ello que debemos ser tan sagaces con las limitaciones de esta «vía alternativa» sino queremos caer en el mero reformismo de los revisionistas eurocomunistas y de los revisionistas del «socialismo del siglo XXI»:

«Los revisionistas pueden quedarse a predicar día y noche, pueden quedarse con la boca seca de tanto hablar en todas las plazas y rezar en todas las iglesias de Italia, pero jamás podrán realizar su sueño reformista de pasar al socialismo a través del parlamento, de la constitución y del propio Estado burgués». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

En ese sentido, y conforme con la constitución burguesa, estas organizaciones entienden que su táctica-estrategia para alcanzar el poder ha de ser siempre la vía electoral democrático burguesa, o lo que es lo mismo, toda su fuerza militante se dedica en exclusiva para crear las condiciones sociales que le permita alcanzar el poder, administrarlo y retenerlo mediante elecciones democrático-burguesas. Exactamente como lo han hecho históricamente las organizaciones de estirpe socialdemócrata.

Como confiesan ellos mismos, la sociedad de este presunto nuevo socialismo, no se sale de los marcos del pluralismo democrático de partidos de la democracia burguesa, por tanto, la revolución se puede ir rápido a pico como en otras ocasiones cuando se pierden las elecciones burguesas frente a otros partidos burgueses. El conocido reformista-revisionista Carlos Fonseca Terán, habla orgulloso de la experiencia del Frente Sandinista de Liberación Nacional de los 80, que pese a las críticas de la burguesía con nexos con el imperialismo estadounidense que acusaba a la revolución sandinista de socialista, su sociedad mantenía pleno respeto de la propiedad privada en la economía y del pluralismo político en las elecciones políticas:

«En aquella ocasión [las críticas de la burguesía pro estadounidense a la revolución sandinista - Anotación de Bitácora (M-L)], este discurso se refería a los compromisos políticos asumidos por el Frente Sandinista de Liberación Nacional producto de sus alianzas con la oposición antisomocista de derecha, encabezada por los conservadores; tales compromisos se referían sobre todo al pluralismo político, la economía mixta y el no alineamiento, en el sentido de promover un sistema político pluripartidista, la no supresión de la propiedad privada. (…) Todo esto fue mantenido por el FSLN en sus políticas de gobierno. (...) El pluralismo político, sin embargo, fue tan auténtico que el FSLN perdió las segundas elecciones pluripartidistas que él mismo organizó en el marco del modelo político por él establecido». (Carlos Fonseca Terán; ¿Es neoliberal el gobierno del FSLN? Si los perros ladran es que cabalgamos, 2010)

Curiosamente, y de forma que evidencia la estupidez de dicho pensamiento, a día de hoy todavía no saben explicar estos pseudorevolucionarios de una forma clara cuál será el destino de la revolución si el «juego democrático» da a la «revolución socialista» una derrota en las elecciones burguesas como en las «segundas elecciones multipartidistas» nicaragüenses de 1990. ¿Quizás vagar por el desierto de la oposición parlamentaria durante décadas hasta retomar el poder como el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua? ¿Y así cíclicamente?

Para terminar con este repaso, no podemos dejar de denunciar otro punto que ya hemos tocado en un capítulo anteriormente, como fue la crítica expresa del «socialismo del siglo XXI» y su actitud frente a la religión. Los «socialistas del siglo XXI» no sólo se presentan como publicistas de las religiones locales mayoritarias de sus respectivos países, sino que la imponen en sus constituciones. En el caso nicaragüense, hemos visto como se le ha caído la máscara a los dirigentes burgueses del Frente Sandinista de Liberación Nacional en lo relativo a la laicidad del Estado; del que en otras décadas hacían más o menos apología, ahora se desviven por observar que en sus constituciones burgueses quede bien subrayado el papel del cristianismo para contentar al clero reaccionario y contentarse a sí mismos como «neo socialistas-cristianos». A la constitución nicaragüense de 1987, de la que hemos hablado, se han hecho miles de reformas, una de las últimas ha sido, sorpresa, constatar lo que decimos, el carácter «cristiano y socialista» de Nicaragua, el nuevo artículo 4 dice:

«El Estado nicaragüense reconoce a la persona, la familia y la comunidad como el origen y el fin de su actividad, y está organizado para asegurar el bien común, asumiendo la tarea de promover el desarrollo humano de todos y cada uno de los nicaragüenses, bajo la inspiración de valores cristianos, ideales socialistas, prácticas solidarias, democráticas y humanísticas, como valores universales y generales, así como los valores e ideales de la cultura e identidad nicaragüense». (Constitución política de la República de Nicaragua, 1987)

Estamos enormemente sorprendidos, o siendo francos no tanto: ¿Estos son los respetados revolucionarios que estudiaron concienzudamente a Marx, Engels, y Lenin –como dice Daniel Ortega–; y que hoy aceptan e institucionalización el cristianismo como parte de la cultura «socialista» nicaragüense? Pero paremos un momento con nuestros ataques, quizás nos hemos propasado: ¿puede ser acaso que el Frente Sandinista de Liberación no ha podido llevar a cabo una labor de educación y persuasión entre las masas para desligarles de los misticismos de la religión y esa declaración constitucional es una simple confesión del atraso cultural nicaragüense? A estas alturas del documento, debemos de asumir que jamás ha sido la intención de estos anti marxistas-reformistas, ya convertidos en contrarrevolucionarios, cambiar la herencia cultural idealista cristiana que somete a Nicaragua, sino que se sienten orgullosos de ella, y que se apoyan en ella para perpetuar el sistema de explotación capitalista. Por lo tanto, no es un tema de atraso cultural que esté en proceso de remediarse, sino que esta dirigencia se apoya en ella como parte de un proceso que perpetua la propiedad privada de los medios de producción por vía constitucional, por lo tanto también defienden la explotación capitalista». (Equipo de Bitácora (M-L)El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

1 comentario:

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»