miércoles, 12 de febrero de 2014

El Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoista de Francia, Abimael Guzman, y el Partido del Trabajo de Bélgica sobre Enver Hoxha; Vincent Gouysse, 2004

En este capítulo, el francés Vincent Gouysse repasará las críticas más sonadas de algunos partidos y líderes a nivel global del revisionismo maoísta sobre la figura de Enver Hoxha y su partido: el Partido del Trabajo de Albania. Para ello analizará las posiciones de un partido francés, otro peruano y otro belga, los cuales dentro de la disputa sino-albanesa apoyaron a la parte china.

Ya que los argumentos desde los que parten para criticar a Enver Hoxha son bastante pobres, nos hubiera gustado a falta de un nivel cualitativo, contar con uno cuantitativo, o sea poder contrastar otras críticas de otros revisionistas, como las del francés Jacques Jurquet, líder del Partido Comunista (marxista-leninista) de Francia, quien fue uno de los más críticos con Enver Hoxha y el Partido del Trabajo, hasta el punto que defendería la «teoría de los tres mundos» y establecería buenos contactos con  Deng Xiaoping y Hua Kuo-feng como puede verse en nuestro artículo «Un rápido repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Jacques Jurquet y el PCF-ML» de 2015.

También por desgracia, la mayoría de organizaciones presentes en el documento 
defendería la «teoría de los tres mundos». Un ejemplo de ello sería el pérfido Partido Comunista de Perú –conocido popularmente como Sendero Luminoso– el cual sigue en la actualidad abogando por tesis revisionistas como el tercermundismo y la «nueva democracia», a las cuales ha añadido recientemente nuevas posiciones socialdemócratas como la «reconciliación nacional» y la inclusión en el régimen parlamentario

Ya expusimos varias veces las consecuencias directas de la «teoría de los tres mundos» y la «nueva democracia» como para no pararnos más sobre especulaciones sobre si existe una «versión buena», ya que parten de planteamientos revisionistas y de praxis que siempre han acabado en una colaboración de clases. Tampoco hace falta analizar la tesis de l«reconciliación nacional» que lanzan las bandas, grupos y guerrilleras pequeño burgueses tras el fracaso de sus acciones armadas, un eslogan que acuño el carrillismo.

El documento:


«Este capítulo, tiene como fin dar una visión en conjunto de la «crítica» que el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) de Francia realizó a Enver Hoxha. Refutaremos algunos ataques lanzados en su bizarro: «Manual de economía política maoísta» donde ubicaron a Enver Hoxha bajo la línea de las «desviaciones ideológicas». Empecemos:

«El «hoxhaismo» o «hoxhismo» no existe como tal ideológicamente. Por «hoxhismo» nos referimos al conjunto de interpretaciones del marxismo-leninismo después de Enver Hoxha o mediante Hoxha durante 1908 a 1985». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

Enver Hoxha no pretendió nunca haber abastecido «un nuevo desarrollo del marxismo». Sólo defendió de manera consecuente las enseñanzas del marxismo-leninismo, al marxismo de la época imperialista contra todos sus enemigos. Él «solo» defendió de manera ensañada los grandes principios del marxismo-leninismo contra toda especie de revisionismo. Por ello no existe el «Pensamiento Enver Hoxha» en el sentido estricto, tal como aparentan otros con el «Pensamiento Mao Zedong» o el «Pensamiento de Gonzalo»:

«El «hoxhismo» se caracteriza por un sectarismo extremo asociado con un pragmatismo absoluto. Esto valora su diseño del partido comunista: el hoxhismo rechaza la existencia de la dialéctica en el partido y pretende unilateralmente conservar a éste un carácter monolítico. Enver Hoxha rechazó los principios de la dialéctica; consideró que la defensa del principio de la unidad relativa de los contrarios de Mao Zedong volvía al «taoísmo». Enver Hoxha rechaza la teoría marxista-leninista-maoísta como la forma en que los dos aspectos de la contradicción está en relación dialéctica, les separa arbitrariamente, alegando que sus esencias están separadas: no podría tener así una lucha entre dos líneas en el seno del partido comunista porque éste es la expresión del proletariado y porque la esencia del proletariado es diferente de la burguesía. Sería entonces, rechazar la afirmación comunista decir que la burguesía y el proletariado son ambos aspectos de la cuestión. El hoxhismo es así una ideología ultrasectaria y moralista que ve las cosas unilateralmente, en combinación con la consideración de que el proletariado es bueno «por esencia». Las organizaciones que reivindican de Hoxha funcionan así como una secta sobre el plan ideológico e interno, y como una organización totalmente oportunista por fuera. Históricamente esta posición degenerada del comunismo se deriva de la actividad de Enver Hoxha. Después de haber dirigido la liberación de Albania y conseguido instaurar el socialismo a pesar de la presión imperialista y del expansionismo yugoslavo, Hoxha participó en el movimiento de crítica a la Unión Soviética revisionista guiada por Jruschov. El prestigio de Albania y de su partido –el Partido del Trabajo de Albania (PTA)– entonces fue muy grande en el Movimiento Comunista Internacional. China y Albania entonces estuvieron consideradas como los únicos países socialistas y ambos se apoyaban. Luego, a la muerte de Mao Zedong, Hoxha afirmó que Mao Zedong había sido siempre un revisionista, que China no era socialista. Afirmó siempre haber criticado China, no dejó de ponerse por delante y hasta se apropió de los trabajos de Lenin y de Stalin –como en la obra: «Imperialismo y revolución»–. Este rechazo a China era totalmente nuevo. En 1976 el VIIº Congreso del PTA saludaba a Mao Zedong como un gran comunista; en 1979 según él era un revisionista. Esto fue justificado así a posteriori por la publicación de pretendidos viejos documentos, y sacó provecho de la llegada al poder en China de los revisionistas –que todavía se reivindicaban entonces bajo el pensamiento Mao Zedong–. (...) Despojó a los comunistas negando la experiencia de los años 1960-1970 para hacer triunfar un «marxismo-leninismo» desecado, dogmático, antidialéctico y anticultural en sumo grado». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

Este «rechazo totalmente nuevo» sólo podía ser «nuevo» para los que mantuvieron los ojos cerrados frente a los golpes continuos dados por este gran dirigente en su lucha contra el revisionismo, siendo normal que se acabaran por irritar finalmente con el albanés. Sabemos que los trotskistas también venían acusando a Stalin de haberse apropiado del leninismo, de haberlo envilecido. En cuanto al marxismo «dogmático y desecado» de Enver Hoxha, y la lucha de manera benévola de los maoístas «desarrollando el movimiento» y «luchando contra el dogmatismo» son los viejos argumentos que fueron repetidos por todos los revisionistas. En cuanto a la acusación de anticulturalismo, el autor de esa cita no se para un segundo a conocer el vasto movimiento revolucionario e ideológico que tomó cuerpo desde los años 60 en Albania. Una ilustración de este movimiento fue el cierre espontáneo de los lugares de culto por las masas como las mezquitas y su reconversión en gimnasios, museos históricos y ateos, o en lugares de reunión. De hecho la Albania socialista es el único país que ha institucionalizado el ateísmo y en un país mayoritariamente musulmán lo que lo hace más meritorio.

En lo que toca a la «dialéctica en el seno del partido» ni Lenin ni Stalin jamás admitieron varias líneas o fracciones en el seno del partido comunista, eso es de saber común. La unidad monolítica es justamente el carácter clásico de un partido marxista-leninista y es fuerza directa en la lucha diaria contra las desviaciones de derecha como de izquierda.

[La permisión de varias líneas y fracciones fue tipificado por Lenin como intolerable para un partido comunista:

«Es necesario que todo obrero consciente comprenda con claridad el carácter pernicioso e inadmisible de todo fraccionalismo, el cual, pese a todo el deseo de los representantes de algunos grupos de mantener la unidad del partido, conduce sin falta en la práctica al debilitamiento de la labor aunada y a los intentos acentuados y repetidos de los enemigos del partido gubernamental, que se infiltran en sus filas, de ahondar las disensiones en su seno y utilizarlas para los fines de la contrarrevolución. (...) Por las razones expuestas, el congreso declara disueltos y prescribe disolver inmediatamente todos los grupos, sin excepción, que se hayan formado con tal o cual plataforma –a saber: «oposición obrera», «centralismo democrático», etc.–. El incumplimiento de este acuerdo del congreso acarreara la inmediata e incondicional expulsión del partido». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Informes en el Xº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, 8 al 16 de marzo de 1921)

Bajo necesidad de una unidad monolítica en el partido leninista, no se niega la discusión, pero una vez finalizado los debates, constatado una línea, y votado las resoluciones, la minoría debe adaptarse a lo acordado por la mayoría. Se presupone que existe la posibilidad de que afluyan al partido elementos que provienen de las capas menos concienciadas de la población, o el simple contacto de los elementos sanos con estos elementos que actúan en calidad de agentes de la burguesía y pequeña burguesía haga en definitiva desperdiciar a ciertos miembros, es normal por tanto, que afloren diferencias, e incluso divergencias de principio, del mismo modo que es normal no demorar más esas diferencias, y que el partido proletario las liquide antes de que se conviertan en una fracción y línea dentro del partido, e incluso que tomen el control del partido, este es el concepto leninista; a diferencia de la existencia y permisibilidad de líneas y fracciones dentro del partido maoísta, que presupone la existencia de líneas ven el partido bajo la pobre excusa del mero discurrir «dialéctico»:

«Es lógico que a cada viraje en el desarrollo de la lucha de clases, a cada agudización de la lucha y aumento de las dificultades, la diferencia de opiniones, de hábitos y de estado de ánimo de las distintas capas del proletariado se deje sentir forzosamente en forma de determinadas discrepancias en el partido; y la presión de la burguesía y su ideología debe acentuar necesariamente esas discrepancias, dándoles salida en forma de lucha dentro del partido proletario. Tal es el origen de las contradicciones y las discrepancias en el seno del partido. (...) ¿Es posible evitar esas contradicciones y discrepancias? No, no lo es. Suponer que puedan ser evitadas significaría engañarse a sí mismo. Engels tenía razón al decir que es imposible velar durante mucho tiempo las contradicciones en el seno del partido, que esas contradicciones se resuelven mediante la lucha. Eso no significa que el partido deba convertirse en un club de debates. Al contrario. El partido proletario es y debe seguir siendo la organización combativa del proletariado. Únicamente quiere decir que es imposible desentenderse de las discrepancias dentro del partido y cerrar los ojos a ellas si son discrepancias de principio. Únicamente quiero decir que solo mediante la lucha por una línea basada en los principios marxistas se podrá salvaguardar al partido proletario de la presión y la influencia de la burguesía. Únicamente quiero decir que solo superando sus contradicciones internas es posible sanear y fortalecer el partido». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre la desviación socialdemócrata, 1926)

Esto fue bien comprendido por los marxista-leninistas albaneses:

«Por lo tanto, la lucha de clases en el seno del partido marxista-leninista no puede ser caracterizada como una lucha entre líneas opuestas, y menos aún puede considerarse a esta «lucha de líneas» como un fenómeno objetivo. La lucha de clases en el seno del partido es, en verdad, un fenómeno objetivo, como la lucha de clases en general, pero no es necesariamente una lucha entre dos líneas opuestas. La experiencia de la lucha en el seno del Partido del Trabajo de Albania confirma esto muy bien: esta lucha siempre ha sido emprendida en defensa, aplicación y enriquecimiento, en el calor de la acción revolucionaria, de una única línea marxista-leninista, y no ha sido una lucha entre dos líneas. No se debe confundir la lucha entre los dos caminos con la lucha entre dos líneas. La lucha entre el camino socialista y el camino capitalista de desarrollo, que incluye la lucha entre la ideología proletaria y la ideología revisionista, es una ley objetiva, mientras que la lucha entre líneas políticas opuestas es un fenómeno subjetivo, que surge y se desarrolla sólo en ciertas condiciones, cuando el partido permite que se creen tendencias fraccionalistas y líneas antimarxistas en su seno». (Ndreçi Plasari; La lucha de clases en el seno del partido, 1978) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Tuvimos la oportunidad de ver a cual precipicio conducía la teoría de la lucha entre varias líneas en el seno del Partido Comunista de China; los verdaderos marxistas están atrapados en el fuego de las diferentes fracciones lo que facilita su liquidación por los elementos de derecha y conduce a la liquidación del partido como organización proletaria.

[La tónica del extremo liberalismo y permisión de fracciones en el Partido Comunista de China puede verse desde sus inicios:

«Chou dijo que Mao Zedong se mantiene al margen de las disputas de partido, que utiliza a Chou, Liu Shao-chi y otros liberales y radicales para fines específicos a su antojo. Que Mao es un genio en escuchar argumentos de diferentes lados, y luego traducir las ideas en las políticas de trabajo prácticos». (Edmund Clubb; El Cónsul General en Pekín (Clubb) a la Secretaria de Estado, emitido el 1 de junio de 1949, recibido el 2 de junio de 1949)

Eso ya lo denunciaron los marxista-leninistas albaneses:

«Renunciando a la lucha de principios en las filas del partido, Mao Zedong hacía el juego a las fracciones, buscaba concertar compromisos con algunas de ellas para oponerse a otras y reforzar así sus posiciones». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Las fracciones aparte de ser en sí una plataforma organizativa paralela al partido, suelen ir acompañadas también de una línea programática, ideológica, y política propia, también paralela a la oficial del partido. Los marxista-leninistas albaneses nunca permitieron ni fraccionalismos ni líneas paralelas al partido. Y una de las tareas de los albaneses en años sucesivos fue derribar las tesis trotskistas de partido que el revisionismo chino propagaba: o bien que eran beneficioso para la unidad la formación de varias líneas –perorata propagandística de los 40 y 50– o que era inevitable la formación de dos o más líneas en el partido –perorata propagandística de los 60 y 70–:

«El tratamiento deformado de este problema en la vida social también está conectado con su tratamiento deformado dentro del partido. De acuerdo con el «pensamiento Mao Zedong», el partido de la clase obrera está dividido en clases antagónicas, con su jefatura burguesa y proletaria, y como resultado de ello, existen en forma objetiva e inevitablemente dos líneas en el seno del partido, que expresan los intereses de estas dos clases. En esta cuestión también  tenemos que lidiar con una flagrante desviación del marxismo-leninismo. (...) La línea del partido es un complejo de directrices y orientaciones para todo un período histórico; define los objetivos del partido, así como los métodos para llegar a ellos. El partido de la clase obrera puede tener una sola línea, la línea de la revolución, de la dictadura del proletariado, de la construcción del socialismo y el comunismo. (...) Esta lucha de clases en el partido es objetiva e inevitable, es el reflejo de la lucha de clases que ocurre en la sociedad. Sin embargo, la lucha de clases en el partido no se expresa en todos los casos y de manera inevitable, como una lucha entre dos líneas. La lucha de clases en el partido es objetiva e inevitable, pero no lo es la existencia de dos líneas. (...) Aceptar que la línea burguesa en el partido existe objetivamente, independientemente de los deseos del pueblo, significa aceptar el concepto fatalista y antidialéctico que confunde la posibilidad con la realidad. Puesto que la aparición de la línea burguesa es sólo una posibilidad, presentarla como algo que existe fatalmente significa abrir el camino, de manera consciente, a la línea burguesa en el partido y minar al partido, la dictadura del proletariado y el socialismo. Los acontecimientos que tienen lugar en China actualmente son consecuencia directa de la autorización hecha por Mao Zedong para que en el partido coexistan dos líneas opuestas». (Foto Çami; Contradicciones, clases y lucha de clases en el socialismo, 1980) - Anotación de Bitácora (M-L)]

La diferencia entre la China de Mao Zedong de una parte, y la Unión Soviética de Stalin y la Albania de Enver Hoxha por otra, es que los revisionistas para tomar el poder y llevar la contrarrevolución necesitaron cubrir de lodo a Stalin y a Enver Hoxha y tuvieron que mantener sus propósitos ocultos durante largo tiempo, mientras que los ultrarevisionistas en China fueron conocidos desde hace tiempo y se resguardaban bajo la bandera de Mao Zedong para eliminar a los «radicales». Stalin armó el partido ideológicamente como ningún otro comunista lo había hecho –por supuesto dejando a un lado a Lenin–. Esto lo demuestran obras como «Cuestiones del leninismo» de 1926 o «La historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» de 1938. Los revisionistas jruschovistas precisamente tienen que recurrir al purgamiento de sus obras y a reescribir la historia del partido para desarmar ideológicamente al partido bolchevique. El peligro verdadero de la restauración capitalista es la conciencia de los hombres que se retrasa sobre las condiciones económicas nuevas. Un terreno favorable es ofrecido a las manifestaciones de la pequeña burguesía de las cuales ciertos miembros del partido escapan difícilmente cuando las dificultades se presentan y las cuales encuentran un apoyo exterior a causa de la presión del cerco capitalista. Por ejemplo, en el momento del principio de la colectivización agrícola en la Unión Soviética, es la oposición bujarinista la que se cristalizaba como el peligro principal: los bujarinistas –la desviación de derecha– objetivamente eran los defensores de los kulaks. Pero la lucha contra los desviacionistas de «izquierda», los que querían golpear al campesino medio, o directamente pasar de la colectivización del artel a la «comuna» no era menos importante. Recomendamos por ello también repasar la obra de Stalin: «Mareados por el éxito» de 1931. La desviación de derecha abiertamente tendía a aportar una ayuda directa a los reaccionarios; la desviación de izquierda, alimentaba la desviación de derecha y le aportaba así una ayuda indirecta. Pero en resumen, como decía Stalin la desviación de derecha y la de izquierda tienen el mismo resultado idéntico: acabarían en la restauración del capitalismo –lo que le hacía decir que ambas desviaciones «eran igual de perjudiciales» y que «el principal peligro es representado por la desviación que se deja de combatir y a la cual se la permite desarrollarse hasta las proporciones de un peligro del Estado»–, no podemos ignorar su diferencia de estrategia para luchar eficazmente contra ellas. Mao Zedong amansó al Partido Comunista de China mediante la introducción de normas liberales, la disciplina leninista en el partido brillaba por su ausencia. Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping no necesitaron reinventar «la historia del Partido Comunista de China», Mao Zedong de hecho, jamás había escrito o mandado escribir una historia oficial del partido. Del 1949 al 1976, el Partido Comunista de China no ha publicado ninguna historia oficial. ¿Por qué? Debido a que para el  propio Mao Zedong tal vez le fuera un mal trago recordar y entender todo lo que pasó en su propio partido como por ejemplo las interminables luchas de fracciones durante décadas. Los ultrarevisionistas criticaron a Mao Zedong sobre ciertos puntos, proclamando por ejemplo el fin de «la Revolución Cultural» y los errores del «Gran Salto Adelante», pero no llevaron ni mucho menos campañas de calumnias monstruosas contra él, y todavía hoy existe un sitio con un retrato de Mao Zedong en la Plaza de Tian'anmen y se sigue aceptando su pensamiento para regir el gobierno actual. Continuemos:

«Enver Hoxha llegó a asimilar a los revisionistas chinos con Mao Zedong y lanzó una gran propaganda contra las contribuciones de Mao Zedong. Hoxha sembró una gran confusión en el movimiento comunista internacional, lo que le lleva a su decadencia casi total». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

¿No fue más bien Mao Zedong quién con sus teorías eclécticas sembró una gran confusión ideológica que vuelve a salir en su praxis? Se desprende de la práctica en los años 60-70 el «Pensamiento Mao Zedong» ampliamente ha sido difundido en el seno del movimiento marxista-leninista y en el seno de la juventud progresista, al contrario de los análisis de Enver Hoxha y del Partido del Trabajo de Albania, que no tenían la posibilidad de gozar del prestigio de gran partido, ya que sus obras fueron poco difundidas. De hecho, viendo un ejemplo: el Partido Comunista Marxista-Leninista de Francia (PCMLF), fundando en los años 60, cedió al revisionismo maoísta durante la disputa sino-albanesa, los miembros que se habían opuesto a tal camino –como puede ser la «teoría de los tres mundos»– fueron excluidos. Es claro que los albaneses no tuvieron contemplaciones a la hora de exponer sus diferencias con los chinos. Por tanto, Enver Hoxha y el Partido del Trabajo de Albania (PTA), una vez persuadidos por la vía antimarxista seguida por los dirigentes chinos abrió en efecto fuego sobre esta forma enmascarada de revisionismo que es el maoísmo. Sigamos:

«Pretendió que todos los países del mundo eran capitalistas, rechazando la posición comunista como que los países oprimidos son semicoloniales y semifeudales». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

Aquí para empezar el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) dice la «posición comunista» –se oye el discurso unitario de Mao Zedong– y se abstiene bien de decir «posición marxista-leninista». En efecto, ellos mismos se desenmascaran inicialmente, pero este detalle es lo de menos. Lenin jamás afirmó otra cosa que: «el mundo se divide en dos», de una parte el mundo capitalista y por otra parte el mundo socialista. Bien sobre cada uno de estos dos tipos de mundo existen contradicciones, y obviamente los países del «tercer mundo» tal como lo son Mali, son semicolonias, pero eso no significa que no sean países capitalistas débiles de democracia burguesa o semifeudales donde se desarrollan las relaciones burguesas de propiedad.

«El hoxhismo se reúne así con el trotskismo en su negación de la necesidad de organizar a las masas campesinas». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

[Hace falta bastante cinismo para declarar que ni Enver Hoxha ni su partido nunca tuvieron intención de organizar a los campesinos ni de que participaran en su revolución, sobre todo cuando precisamente su revolución fue hecha mayoritariamente por campesinos pobres que componían el ejército partisano albanés, esto es desconocer la historia del Partido del Trabajo de Albania y significa difamar gratuitamente:

«En la movilización por abajo las masas campesinas deben ocupar el primer lugar. La movilización de todas las fuerzas patrióticas debe ser realizada por abajo y por arriba. El campesinado es la clase más numerosa de nuestro pueblo, pero también la más sufrida, que corre el riesgo de ser reducida a la miseria por el fascismo, el cual le arrebata las cosechas y la tierra. Muchas veces el fascismo la ha utilizado, aprovechándose de su ignorancia, como fuerza de reserva, contra la Lucha de Liberación Nacional –por ejemplo, milicia, fuerza mercenaria, etc–. El campesinado debe llegar a ser el principal pilar de la lucha, su fuerza es enorme, pero es necesario ponerla en movimiento, explicarle esta lucha y hacérsela comprender. No hemos trabajado lo suficiente con las masas campesinas, no nos hemos dado la molestia de ir al campo para hablar de sus problemas con los campesinos. Hemos trabajado en los centros, pero no en los distritos, en las aldeas, y muchas zonas las hemos dejado de lado. Allí donde hemos ido y hecho un buen trabajo, hemos ganado su simpatía y recibido una gran ayuda. Nuestro campesino es bueno, honesto y revolucionario, basta saber tocar las fibras de su corazón para despertar en su espíritu el interés por la Lucha de Liberación Nacional. Debemos explicarle que el culpable de sus sufrimientos es hoy el fascismo, y que sólo eliminándolo podrá mejorar sus condiciones económicas». (Enver Hoxha; Las directrices de la internacional comunista y la lucha de liberación nacional, 1943)

Si repasamos la: «Historia del Partido del Trabajo de Albania», volveremos a ver lo mismo:

«La conferencia –del Partido Comunista de Albania de 1942– consagró particular atención a la labor tendente a ganar a las masas campesinas y movilizarlas en la lucha. Como condición necesaria para superar las dificultades con que se tropezaba en ese terreno, se exigió a los comunistas luchar contra la vieja mentalidad y contra las concepciones derrotistas sobre el campesinado, ir al campo, conocer la vida de los campesinos, y compenetrarse con sus sufrimientos y problemas». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Esta aserción es otra brutal calumnia que no puede engañar ni a los más ignorantes, si fuera verdadera, ¿cómo se explica que Enver Hoxha y el Partido del Trabajo hayan sido los primeros en organizar durante la guerra antifascista una resistencia contra el ocupante, principalmente basándose en la constitución de batallones de guerrilleros nacidos del campesinado pobre que permitieron liberar Albania de decenas de millares de ocupantes fascistas sin que el Ejército Rojo Soviético hubiera necesitado penetrar en su territorio? ¿Y segundo, como se instauró la dictadura del proletariado desde la posguerra en uno de los países más atrasados de Europa económicamente, quién salía apenas del feudalismo y donde el campesinado, principalmente pobre, formaba la mayoría inmensa de la población estando la clase obrera todavía en estado embrionario? Para explicar este «milagro», porque no se sabría explicar de otro modo el mantenimiento de la dictadura del proletariado en un pequeño país pobre agrícola, bastaba con aplicar la vía leninista-stalinista de movilización de las masas campesinas. Enver Hoxha jamás negó la necesidad de organizar las masas campesinas, es pues una fábula maoísta, él negó solamente, como Lenin y Stalin, el hecho de que las masas campesinas pudieran ser la fuerza dirigente de la dictadura del proletariado. Por esta posición, a pesar del vestido «marxista-leninista» del Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM), coincide en este punto de la cuestión campesina con Tito y todo el revisionismo yugoslavo.

Otra queja sería que Enver Hoxha:

«Se presentaba como el crítico del revisionismo ruso pero sólo luchaban constantemente contra el desarrollo del maoísmo». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

El Partido del Trabajo de Albania (PTA) reconoce haber tenido a China a su lado, pero nos es difícil de ignorar los cambios múltiples operados por el partido chino cuando Mao Zedong, el «gran timonel» estaba en el timón. No podemos pasar en silencio la actitud por lo menos vacilante y conciliadora de China en la lucha contra el revisionismo soviético desde el 1956 a 1963, luego las derivas nacionalistas-chovinistas de China en este sentido que dominaron a partir de 1964, derivas que trabaron la lucha de principio abierta llevada por el PTA. Para el resto, Enver Hoxha combatió en efecto el desarrollo del revisionismo maoísta tan pronto como se hubo persuadido de la vía antimarxista en la cual se habían comprometido los dirigentes chinos, sabiendo que este pensamiento era su base.

Veamos otra frase:

«Hizo todo para negar el papel histórico de la Revolución Cultural, pretendiendo a ejemplo de la burguesía de que se trataba de una «revolución de palacio» simplemente». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

La llamada «Revolución Cultural», fue ante todo una revolución política que pretendía arrancar el poder de las manos de los ultrarevisionistas, fue una lucha de fracciones que acabó por la liquidación de sus principales protagonistas –como fueron Lin Piao y la banda de los cuatro–.

Sigamos:

«Enver Hoxha intentó en definitiva hacer pasar a Mao Zedong como un nuevo Tito. Afirmó que Mao Zedong estaba a la cabeza de la «teoría de los tres mundos», la teoría de los revisionistas chinos que predicaba la alianza del «tercer mundo», con el «segundo mundo» –los países imperialistas «de menor envergadura»– contra ambas superpotencias. Esta tentativa ha sido quebrantada, por la apertura de nuevas guerras populares, principalmente la llevada en Perú por el Partido Comunista de Perú bajo la dirección de Abimael Guzmán, rehaciendo de Mao Zedong un guía para el pensamiento y la acción». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)

Mao Zedong sostuvo entre otras cosas la aproximación soviético-yugoslava y elogió la autogestión titoista. La «teoría de los tres mundos» ha sido puesta en práctica por los revisionistas chinos con Mao a la cabeza desde antes de 1971, con todas las consecuencias que eso ha supuesto en el apoyo a regímenes y partidos reaccionarios, luego la teoría  fue profundizada por los ultrarevisionistas que la concretaron más a fondo. En cuanto a la guerra popular en Perú o en Nepal, no negamos, a ejemplo de cómo comentó Enver Hoxha, que en países atrasados y que salen de la feudalidad el maoísmo pueda desempeñar un papel progresista, sobre todo en el marco de la guerra de liberación y de la instauración de la democracia burguesa. Pero no guardamos ninguna ilusión en cuanto al crecimiento del movimiento revolucionario si sigue las tácticas maoístas de cercar las ciudades desde el campo o la implantación de la teoría revisionista de la «nueva democracia».

[La experiencia de la guerrilla maoísta en Nepal confirma esta tesis marxista-leninista de Vincent Gouysse: hace años algunos maoístas y filomaoístas sacaban pecho por la guerrilla del Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) que en dicho país estaba tomando el poder, pero todos los marxista-leninistas habían dicho entonces –y como siempre– que una guerrilla de tipo maoísta a lo sumo puede aspirar a realizar algunas reformas antifeudales y anticoloniales –aunque a veces es para acabar ligándose a otro imperialismo–, pero nunca una revolución socialista. Tiempo después cuando se empezaron a ver las típicas vacilaciones maoístas que se concretizaban en este proceso –con su idiosincrasia propia– estos elementos achacaban que la no resolución ni siquiera de las cuestiones anticoloniales y antifeudales, y la no transición al socialismo era debido a una traición de Prachanda –el líder del partido–. Hay que ser o muy iluso o un gran sofista para afirmar eso en serio. ¿Qué era lo que propagaba Prachanda para su país y su «revolución» antes de la llegada al poder? Promoción de la propiedad privada y ligazón a otros imperialismos para desarrollar las fuerzas productivas, renuncia al papel de vanguardia del partido comunista sumado a un multipartidismo y coexistencia con las clases exploradoras, ¿bien pues, en qué se diferencia con el programa de Mao Zedong de la «nueva democracia» antes y después de la toma de poder en China? En nada, y cualquiera que haya estudiado las obras de Mao Zedong y el desarrollo en la práctica de la revolución china, se puede dar cuenta de esto - Anotación de Bitácora (M-L)]

Daremos sólo un ejemplo que ilustrará el modo «brillante» en el que Abimael Guzmán, más conocido como el «presidente Gonzalo», líder del Partido Comunista de Perú –conocido como Sendero Luminoso–,  elabora su estrategia para despertar a las masas para la revolución:

«Entrevistador: Ahora, presidente, ¿cuál sería la actitud del PCP en torno a la teocracia religiosa cuando este partido asuma el poder del Estado en el país?

Presidente Gonzalo: El marxismo nos ha enseñado separar Iglesia de Estado, es lo primero que hacemos; y en segundo lugar, reitero, lo que hacemos es respetar la libertad de conciencia religiosa de las personas aplicando el principio plenamente: la libertad de creer como también la libertad de no creer, la de ser ateo. De esa manera». (Entrevista a Abimael Guzmán, periódico: «El Diario», 1988)

Esta «actitud» no es nada menos que la expresión de una «actitud» muy pronunciada de liberalismo. Abimael Guzmán marca aquí un fuerte abismo con relación a Marx y Lenin. No son de ninguna manera Marx o Lenin los que invitan al partido comunista a que hay que limitarse a reivindicaciones tan mezquinas: ¡tales reivindicaciones no pueden ser más que hechas por liberales laicos burgueses pero no de marxistas-leninistas! Abimael Guzmán considera además que la religiosidad del pueblo: «jamás ha sido ni será óbice para que luche por sus profundos intereses de clase en la revolución». ¿Así que la religión jamás habría constituido un freno al movimiento revolucionario? La historia está allí para probar lo contrario, ya que la religiosidad, además de que es fácilmente manipulable por el clero reaccionario al servicio del capital, suscita en el seno de las masas populares la esperanza de un mundo mejor en el más allá y pues no los empuja verdaderamente a rebelarse. Lo que Lenin resumía así: «en los hechos la idea de dios ayuda a tener el pueblo en esclavitud».

Simplemente le recordaremos al señor Abimael Guzmán esta tesis de Lenin según la cual:

«El obrero consciente de hoy, educado en el ambiente de una fabrica inmensa y esclarecido por la vida urbana, rechaza con desprecio los prejuicios religiosos. Este obrero deja el cielo para los curas y los hipócritas burgueses. Lucha por una vida mejor en la tierra». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)

¡Pero es verdad que para Abimael Guzmán, la guerra popular debe desarrollarse en el campo dónde no existen ni gran industria, ni proletariado!

Es notorio que Abimael Guzmán limite en este texto la «lucha» contra la religión a la sola espera de las condiciones sociales que surgirán al mismo tiempo que la nueva sociedad. Abimael Guzmán tendría que saber que en 1906 Stalin había subrayado en su obra: «Anarquismo o socialismo», su frase sobre que la conciencia de los hombres retrasaba sobre su desarrollo material, también, al renunciar a la propaganda atea, se frena la evolución de las conciencias. Mantener otra actitud es no ser materialista. Tal política de espera no hace crecer de ninguna manera la lucha: Marx decía sobre la crítica de la religión que era la condición de toda crítica:

«La religión es la teoría universal de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica popularizada, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su complemento de solemnidad, la razón general que la consuela y justifica. Es la realización fantástica del ser humano, puesto que el ser humano carece de verdadera realidad. Por tanto, la lucha contra la religión es indirectamente una lucha contra ese mundo al que le da su aroma espiritual. La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo. La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión». (Karl Marx; Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1844)

[Veamos otro ejemplo que tumba el liberalismo de Abimael Guzmán: - Anotación de Bitácora (M-L]

«¡Libertad de conciencia!» Si, en estos tiempos de lucha cultural se quería recordar al liberalismo sus viejas consignas, sólo podía hacerse, naturalmente, de este modo: todo el mundo tiene derecho a satisfacer sus necesidades físicas, sin que la policía tenga que meter las narices en ello. Pero el Partido Obrero, aprovechando la ocasión, tenía que haber expresado aquí su convicción de que «la libertad de conciencia» burguesa se limita a tolerar cualquier género de libertad de conciencia religiosa, mientras que el aspira, por el contrario, a liberar la conciencia de todo fantasma religioso. Pero, se ha preferido no sobrepasar el nivel «burgués». (Karl Marx; Crítica del Programa de Gotha, 1875)

[Así hablaba Lenin recordando a Marx, sobre la incompatibilidad de religión y marxismo: - Anotación de Bitácora (M-L]

«La religión es el opio del pueblo. Esta máxima de Marx constituye la piedra angular de toda la concepción marxista en la cuestión religiosa. El marxismo considera siempre que todas las religiones e iglesias modernas, todas y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase obrera». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Actitud del partido obrero hacia la religión, 1909)

[Lenin ya explicó el deber como partido proletario frente a la religión: - Anotación de Bitácora (M-L]

«Nuestro Partido es una organización de luchadores conscientes y progresistas por la liberación de la clase obrera. Semejante organización no puede ni debe ser indiferente a la ignorancia y al oscurantismo bajo la forma de creencias religiosas. Nosotros exigimos la total separación de la Iglesia del Estado con objeto de disipar la neblina de la religión con armas pura y únicamente intelectuales, mediante nuestra prensa y la persuasión oral. Uno de los objetivos de nuestra organización, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso [así se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la socialdemocracia de la II Internacional - Anotación de Bitácora (M-L)], consiste precisamente en luchar contra todo engaño religioso entre los trabajadores. Para nosotros, la lucha ideológica no es una cuestión privada, sino una cuestión que interesa a todo el Partido y a todo el proletariado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)

Concerniendo a Enver Hoxha, el profesor Abimael Guzmán no se muestra más materialista ni menos subjetivo:

«Entrevistador: Presidente ¿considera que hay países socialistas en la actualidad?

Presidente Gonzalo: Simplemente no, no creo. Hay quienes creen, por ejemplo, que Albania lo es. Yo les diría, a quienes creen que Albania es socialista, que estudien bien por ejemplo el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania de 1981, sería bueno, ahí se dice que el centro de la reacción mundial es el imperialismo estadounidense, ¿y el soviético?, ¿dónde quedó son dos los enemigos que se debe combatir? Siempre fueron palabras; en el propio Hoxha fueron palabras, porque siempre dedicó más párrafos a combatir el imperialismo yanqui que al socialimperialismo. También, dice el mismo congreso, que nunca ha estado la humanidad más cerca de su exterminio. Repite igual que los otros, lo cual no es mera coincidencia; pero ¿qué nos propone hacer?, concretamente desenmascararlos. Esa no es la solución, el desenmascaramiento no frena una guerra mundial; la solución es desarrollar la revolución haciendo la guerra popular. Y si uno ve todo lo que allí está dicho sobre los serios problemas económicos que tienen, a las claras se ve cuál es el camino al que Albania ha entrado; pero no ha sido Ramiz Alía, su actual dirigente, quien lo inició sino el mismo Enver Hoxha, éste en el año 78, en un discurso ante el electorado, planteó que en Albania no había clases antagónicas. Sabemos muy bien lo que esto implica pues la cuestión ha sido dilucidada perfectamente por el presidente Mao Zedong; y si sumamos sus arteros ataques al presidente Mao Zedong, al desarrollo del marxismo, ¿qué es? un revisionista. Así, Albania no es socialista». (Entrevista a Abimael Guzmán, periódico: «El Diario», 1988)

A estas aserciones de Abimael Guzmán que no pueden ser cualificadas de otro modo más que de «majaderías», responderemos sólo brevemente con algunas observaciones:

Primero: El Partido del Trabajo de Albania siempre llevó una lucha sobre dos frentes, a la vez contra el imperialismo y el revisionismo. Esto estuvo lejos de ser simplemente palabras: esto le significó a Albania la rotura de todas las relaciones con la Unión Soviética desde 1961. No nos iremos a contar el número de palabras que Enver Hoxha dedicó a la denuncia del revisionismo soviético, ya que esto reflejaría sólo el aspecto cuantitativo del problema, siendo el aspecto cualitativo el fundamental. Es sin embargo innegable que en la lucha contra el revisionismo soviético ocupó un sitio importante su informe presentado en el VIIIº Congreso del PTA de 1981, como de hecho hemos presenciado a lo largo del documento. ¿Abimael Guzmán tuvo solamente si quiera entre las manos este informe? Tenemos razones para no darle el beneficio de la duda.

Segundo: para Abimael Guzmán desenmascarar al enemigo es quedarse inactivo. Este pequeñoburgués izquierdista que tiene solo en la boca la palabra «guerra popular» no sospecha el hecho de que desenmascarar al enemigo es un paso necesario previo para poder convencer a las masas y levantarlas contra él en la consecución de la revolución.

Tercero: Abimael Guzmán se abstiene bien de precisar la fuente de los problemas económicos de Albania a finales de los años 80. Del mismo modo ignora la independencia y estabilidad económica de Albania durante el periodo de Enver Hoxha, cosa que la China maoísta jamás pudo ni soñar, pero como decimos se deja datos curiosos de la crisis de Albania con Ramiz Alia, por ejemplo desde el 1979 Albania absolutamente no recibía ninguna ayuda del exterior. Esto sucedía desde que los ultrarevisionistas chinos interrumpieron brutalmente todas sus relaciones económicas en 1978. Este factor, añadido a las fuertes presiones de las que Albania era objeto por los imperialistas y los revisionistas, favoreció el desarrollo del espíritu de capitulación en el seno del Partido del Trabajo de Albania después de la muerte de Enver Hoxha. La Albania socialista cayó en 1991 en un contexto internacional muy difícil. Enver Hoxha fue denunciado como Stalin, su mujer, hoy de edad de 83 años, ha sido encarcelada durante 5 años. La burguesía liquidó la mayor parte de la red industrial, yendo a desmantelar hasta la red ferroviaria y las instalaciones hidroeléctricas, con el fin de minar la influencia de la clase obrera o la destrucción de los desarrollos agrícolas como sistemas de riego para obligar las campañas descolectivización. Sin embargo, en 1997 estallaba una revolución popular contra el poder de Sali Berisha que debió acudir a las tropas de la ONU para restablecer la paz. La ONU está luchando actualmente para desarmar a la población. Apenas dos años después de la caída del socialismo, el PIB se redujo a la mitad, el nivel de vida de los trabajadores se empeoró todavía más. Hoy, el Partido del Trabajo de Albania, el heredero de un potencial ideológico inmensamente rico, se reconstituye. Guardó una influencia fuerte en el seno de las masas, hasta en el aparato de Estado, y esta situación será difícilmente defendible por la burguesía en los próximos años.

Cuarto: Enver Hoxha habría dicho en 1978 que no existían las clases antagonistas en Albania. Lo que era verdad. En Albania no existía en efecto más clases explotadoras, contrariamente a la China de Mao Zedong donde los antiguos propietarios de fábricas se quedaban en los altos puestos y continuaban percibiendo rentas, donde la burguesía realmente llegó a infiltrarse en el partido. En Albania, a finales de los años 70, el salario de un trabajador del campo era de 600 leks al mes, contra 1.100 leks al mes para el del decano de la facultad. La nueva burguesía albanesa se formó según el método de «la acumulación primitiva» y vendiendo su país al imperialismo pero todo ello en los años 90 y no antes. Stalin también en 1936 había dicho que no existían ya las clases antagonistas en la Unión Soviética –por lo que los maoístas no dejaron de criticarle a posteriori– debido a que efectivamente la burguesía como clase social había sido liquidada. ¿Acaso para el pequeñoburgués de Abimael Guzmán, Stalin era revisionista? Desde 1936, en la Unión Soviética la colectivización fue terminada en lo esencial. En la agricultura era el único sector de la economía en el cual subsistían clases sociales antagónicas: el kulak, después de la liquidación del kulak, no subsistían más que los pedazos de esta clase, pero no existían como tales ningunas clases sociales distintas y antagónicas como en ocurre en el régimen capitalista: la clase obrera, lo mismo que el campesinado cooperativista no sufrían más el yugo de la explotación. Para reiterar lo que decía Stalin en 1952, no había más clases sociales antagónicas en el seno de la sociedad soviética y esto permitía que en la orientación económica las contradicciones internas no se volviesen antagónicas como si pasa en la sociedad capitalista.

No existe antagonismo de clase. Los obreros totalmente como los koljosianos tienen un interés de clase en el desarrollo de las fuerzas productivas, en el aumento de la producción, y en la transición al comunismo y la abundancia. Es por eso que el desacuerdo relativo entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas puede no acabar en un conflicto; las contradicciones pueden no degenerar en antagónicas, a condición de que  sea llevada una política justa basada precisamente en la ciencia de las contradicciones:

«Como deben ser entendidas en tal caso las palabras «completa armonía». Deben ser comprendidas en el sentido de que en el socialismo, como regla, no se producen conflictos entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, en el sentido de que la sociedad puede hacer, a su debido tiempo, que las relaciones de producción, que van a la zaga, se pongan en correspondencia con el carácter de las fuerzas productivas. La sociedad socialista puede hacer eso porque en ella no existen clases llamadas a desaparecer, clases que puedan organizar una resistencia. Naturalmente, en el socialismo habrá también fuerzas atrasadas, inertes, que no comprendan la necesidad de los cambios en las relaciones de producción; pero no será difícil, claro está, vencerlas sin llegar a conflictos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

En cuanto al Estado soviético, muy lejos de ser un obstáculo al cambio de las relaciones de producción como el Estado capitalista, refleja los intereses de los obreros y de los campesinos: muy lejos de oponerse a la acción de la ley de correspondencia necesaria, toma todas medida útiles y necesarias para abrir la vía y acelerar la modificación de las relaciones de producción. Es aquí donde aparece su inmenso papel en el paso del socialismo al comunismo. Según la fórmula de Lenin: «El comunismo, es el poder de los soviets, más la electrificación de todo el país». Así pues el Estado no es un obstáculo para los cambios necesarios, sino que promueve la transición del socialismo al comunismo, a diferencia de la transición del capitalismo al socialismo, de modo no explosivo. No es menos un cambio cualitativo en las relaciones de producción, ya que se pasará de dos formas de propiedad a una única, de dos clases a la sociedad sin clases. Pero será un paso cualitativo gradual, por acumulación de lo nuevo y desaparición progresiva de lo antiguo:

«Hay que decir en general, para conocimiento de los camaradas que sienten pasión por las explosiones, que la ley del paso de una vieja cualidad a una cualidad nueva por explosión no sólo es inaplicable a la historia del desarrollo de la lengua; tampoco puede aplicarse siempre a otros fenómenos sociales de la base o de la superestructura. Esa ley es obligatoria para la sociedad dividida en clases hostiles. Pero no es obligatoria, en modo alguno, para una sociedad en la que no existan clases hostiles». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

El paso del socialismo al comunismo no tiene como condición la caída del poder de una clase por una clase antagonista, el paso de uno contrario al polo opuesto, sino simplemente la desaparición gradual de las diferencias entre dos clases; no hay pues ninguna razón para que se haga por explosión. Allí dónde no hay más antagonismos de clases, la lucha de clases no debería ser el motor de la historia. ¿No hay pues más lucha de clases? Creerlo sería un error. El interés de los trabajadores es pasar al comunismo apoyándose en las leyes de la economía. Hay pues una parte consciente de la sociedad que representa las fuerzas nuevas de vanguardia, mientras que elementos retrasados, por rutina o muy diferente razón, no comprenden la necesidad de modificar las relaciones de producción, frenan los cambios y representan fuerzas antiguas. El motor de la historia, es pues aquí también la lucha: la lucha entre estas fuerzas de progreso y estas fuerzas conservadoras, entre el nuevo y el antiguo. El paso del socialismo al comunismo no es un idilio. La bella película soviética: «El caballero de la estrella de oro» describe en el seno de un koljoz claramente esta lucha por el paso al comunismo.

Es por eso que la crítica y la autocrítica bolchevique son las verdaderas fuerzas motrices de la sociedad soviética: crítica para acabar en cambios reales, objetivos e inmediatos; autocrítica porque la lucha entre el antiguo y el nuevo se celebra también sobre el individuo mismo, y porque conviene extirpar las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres:

«En nuestra sociedad soviética, donde las clases antagónicas han sido suprimidas, la lucha entre lo antiguo y el nuevo y, como consecuencia, el desarrollo del inferior al superior, se produce no en forma de lucha entre las clases antagonistas y en forma de cataclismos como es el caso de los regímenes capitalistas, sino en forma de crítica y en forma de autocrítica, que son las verdaderas fuerzas motrices de nuestro desarrollo, y unas armas poderosa en las manos del partido. Es allí ciertamente una nueva forma de movimiento, un nuevo tipo de desarrollo, una nueva ley dialéctica». (Andréi Zhdánov; Sobre la historia de la filosofía, 24 de junio de 1947)

Vemos que las condiciones subjetivas en el paso al comunismo no son menos importantes que para la edificación del socialismo, y que aquí todavía la acción al cambio de ideas, la conciencia socialista sobre las condiciones materiales es algo considerable:

«Nuestros escritores y nuestros pintores deben estigmatizar los vicios, los defectos, los fenómenos malsanos que existen en la sociedad y mostrar a los personajes positivos, a los hombres de tipo nuevo en todo el esplendor de su dignidad humana, contribuyendo así a formar entre los hombres de nuestra sociedad los caracteres y las costumbres sin los vicios engendrados por el capitalismo. Nos hacen falta un Gógol y un Chtchedrine soviético que, por el fuego de su sátira, quemen todo lo negativo que hay en la vida, de podrido, de muerto, en resumen todo lo que frena el evolucionar del movimiento». (Gueorgui Malenkov; Informe presentado en el XIXº Congreso del PCUS, 1952)

Siendo dado el papel del Estado soviético y el papel de las ideas en el paso del socialismo al comunismo, comprendemos que este paso no puede efectuarse con éxito sin la dirección política e ideológica del partido de los trabajadores soviéticos, armado de una teoría científica.

En cuanto a la posibilidad de restauración capitalista, hace mucho tiempo que esta cuestión había sido anunciada por Lenin y Stalin. Stalin había insistido repetidas veces en este peligro, hasta en 1938 después de que hubiera afirmado que no existían más clases antagonistas en la Unión Soviética, un esbozo de ello puede ser visto en las conclusiones de «La historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» de 1938. En resumidas cuentas, tras haber triturado sus pseudoargumentos, Abimael Guzmán viene finalizando su cita con algo curioso  –y qué presenta como un detalle o un hecho secundario, mientras que para él es su principal queja contra Enver Hoxha–. Nos referimos a la acusación de revisionismo llevada contra Enver Hoxha por Abimael Guzmán, donde todo se reduce según él en: «¡sus «ataques cobardes» contra Mao Zedong!». Podemos juzgar del «fundamento» de la acusación de revisionismo llevada en contra de Enver Hoxha escuchando lo que dice la burguesía de este último:

«El 11 de enero de 1946, la Asamblea constituyente recientemente elegida proclama la república popular de Albania. Enver Hoxha asegura la función de Primer Ministro hasta 1954, pero permanece de hecho como dirigente de Albania hasta su muerte. Suprimiendo toda oposición –en particular la del clero católico–, emprende un programa de industrialización y de reformas agrarias fundado sobre las nacionalizaciones y la colectivización. Primero aliado a Tito, rompe con Yugoslavia en 1948 y se vuelve hacia la Unión Soviética. Opuesto a la desestalinización emprendida por Jruschov, Enver Hoxha acaba rompiendo toda relación diplomática con la URSS a fines del año 1961. Albania se alinea entonces con el comunismo chino pero todavía Enver Hoxha rompería con la China en 1978, en consecuencia a la aproximación sino-estadounidense. Más que nunca el dirigente albanés acosando toda desviación ideológica, defiende la tesis stalinista de la edificación del «socialismo en un solo país», y se mantiene a la cabeza de una de las dictaduras más duras de Europa del Este estando siempre aislada políticamente y económicamente. Enver Hoxha conserva el poder hasta su muerte, en abril de 1985». (Enciclopedia Microsoft Encarta 2004, © 1993-2003 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos)

Con el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) y Abimael Guzmán se pensaría que el revisionismo maoísta ya ha estirado todo lo posible su crítica, ya que hemos observado unas penosas posiciones donde lejos de un análisis marxista-leninista, se zozobra en el sentimentalismo idealista clásico del revisionismo maoísta entorno a la figura de Mao Zedong, acompañándose siempre de una seria y clara falta de conocimiento y perspectiva histórica. Pero todavía nos queda ver ciertas  posiciones del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB). Dicho partido, como dijimos, pese al nombre nunca ha tenido que ver con la línea del Partido del Trabajo de Albania (PTA). Dicho partido a la hora de evaluar ciertas cuestiones fundamentales como las de éste capítulo, no cayó en estos errores tan lamentables y ocupa un sitio muy distinto. Los miembros del PCMLM no dejaron de observarlo con preocupación. Para ellos, «El Partido del Trabajo de Bélgica lleva en el seno del Movimiento Comunista Internacional una lucha ensañada contra el maoísmo». El PTB derribó en efecto ciertos mitos alrededor de Mao Zedong poniendo en evidencia las graves «debilidades» de su lucha contra el revisionismo. El PCMLM comprendió bien que si se incitaba estas conclusiones a su término lógico, la imagen de Mao Zedong como «gran marxista-leninista» efectivamente se vería hecha pedazos. En efecto, después de haber afirmado que:

«El partido comunista chino en tiempos de Mao Zedong ya había cometido ciertos errores de análisis y de línea». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)

Y que:

«Basándonos en los principios formulados por Lenin y Stalin, criticamos ciertas posiciones nacionalistas y titoistas, exprimidas por Mao Zedong». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)

No quedaba pues, mucho de ese mito de «gran marxista-leninista».

¿Podemos decir que el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) lleve una lucha completa contra el revisionismo maoísta? Ciertamente, no, ya que a pesar de los graves errores de Mao Zedong ellos no dudan en afirmar que «Stalin y Mao Zedong son las dos grandes figuras que dominaron el Movimiento Comunista Internacional desde el 1923». Objetivamente, el PTB  se ata a la idea de preservar el mito de Mao Zedong como gran marxista-leninista que: «habría cometido errores», sin que fuera por ello menos marxista. El modo en que el Partido del Trabajo de Bélgica reconoce los errores de Mao Zedong nos recuerda el principio del árbol que oculta el bosque.

Con relación a las posiciones proalbanesas y promaoístas, el Partido del Trabajo de Bélgica actualmente ocupa una posición centrista. Desde el punto de vista del Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta de Francia  ellos renegaron de Mao Zedong. Desde el punto de vista de los marxistas-leninistas que se adhirieron a los análisis del Partido del Trabajo de Albania ellos no consiguieron librarse del mito de Mao Zedong y todavía no asimilaron o no estudiaron todo el trabajo que el albanés les podía proporcionar contra el revisionismo incluyendo el de Mao Zedong.

[Los marxista-leninistas albaneses denunciarían varias veces este pretendido camino intermedio y centrista en la lucha contra el revisionismo:

«En la lucha contra el revisionismo moderno, al igual que frente a todos los demás problemas, la única posi­ción correcta es la posición de principios. Con los principios no se puede traficar, cuando se trata de la defensa de los principios no hay que detenerse a mitad del camino, no hay que mantener jamás una actitud vacilante y opor­tunista. La lucha entre el marxismo-leninismo y el revi­sionismo es una manifestación de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo. En esta lucha no puede haber una línea in­termedia. La línea del «término medio», como ha demos­trado durante largos años la experiencia histórica, es la línea de la conciliación de los contrarios, que jamás pue­den conciliarse, es una posición inestable y momentánea. La línea intermedia no puede servir ni siquiera para enmascarar la desviación de los principios marxista-leni­nistas, puesto que la lucha contra el revisionismo, si no se inspira en motivos ideológicos, sino únicamente en ciertas contradicciones económicas o políticas, sobre bases nacionalistas y chovinistas, es un bluff y no llegará muy lejos. Quién se atiene a esta línea en su actitud hacia los renegados del marxismo-leninismo, tarde o temprano, corre el peligro de caer, él mismo, en las posiciones de éstos». (Enver Hoxha; Informe en el  Vº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1966)

En especial en lo concerniente al sentimentalismo hacía el mito de Mao Zedong:

«Llegamos a la conclusión de que entre algunos partidos comunistas, marxista-leninistas, de los países latinoamericanos, existen algunos problemas actuales sobre el comunismo internacional, en particular respecto a la desviación de los revisionistas chinos. (...) Condenan toda la actividad política, económica y militar de la China actual y sobre todo la teoría de los «tres mundos». Respecto a esta teoría, así como otros problemas, pero especialmente en esto, estos partidos están de acuerdo totalmente con nuestro partido. (...) Así que podemos decir que la lucha en contra de esta teoría hasta cierto punto ha sido bien comprendida y se está luchando contra esta teoría. Sin embargo, estos partidos no profundizan, o no tienen suficientes datos para profundizar más y para encontrar el verdadero origen de esta desviación antimarxista del Partido Comunista de China, por lo tanto, creen que la traición del periodo actual ha caído como un rayo, que nació de repente un día y no deriva de ninguna fuente anterior». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

a) Por ejemplo los que condenan los encuentros con Nixon y Kissinger, pero no entienden las razones que llevaron a ellos, ni las declaraciones, comunicados y consecuencias prácticas de ellos:

«Los líderes de varios partidos de América Latina reconocen algunos errores de Mao Zedong, pero de forma superficial y no profundizan en el origen de ellos. Por ejemplo dicen que Mao Zedong cometió un error al recibir a Nixon de un modo cortés, pero no encuentran en este encuentro el hecho de que se profundizó el cambio de estrategia de Nixon o que impulsó con mayor fuerza la estrategia de Mao y el Partido Comunista de China de acercamiento al imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

b) Los que condenan el tercermundismo y el apoyo a organismos del «segundo mundo» como la Comunidad Económica Europea (CEE) o la OTAN, pero no entienden que esa fue la teoría y política practicada en vida por Mao:

«Con respecto al tercer mundo» y la alianza con este mundo con el «segundo mundo», los líderes de varios partidos de América Latina no tienen la suficiente perspicacia para ver que ha sido Mao quién ha predicado esta teoría, y dicen que fue Deng Xiaoping. Si admitimos que Mao cometió un error al acoger a Nixon pero no reflexionamos sobre las razones por las que le recibió, ni de los eventos y resultados que trajeron esos encuentros, entonces podemos decir que la teoría de los «tres mundos» corresponde a otros y no a Mao. Pero de hecho, esta teoría es de Mao, no sólo porque ha predicado esta teoría y esta alianza, sino porque la expectativa de Nixon y el acuerdo alcanzado con los Estados Unidos son la evidencia de que esta era la teoría de Mao Zedong». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

c) Los que condenan la constante lucha fraccional en el partido revisionista chino, pero no entiende las teorías de Mao que permitieron y dieron pie no solamente a ese liberalismo y pluralismo dentro del partido, sino también la cuestión cultural o la cuestión de la negación del rol del partido comunista en la sociedad:

«Otra cuestión: los dirigentes de estos partidos condenan la existencia de las «dos líneas» en el Partido Comunista de China. Pero antes de que se condene la existencia de estas dos líneas en el partido entonces deberían, analizar a fondo esta cuestión y rastrear las raíces de lo que significa dejar dos líneas en el partido. Pero la cuestión aquí no es sólo las llamadas «dos líneas». Aquí hay muchos interrogantes, las «muchas flores», y «muchas escuelas» que Mao Zedong predicó que tenían que florecer. Es el tema del pluralismo de partidos y la igualdad de derechos de los partidos burgueses respecto al partido comunista en el poder, después de la liberación China, etc». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

d) Los que reconocen los errores de Mao en cuanto a la construcción del partido, en cuanto a nombrar a los sucesores, pero eso no les hace reflexionar:

«Algunos camaradas de partidos de América Latina dicen que Mao Zedong hizo mal al nombrar a Lin Piao como su sucesor y tipificarlo en los estatutos del partido. Es decir, saben que esto fue un error teórico y organizativo, que no cumple la democracia proletaria de un partido comunista. (...) Precisamente esto debe hacer profundizar a algunos partidos marxista-leninistas de América Latina y no sólo contentarse con decir que fue un error». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

Vale afirmar que Ludo Martens y el PTB, son el claro ejemplo de una figura y un partido que jamás lograron desligarse del sentimentalismo, lo que les impidió salir del fango revisionista, intento que quedó en una anecdótica leve e insuficiente autocrítica. - Anotación de Bitácora (M-L)]». (Vincent GouysseComprender las divergencias sino-albanesas, 2004)

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