martes, 25 de marzo de 2014

Crítica al documento: «El PCPE explica el porqué de no participar en la Marcha de la Dignidad»; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

Traemos esta entrevista a propósito de los documentos referentes a las desviaciones «izquierdistas» y «derechistas», iremos comentando cada respuesta del secretario del Partido Comunista de los Pueblos de España, Carmelo Suárez, para hacer más didáctico el ejercicio. Pronto veremos que incluso un partido tachado normalmente de desviación derechista, puede albergar en su seno desviaciones izquierdistas sin mucha dificultad. Es la consecuencia normal de un partido sin una base ideológica marxista-leninista, de no haber leído y extrapolado las lecciones básicas de los clásicos del comunismo, ese zigzag entre desviaciones izquierdistas y derechistas es la única consecuencia lógica ante la incapacidad de cubrir sus acciones prácticas partiendo de un conocimiento teórico sólido. La entrevista ha sido extraída de Entrevista de Diario Octubre / inSurGente.

El documento:


Pregunta: ¿Qué momento social y económico está atravesando el país, Carmelo?

Carmelo Suárez: El momento actual es el de una fase de recomposición de las distintas fuerzas, de sus estrategias y de sus programas. El brutal impacto de la crisis capitalista –que no cede, por mucho que digan desde ciertos lugares– está poniendo a prueba las capacidades de cada organización, y de cada clase social, para desarrollar las estrategias que corresponden a sus intereses y a sus mismos proyectos futuros para la sociedad de este país, para sus distintas clases.

Hay quienes viven la situación con un cierto desespero por obtener resultados en lo inmediato, y creen que a la vuelta de la esquina su posición en la sociedad va a cambiar, y por ello desarrollan una línea errática y coyunturalista, donde es el último dato publicado aquél que determina la acción política.

Las clases dominantes viven una profunda crisis multifacética de su superestructura: sistema de partidos, la monarquía, el modelo es Estado, así como una variedad de consensos sociales que hoy se encuentran muy debilitados.

Para la opción revolucionaria este es un momento de acumulación de fuerzas y de consolidar posiciones, sin perder de vista el objetivo estratégico, teniendo capacidad para desarrollar las acciones tácticas coherentes con la estrategia. La tarea central es organizar el contraataque.

La situación para la clase obrera y los sectores populares es brutal, el sufrimiento y la miseria se extienden por los barrios obreros, y afecta también a la pequeña burguesía proletarizada. El futuro será más duro, el estado burgués se vuelve cada día más dictatorial y la guerra generalizada de la burguesía contra la clase obrera está dejando muchos cadáveres en el camino.

La lucha es por el poder obrero y por el socialismo.

Comentario de Bitácora (M-L): La primera obligación de un partido de vanguardia del proletariado es la organización de su clase; así el objetivo estratégico fundamental en ese fin –y que pasa por la acumulación de fuerzas– no es aunar un buen número de votantes fieles para un mero «contraataque» electoral ni una política pasiva de «resistencia» armada como preconizan algunos románticos del guerrillerismo-terrorismo con sus atentados. Ni ese reformismo oportunista ni ese terrorismo desesperado llevan al movimiento hacia una acumulación real de fuerzas ni a la deseada transformación social de la que parlotean de tanto en tanto. Nosotros no estamos hablando ni de socialdemocratismo ni de anarquismo, nos referimos a una actividad seria y rigurosa que haga coincidir las «condiciones objetivas» del momento –que no dependen de nuestra voluntad– con las «condiciones subjetivas»; estas últimas son el fruto de la labor sociopolítica de un partido marxista-leninista. 

Este tiene que ser sólido en pensamiento y acción, el cual debe contar con una línea política reconocible hasta para quien no tiene nociones políticas. Este eje es el único punto de apoyo posible que sirve para aunar a las capas más conscientes del pueblo, y si este juega sus cartas correctamente posibilitará en un futuro el aumento progresivo de sus afiliados, recursos y actividad como para poner en jaque de verdad al sistema. Antes de ello, debe llegar al punto de lograr el autoconvencimiento de una parte fundamental de las masas laboriosas –por su propia experiencia– de la correcta línea del partido y sus acciones, de sus propuestas, en definitiva, de la necesidad de hacer la revolución para cambiar sus vidas de arriba a abajo. Esto solo puede ocurrir si dicha organización logra fabricar naturalmente cuadros cada vez más probados, con más experiencia y más eficaces, esto es, los dirigentes que puedan acumular y encabezar luchas a nivel local, regional y nacional contra las instituciones burguesas y sus fuerzas auxiliares. Esto incluye necesitar a gente para todos los campos: para la tribuna parlamentaria, el trabajo sindical, los artículos periodísticos o en las barricadas, choques que tomarán un carácter violento y no violento dependiendo del contexto político del momento. 

En resumidas cuentas, estamos hablando de toda una serie de condiciones que puedan hacer a una fuerza de oposición desencadenar finalmente la toma de poder, hacer rendir el pabellón burgués. Vale decir que el trabajo por desarrollar las condiciones subjetivas ha de darse también cuando las condiciones objetivas no son propicias, y así estar preparados organizativa e ideológicamente hablando para cuando las condiciones objetivas acaben dándose. De hecho, este retraso en la acumulación de fuerzas, esa desorganización del proletariado, es lo que hace que no se avance ni siquiera en luchas menores, lo que ha permitido al capital en crisis, desarrollar todo un enjambre de políticas encaminadas a vaciar de contenido el derecho laboral o el acceso a la sanidad y educación. Es por ello, que aislando al partido de estos sucesos no puede cumplir la misión de vanguardia, que como organizador de los elementos obreros más conscientes debe ocupar, y se acaba zozobrando en una autosatisfacción basada en meras consignas.

Por supuesto, un movimiento político que nada en el fraccionalismo y que muda de posición como las serpientes cambian de piel no es garantía de nada ni puede convencer a nadie serio para sumarse a su proyecto, del mismo modo que un partido que no ostente la hegemonía en las organizaciones fabriles, agrarias, estudiantiles, vecinales y sociales carece de toda influencia para realizar cualquier acción seria, sea pequeña o de gran envergadura, armada o pacífica, sea una manifestación, una huelga o una insurrección, porque si no ha sido capaz de organizar su «corral», no puede pretender desarrollar un trabajo de masas fuera de él compitiendo con otros «gallos». 

Sin esta consciencia y disciplina, primero en lo interno, nadie nuevo les seguirá salvo algún pequeño puñado de despistados inocentes que no durarán mucho o que no servirán más que de comparsa en una marcha fúnebre hacia la nada. ¿Y por qué optan quienes no han logrado aun solucionar ni lo primero ni lo segundo? Para empezar, lo raro es que reconozcan tales carencias. La mayoría de los que sí reconocen tales problemas optan por resolver su debilidad no tomando cartas en el asunto sobre su evidente fragilidad ideológica, ni tratando de aclarar y deslindar lo que les separa de otras formaciones, ni siquiera reforzando su trabajo de agitación y propaganda en diversos sitios. Ellos, simple y llanamente, piensan que la opción más rápida y factible para solventar su falta de transcendencia es realizar concesiones inaceptables y pactos oportunistas en los que, además, no llevan la voz cantante. De esta manera, nunca lograrán salir del pozo, o peor, si lo hacen será a efecto de ser un actor secundario de una tragicomedia burguesa. 

Los marxistas han de saber que, sin lo segundo –un trabajo de organización de masas efectivo–, jamás se logrará organizar la revolución, pero sin lo primero, –un esclarecimiento ideológico absoluto sobre a dónde se quiere ir y de qué forma–, directamente no se logrará ni ese trabajo de masas efectivo, ni mucho menos, claro está, la ansiada revolución. Esto no lo decimos nosotros, lo dice la historia. Los revolucionarios no han llegado a nada transcendente intentando ocultar sus posturas o regalándole a la pequeña burguesía los debates y terminología que se deben dar. 

¿Y qué hay de la cuestión estratégica y táctica? Como en todo, se trata de mantener un equilibrio sobrio. Si en las líneas anteriores estamos criticando el «practicismo ciego» y la «debilidad ideológica», esto no quiere decir, claro está, que para diferenciarnos del resto debamos ponernos a jugar a la «futurología» anticipando las tareas que enfrentaremos de aquí a dos años, dado que el trazar planes y perspectivas debe hacerse no «sobre el papel» y las fantasías de cada uno, sino solamente sobre la base de la situación concreta, la cual debe de haber sido bien reflexionada. Por mucho que sepamos o intuyamos «cuál será el siguiente paso», la dialéctica del tiempo puede modificarlas dándonos muchas sorpresas. Ergo, la planificación revolucionaria debe partir de atender las demandas, fortalezas y deficiencias del grupo y el entorno en que se mueve, sin resolver esto en un «hoy» no se podrá ir concatenando un escalafón con el siguiente, es decir, no habrá «mañana». Como igual de claro que está que si en cada momento, sean tareas humildes o transcendentes, se prescinde de una brújula, de un plan de ruta a seguir, de una crítica y autocrítica sobre cada paso dado, el viaje a emprender acabará siendo una Odisea donde las circunstancias moverán nuestra nave a su antojo, solo que a diferencia de Ulises no será por culpa de los «caprichos de los Dioses» sino de nuestra propia falta de previsión. A diferencia del él nosotros no retornaremos a Ítaca, sino a la casilla de salida. Y estos «imprevistos» continuos terminarán, como les ocurrió a los marineros del héroe griego, con la desmoralización o locura de nuestras tropas.

Entonces, por favor, señores revisionistas, ahorraos el ridículo hablando de «resistencia armada» cuando no tenéis capacidad ni para salir indemnes de una manifestación. No deis lecciones de «clandestinidad» cuando retrasmitís en redes sociales toda la actuación de vuestra célula a cara descubierta –cenas y fiestas incluidas–. No habléis de «trabajo de masas» cuando vuestra organización no mueve a nadie salvo su parroquia y sois unos completos desconocidos para millones de personas. Se presume de algo cuando se tiene, no cuando se está igual o peor que el resto. 

En el mismo tono, instamos a los pusilánimes reformistas a que dejen de vendernos caminos mágicos para superar el capitalismo que no se han dado jamás y no se darán mientras el capital nacional y sus aliados internacionales tengan suficiente aliento y fuerzas –pues no existe experiencia histórica donde la burguesía se haya rendido ni en la que no haya intentado retomar el poder por formas coercitivas–, así que parad de darnos la monserga sobre la necesidad de luchar para que el sistema respete los «derechos eternos del hombre», como la «libertad», la «democracia» y todo tipo de pamplinas. El pueblo tendrá todo eso –y más– de forma materializada cuando sea consciente de sus condiciones y de su fuerza, cuando conozca su propia historia y la mire sin temor a distinguir la gloria de los errores. Solo entonces sabrá poner los puntos sobre las íes, pues nada de provecho sacará escuchando a una panda de posibilistas que siempre le conduce a la indefensión, la derrota y la humillación.

«Queremos que nuestros partidos de los países capitalistas actúen y procedan como verdaderos partidos políticos de la clase obrera, que desempeñen en la realidad el papel de un factor político en la vida de su país, que lleven a cabo en todo momento una activa política bolchevique de masas y no se limiten sólo a la propaganda y a la crítica, a lanzar meros llamamientos a la lucha por la dictadura proletaria. (...) Queremos que aprendan lo antes posible a nadar en las aguas tempestuosas de la lucha de clases y que no se queden en la orilla como observadores y registradores de las olas que se acercan, esperando el buen tiempo». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe ante el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto, 1935)

En ese sentido es preciso aclarar que si bien la lucha es por la revolución proletaria y el socialismo, dadas las condiciones actuales, la lucha debe de encaminarse en lo inmediato a mantener, o a evitar, la reducción de los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos en general bajo la democracia burguesa y de este modo evitar la pauperización de las masa, es en esa lucha y en esa defensa de los derecho económico-políticos en que el pretendido partido comunista ha de ganarse la confianza de las masas. Saltarse esa realidad es confundir la propia conciencia con la de las masas, es pecar de «izquierdismo». Klement Gottwald dice acertadamente:

«Los comunistas, somos partidarios de la democracia soviética, de la democracia proletaria; de esta democracia que es mientras existan clases, la más amplia, es la que mejor responde a los intereses del pueblo trabajador. Por esta democracia luchamos nosotros. Pero si la democracia burguesa, si los derechos democráticos que esta democracia concede al pueblo trabajador y que el pueblo trabajador hubo de arrancar luchando duramente, se ven atacados por el fascismo, somos, naturalmente, partidarios de la defensa de estos derechos democráticos. Y si queréis que llamemos a esto defensa de la democracia, llamémoslo. Acerca del nombre que hayamos de darle, no vamos a discutir». (Klement Gottwald; Por el frente popular del trabajo, la libertad y la paz; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 7 de agosto, 1935)

En estas situaciones, se debe formar un frente –donde el partido comunista debe luchar por dominarlo– con toda organización que acepte las mismas reivindicaciones, sean partidos, sindicatos o elementos sin partido o apolíticos, llámese este frente del trabajo, frente popular, o frente único de los trabajadores, etc. La Komintern en 1922, en particular hablando del deber de agrupar a los obreros ante una crisis económica –de similar calado a la actual–, donde se estaban llevando graves ataques a los derechos de los trabajadores decía:

«El frente único significa la asociación de todos los obreros, ya sean comunistas, anarquistas, socialdemócratas, independiente, sin partido, o incluso obreros cristianos, contra la burguesía. Con los líderes, si lo quieren así, sin los líderes si permanecen indiferentes y a un lado, y en desafío de los líderes y en contra de los líderes si sabotean frente unido del proletario. Y este verdadero frente común en la lucha común está obligado a formarse. Debe formarse si la clase obrera quiere defender sus intereses más fundamentales y elementales contra la ofensiva capitalista. (...) A pesar de todas las diferencias en nuestros puntos de vista políticos, debemos dejarlas a un lado y trabajar juntos para organizar el frente único contra los capitalistas. Ya sea un frente unido de todos los obreros del mundo, o el hambre y la degradación de la clase obrera. Así es como está la cuestión». (Informe al Comité Ejecutivo de la Komintern sobre los resultados de la Conferencia de Berlín, 1922)

Pero quizás para el PCPE, conocer todos estos pasajes sobre los frentes y demás tácticas trazadas por los marxista-leninistas a lo largo de las diferentes situaciones históricas es pedir demasiado. También quizás debido al desconocimiento histórico del comunismo y sus hazañas, no sepan en dicho partido que los soviets rusos en sus inicios no fueron bonitas asambleas dominadas por bolcheviques a los que las masas acudían por la preciosa voz de sus voceros, sino, que fue en base a trabajar –de entre otros lugares– en esos soviets dominados por mencheviques y eseristas, que la revolución rusa de 1917 pudo ser coronada con éxito, en resumen: gracias a que los bolcheviques no se quedaron: «en la orilla como observadores y registradores de las olas que se acercan, esperando el buen tiempo», sino a que pugnaron en sindicatos, en el frente de la guerra, en los soviets, en las asociaciones juveniles, y demás, por arrebatar los puestos y la influencia a los reformistas, se pudo granjear la confianza de las masas y lanzar la insurrección con ellas, hacer la revolución proletaria.


Quizás lo que es demasiado pedir al PCPE, es que como supuesto partido que aspira a ser la vanguardia, trabaje con las masas más allá de su zona de confort.

Pregunta: ¿Se corresponde la respuesta que está dando la clase obrera a la situación a la que le somete el capitalismo?

Carmelo Suárez: La clase obrera no tiene hoy la capacidad suficiente para dar la respuesta que correspondería al ataque de la burguesía. Después de la fase en que las huelgas generales fueron una opción real, ahora lo que estamos viviendo es la respuesta más combativa de colectivos concretos de empresas con un mayor grado de conciencia, que se constituyen en referente para toda la clase. Panrico, minería, Coca Cola, etc. Pero la huelga general es siempre un elemento central de la lucha de la clase obrera.

En esta situación el daño que el reformismo ocasiona a la clase obrera es tremendo. Distrae del programa y del camino que toca hoy en función de la agudización de la lucha de clases, genera ilusiones de superación de la situación actual dentro de los límites del sistema, sin acometer un grado mayor de combatividad y de confrontación, y por ello debilita la capacidad de lucha y de acumulación de fuerzas. Llevan a la clase obrera a los pies de la burguesía y paralizan el conflicto social.

Comentario de Bitácora (M-L): Las luchas gremiales solo son eso, gremiales, aunque en las condiciones actuales tienen una cierta connotación que permite la solidaridad «general», eso no las convierte en referente, sino que evidencia lo que ya hemos comentado, lo limitado de esas luchas, la más que posible aparición, incluso entre los comunistas, de una desviación sindicalista. Pero lo fundamental aquí es la carencia de una verdadera vanguardia proletaria que se gane y dirija esas luchas, que las enlace con otras alejadas de meras reivindicaciones económicas, ese el problema real. 

En este caso el PCPE reconoce que la clase obrera no tiene fuerza para rechazar los envites del capital, pero tampoco se pretende reagruparla, ya que desprecia la puerta abierta que le brinda la lucha sindical, regala los sindicatos a los reformistas de los cuales se queja. La lucha económica por las reivindicaciones inmediatas es un factor que el PCPE parece despreciar totalmente, todo ello, pese a su adhesión a tomarla en cuenta verbalmente en su IXº Congreso de 2011. Esta postura se añade a su baúl particular de estrategias y tácticas para reforzar el inmovilismo mientras se mantiene el folclore de partido comunista. ¿Para que declarar que se atenderá a las luchas de masas y se ganaran las organizaciones de masas en los papeles del congreso? ¿Para que quede como una bonita enunciación doctrinal para la historia? ¿Para que son entonces un partido sino es para tratar de capturar la influencia en los centros neurálgicos del proletariado? ¿Para vivir de las cuotas de los militantes?

Si bien es ridículo negarse a trabajar en las organizaciones de masas, mucho más es proclamar que un leve apoyo en votos, tras una alianza con un grupo oportunista, supone un avance en la conciliación de la clase obrera:

«En las últimas Elecciones Generales las candidaturas del PCPE, que han contado con el apoyo de UP, a pesar de todas las trabas impuestas para evitar la presencia de la opción comunista, han incrementado significativamente sus votos allá donde conseguimos vencer las barreras impuestas, lo cual es una primera expresión de un cambio en la conciencia de clase obrera. Se crean así nuevas condiciones para la lucha política revolucionaria». (Partido Comunista de los Pueblos de España y Unión Proletaria; La lucha del pueblo por el socialismo arrasará con la monarquía y el capitalismo, 5 de diciembre de 2011)

Como se ha visto la alianza temporal de los viejos brezhnevistas del PCPE con los viejos maoístas del UP no ha servido para mucho. Los irrelevantes 24.000 votos del PCPE en las elecciones de 2011 respecto a los 12.000 de 2008 «no reforzaron» nada, tampoco «creó nuevas condiciones» para nada relevante para el movimiento obrero como anuncia orgullosamente Carmelo Suarez, esto no es posible porque incluso con los esfuerzos por converger con otras formaciones en las elecciones, el PCPE no tiene influencia real en la clase obrera para desatar una leve inquietud en el desarrollo político y en la conciencia general de las masas, en cambio esta maniobra de alianzas y este concepto de las elecciones ayudó crear mayor confusión entre sus propios militantes sobre el cretinismo parlamentario y el eclecticismo ideológico.

Esta es la clásica ocasión donde el tópico de una consigna de una desviación izquierdista –el no participar en los movimientos y organizaciones de masas– se funde con los objetivos de una desviación derechista –el basar todo en pedir el voto–:

«El hecho de que las tendencias «ultraizquierdistas» coincidan muy a menudo con las tendencias del oportunismo declarado no tiene nada de asombroso. Lenin dijo en repetidas ocasiones que la oposición «ultraizquierdista» es el reverso de la oposición derechista, menchevique, declaradamente oportunista. Y eso es muy cierto. Si el «ultraizquierdista» defiende la revolución sólo porque espera mañana mismo su triunfo, está claro que deberá caer en la desesperación y desilusionarse de la revolución si ésta se retrasa, si no triunfa mañana mismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre las desviaciones socialdemócratas en nuestro partido, 1926)


De hecho, en esta cuestión sobre las huelgas, una posición inactiva muy común en todas las organizaciones reformistas, nos recuerda al panorama de la socialdemocracia, que también censuraba que la clase obrera usara convocara esta arma para defenderse o  fuera participe de ellas:

«Los jefes reaccionarios del socialismo gubernamental basan su política de colaboración de clases en el siguiente engaño: los viejos medios de la lucha de clases –la huelga, las manifestaciones, el echarse a la calle, etc.– están anticuados. Hemos inventado medios de lucha de clases mucho más cómodos. ¡Obreros, votadnos en gran número para el parlamento, que tengamos muchos ministros, y estos se encargarán de librar por vosotros la «lucha de clases» desde arriba en los consejos de ministros! Podéis estaros tranquilos y no os dejéis perturbar y arrastrar a «acciones irresponsables», como lo son las manifestaciones y las huelgas; ya nos encargaremos nosotros de arreglarlo desde arriba, sin que vosotros necesitéis esforzaros ni arriesgar nada». Como es sabido, la clase obrera ha tenido y tiene todavía que pagar muy cara esta clase de política. Y no sólo porque con este modo de dirigir la «lucha de clases» el capital y la reacción han conseguido sus fines a costa del pueblo trabajador, sino también porque esta política ha sembrado y siembra la confusión en la conciencia de clase de las masas obreras, quebrantando su capacidad combativa. Naturalmente que la clase obrera debe utilizar todas las posiciones de que dispone en el parlamento, en los municipios, etc. Pero la fuente de donde tienen que tomar su fuerza los representantes de los obreros en estas instituciones y otras semejantes reside en la propia clase obrera, en sus organizaciones, en su capacidad de acción, en su voluntad de luchar de un modo efectivo por las reivindicaciones planteadas. Sin la movilización de las masas desde abajo, los mejores y más honrados representantes de la clase obrera en las instituciones burguesas están condenados a la impotencia». (Klement, Gottwald, Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern; Discurso pronunciado ante el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1936)


No por casualidad uno de los cismas de los 80 entre el gobierno del PSOE y el sector más «combativo» del sindicato UGT fue el de si era lícito convocar una huelga con los socialistas en Moncloa, ya que estos pedían a sus «camaradas de sindicato» que todo podía ser resuelto desde el gobierno, es decir desde arriba, intentando someter a los sindicatos al partido, militarizarlo al modo trotskista, y quitando una herramienta de la clase obrera para testar si la política del partido en el gobierno era correcta o no.

Al final el fin es el mismo: pretenden rehuir la problemática de la lucha de clases, o bien apagando dichas manifestaciones económicas y desviándolas hacia el reformismo –papel de la socialdemocracia y su agencia la aristocracia obrera–, o bien dejándolas a su suerte en manos reformistas –papel del PCPE en este sentido–. Por tanto la huelga, como «opción real», como auxiliar de lucha, será una opción mientras el partido comunista sepa utilizarla, bien para una lucha sobre derechos parciales –lucha económica– o como preludio de una insurrección –lucha política–; abandonar a su suerte este terreno sería otra estupidez.


Pregunta: El pasado sábado se desarrolló una importante movilización en Madrid, ¿qué opinión tiene el PCPE?

Carmelo Suárez: El PCPE no ha participado en la organización de las marchas. Este movimiento es una expresión de lo que te decía en el párrafo anterior.

Se trata de un movimiento interclasista que se mueve dentro de los límites del sistema. Plantean reformas, un programa socialdemócrata, que no combate al capitalismo. Sus propuestas se sitúan en el campo de la ética y de los derechos humanos. Nadie niega esos elementos, pero con esos elementos no se camina fuera del capitalismo –que es lo que hay que hacer–, por mucha marcha que se haga y por mucha gente que se reúna.

Allí donde hay intervención de colectivos obreros y/o populares que participan, y que suelen luchar junto al PCPE, nuestro partido siempre encuentra formas de participación en las movilizaciones, sin por ello avalar los contenidos de las convocatorias, explicando nuestra propuesta y diferenciando nuestra intervención política del limitado horizonte que patrocina estas marchas.

Comentario de Bitácora (M-L): Asumiendo que las reivindicaciones de la organizaciones convocantes a la marcha son más bien económicas. Es incomprensible que un partido que se pretende de clase eluda tomar parte en un movimiento multiclasista ¿NO es acaso la acción en este tipo de eventos y organizaciones en donde el partido comunista ha de actuar para acumular esas fuerzas que menciona el secretario general del PCPE? En esencia se trata de una lógica profundamente izquierdista ya combatida por Lenin, tomando en consideración que esa acción no ha de significar nunca el abandono de principio:

«No actuar en los sindicatos reaccionarios [Nota de Bitácora (M-L): y en cualquier organización similar de masas] significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u «obreros aburguesados» (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

El deber del partido comunista es encabezar tanto la organización como el proceso del mismo en la calle, ganándose a las masas sabiendo comprender el estado de ánimo de las masas y apoyando sus reivindicaciones, no dejándolas a su suerte.

Pregunta: ¿Cómo valora que ni UGT ni CC.OO hayan convocado a la movilización del 22M?

Carmelo Suárez: Esas dos organizaciones sindicales viven presas de su línea de compromisos con el Pacto Social, muchas veces no saben qué hacer ante determinados acontecimientos, e improvisan y –en ocasiones– actúan de forma contradictoria. En algunos sitios sí han participado, pero así, como llevados por la corriente.

Comentario de Bitácora (M-L): La no participación de los «sindicatos amarillos» responde esencialmente a que su dirigencia tiene carácter de «aristocracia obrera», y en esencia son consustanciales al capitalismo, sus reivindicaciones –cuando las hay– siempre se enmarcan en lo económico y nunca hay vinculación con lo político; en ese sentido no son contradictorias, son sencillamente instrumentos de dominación al servicio de la clase dominante; pero esto también obedece a que no hay un acción comunista al interior de esas organización encaminadas a subvertir ya no solo la forma organizativa y el programa de conciliación, sino a transformar cualitativamente esas reivindicaciones económicas. Hay que dirigir la:

«Transformación de la huelga económica en política y de la huelga política en insurrección». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)
 


Y parece que nadie de los grupos que se etiquetan como comunista se han encaminado a realizar tal trabajo, el PCPE claro está, tampoco.

Pregunta: ¿Cómo afronta el PCPE las elecciones europeas? ¿Ha trabajado para ir coaligado con otras organizaciones de la izquierda revolucionaria?

Carmelo Suárez: Nuestra posición es clara: por la salida del euro, de la UE y de la OTAN. Hoy no existen otras fuerzas del campo revolucionario, dentro del Estado, capaces de asumir este programa. Nuestras alianzas son con sectores de la clase obrera, que sí entienden esta propuesta, y con ellos organizamos la lucha de todos los días.

Existe un marco de acuerdos europeos, con otros partidos comunistas y obreros, que también se sitúan en esta línea de denuncia del carácter imperialista de la UE y de una posición combativa contra ese proyecto. Para las elecciones se concretarán elementos compartidos con todos estos partidos, y ello será un avance significativo en la articulación de esta línea política.

Comentario de Bitácora (M-L): Este es el único punto de la entrevista donde podemos estar de acuerdo, pero esta respuesta se contradice con su anterior actitud de «no participación» en las recientes protestas, ya que en ellas también han existido «fuerzas revolucionarias» que abanderaran similares reivindicaciones, y el PCPE ha preferido distanciarse. En cuanto a esto, volvemos a poner un ejemplo de las tendencias izquierdistas que suelen surgir con la cuestión europea en este aspecto:

«¿No era acaso fácil demostrar a los de los trabajadores que la gran burguesía deseaba con todas sus fuerzas el triunfo del «sí»; poniéndose pues en ejecución, todo para que este referéndum legitimara todas las regresiones sociales contra los trabajadores de su parte, de una forma abierta y legal? ¿No era fácil demostrar a los ojos de las masas el pseudodemocratismo que reinaba en el seno de los medios de comunicación en el momento de los debates? ¿No era entonces fácil desmontarles a los trabajadores que la «democracia» burguesa tan alabada por los medios de comunicación podía ser en última instancia la dictadura de la burguesía? ¿Qué queda pues de provechoso, de la fraseología «revolucionaria» abstraída del Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta de Francia que apelaba a la abstención?». (Vincent Gouysse; Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004)


Ahí se refleja una actitud de no participación en reivindicaciones tan simples como un referéndum europeo, por la excusa de la manipulación de los medios, por ser unas elecciones burguesas etc., estos revisionistas maoístas, también podrían haber usado las excusas del PCPE y tildar al referéndum de: «interclasista»«que se mueve dentro de los límites del sistema»«que no combate al capitalismo», pero no hubiera borrado, como en la cuestión de las protestas hispanas, la cuestión de que una organización autodenominada comunista rechaza desplegar su actividad sobre las masas en cuestiones básicas.

Pregunta: ¿No nota en falta un gran Frente Comunista que ilusione a miles de personas?

Carmelo Suárez: Trabajamos para que el PCPE sea el gran Partido Comunista que recoja esas aspiraciones de sectores amplios de la clase obrera. Nuestra línea es organizar la lucha permanente de la clase obrera contra el capitalismo español, y por la revolución socialista. Estamos reforzando nuestra línea estratégica de intervención con la clase obrera, diariamente ganamos mayor presencia entre los sectores de la clase obrera más combativa, tenemos más influencia en los grandes conflictos obreros de este país, y vamos ganando capacidad de liderazgo. Por ese camino es por el que se superará la actual situación de la clase obrera, y del movimiento obrero clasista, conquistando un lugar más avanzado para las posiciones del sindicalismo de clase. Nuestra propuesta de creación de Comités para la Unidad Obrera va ganando posiciones en la lucha diaria.

El gran Partido Comunista que queremos para la clase obrera española vendrá como consecuencia de esa línea de trabajo, y de su articulación a nivel internacional, donde las fuerzas defensoras del marxismo-leninismo estamos dando una importante batalla contra las posiciones oportunistas.

Comentario de Bitácora (M-L): Que el PCPE se plantee un frente con otras organizaciones cuando tienen una clara desorganización ideológica y organizativa, lo único que logra con esto es una clara influencia de otras organizaciones sobre la suya, pérdida de militantes y fricciones internas, y de hecho así le pasa. Como sabemos es normal que el PCPE acuda a todo tipo de plataformas donde se hace gala de un republicanismo burgués y otros frentes/plataformas donde convergen con otras organizaciones oportunistas. Esta es una de las contradicciones de los partidos revisionistas, donde pese a saber que no están listos para afrontar un debate con otras organizaciones, se meten en todo tipo de alianzas y frentes conjuntos para intentar ganar influencia en las masas, aunque como decimos, debido a su poca preparación organizativa e ideológica, su militancia a causa de su falta de formación y ausencia de órdenes claras de la dirección, acaban confundida e incluso abandonando la formación en breve.

Pregunta: ¿Crece en militancia el PCPE y las CJC?

Carmelo Suárez: Estamos en una etapa de crecimiento, y de consolidación del proyecto, muy importante. El crecimiento es especialmente significativo en los CJC, la juventud está reaccionando de forma acelerada frente a la actual crisis del capitalismo, y al Partido están viniendo sectores de la clase obrera con un más elevado nivel de conciencia. Hoy somos una realidad organizada en todo el territorio del Estado, que consolida sus estructuras y que consolida su capacidad de intervención con las masas obreras.

Pero esto, con ser importante, tan solo está empezando. En fechas no lejanas podemos estimar que nos enfrentaremos a la compleja cuestión de gestionar un crecimiento de mayor entidad, lo cual siempre es una tarea de una muy alta responsabilidad para un Partido Comunista, pues en no pocas ocasiones un crecimiento que no se gestione bien puede aportar más problemas que soluciones. Caminamos con paso firme, con la determinación de hacer la revolución socialista en este país.

Comentario de Bitácora (M-L): Nadie se cree la perorata de que están creciendo, no nos pararemos a explicar demasiado una mentira tan evidente. Ellos verán si quieren avanzar ciegos y perder la poca influencia que les queda en su club de amigos. Ciertamente el PCPE se ha intentado hacer un hueco entre la juventud, mucha de ella intenta salir del PCE para buscar refugio en el PCPE, ya que lo ven más revolucionario, pero eso solo indica el bajo nivel de dichos elementos, más si tenemos en cuenta que vienen de una capa social tan endeble ideologicamente como la juventud, que siempre ha sido históricamente de las más manipulables por su poca experiencia.

El PCPE debería primero, si como partido comunista quiere presentarse, hacer un profunda crítica y autocrítica de su línea presente e histórica, Mejorar su táctica actual, en particular en este tema de las luchas de masas y alejarse de posiciones «izquierdistas» en estos puntos si de verdad anhela tener la confianza del obrero español.Empezar a trabajar de verdad por conquistar a las masas, y para ello debe hacer algo más que limitarse a la propaganda diciendo que luchan por el comunismo. Por otro lado debe desechar definitivamente las mismas desviaciones derechistas en errores que vienen desde su fundación como partido prosoviético, recordemos a qué bases correspondía su fundación en los 80:

«¿Qué hizo Ignacio Gallego cuando en 1963-1964 militantes y comunistas sin partido denunciaban y luchaban contra la política de los dirigentes del Kremlin, de la vía parlamentaria al socialismo y de la lucha por la paz como base del internacionalismo proletario? Ignacio Gallego hizo suya esa política, la defendió atacando a los que se opusieron a ella. ¿Qué hicieron Ignacio Gallego, miembro del CE. carrillista, y sus actuales comparsas, el Pere Ardiaca, el cura Salve y otros, cuando en 1964 se proclamó el PCE (marxista-leninista), precisamente sobre la defensa de los principios revolucionarios marxista-leninistas de Marx, Engels, Lenin y Stalin? Participar en los ataques contra nuestro Partido y apoyar la política revisionista del P«C»E. Pero ahora resulta que este individuo, demagogo y fanático pro-ruso, no se acuerda nada de todo esto, no se ha enterado que en este año hace 20 años que en España existe un Partido Comunista marxista-leninista. Ignacio Gallego y sus comparsas de reloj parado y desmemoriados, tampoco se han enterado de que la URSS hace ya muchos años que ha dejado de ser la patria del socialismo y que se ha convertido en una superpotencia reaccionaria e imperialista; que de socialista, la URSS actual sólo tiene la etiqueta y las formas externas establecidas en la época de Lenin y Stalin. Por cierto que, como seguidistas ciegos que son de la política del Kremlin, los jefes del nuevo partido pro-ruso son, cómo no, antiestalinistas confesos; parece incongruente con su demagogia pero eso no les importa gran cosa, lo que cuenta es hacer lo que les mandan. Olvidan también estos nuevos jefes del revisionismo pro-ruso en España, la naturaleza imperialista y los objetivos de la política exterior de la URSS, de la que nos ocupamos en otro lugar del periódico. Como al parecer no han registrado los cambios ocurridos en la URSS desde la muerte de Stalin –se les ha parado el reloj y atrofiado la memoria...–, pretenden confundir las contradicciones entre la URSS imperialista, que ha dejado de ser socialista, y el imperialismo yanqui y otros imperialismos, con la lucha entre el sistema capitalista y el socialista. Semejante tergiversación, que ha podido engañar a algunos de los seguidores de Ignacio Gallego, no tiene sólida base; el tiempo y los acontecimientos se encargarán de abrir los ojos sobre esta impostura a los que puedan creer en la buena fe y sinceridad de un Ignacio Gallego y Cía». (Elena Ódena; Una algama revisionista de reloj parado, 19 de enero de 1984) .

¿Se diferenciaba mucho el programa y eslogans reformistas de su fundación a los actuales?:

«Además, la demagogia «leninista» del programa presentado por la llamada Comisión Estatal al «Congreso de Unidad» no resiste el menor análisis verdaderamente comunista. Tras una extensa verborrea demagógica superrevolucionaria, el programa ni siquiera plantea la lucha hoy contra la Monarquía y por la República. Se dice que «en su día» –¿qué día y cuándo?– «se establecerá un Estado republicano federal». Por su parte, Ignacio Gallego declaraba a la prensa que «de momento no cuestionan la Monarquía de Don Juan Carlos» («El País», 14-1-84). Ni una sola palabra de condena explícita del franquismo, ni de la necesidad de depurar el actual Estado, ni los poderes fácticos, Ejército, etc., ni contra la tortura y la represión policial que aún se practican. Por otra parte, la perspectiva del socialismo se plantea, no desde el punto de vista de la revolución, de organizar el derrocamiento de la burguesía, sino de la «transformación» que cree el paso hacia el socialismo. «La democracia política y social implica, por consiguiente, la transformación del Estado hasta convertirlo en instrumento idóneo para la realización de estos objetivos –¡el socialismo!–». ¿No es ésta exactamente la base del revisionismo carrillista, del eurocomunismo? ¿No es ésta la aplicación lacayuna de la vía pacífica jruschovista al socialismo?». (Elena Ódena; Una algama revisionista de reloj parado, 19 de enero de 1984) 

El apoyo del PCPE, como el PCOE e incluso los maoístas del PCE (r) a la política ultrarevisionista de la Perestroika en la URSS durante los 80 demostraría que efectivamente, estos líderes estaban lejos de comprender los acontecimientos de la época, que no podían ser los líderes de un proceso nacional revolucionario en España. Todos los intentos de tapar el sol con un dedo que ha hecho el PCPE desde entonces –como el KKE y otros– de intentar aparentar que jamás apoyaron a los revisionistas soviéticos, solo es un bluf que puede conseguir hacer pasar a sus militantes más devotos, pero no a la clase obrera avanzada.

Sabemos que estos consejos son inútiles, la dirección del PCPE nunca va a realizar una autocrítica, porque le importa más el honor de las personalidades de su cúpula y de unas siglas –que por otro lado no tiene nada de lo que orgullecerse–; pero nosotros simplemente estamos exponiendo a sus militantes lo que es un partido comunista de verdad en base a las experiencias históricas de un partido comunista serio, al estilo bolchevique, y no una caricatura socialdemócrata como es actualmente el PCPE, que es más un grupo ensimismado en los círculos de nostálgicos del brezhnevismo que otra cosa, ya que no tiene presencia e influencia real entre las clase obrera. Requisito, que por otra parte se le presupone a un autodenominado partido comunista si es que realiza un trabajo de masas real». (Equipo de Bitácora (M-L); Crítica al documento: «El PCPE explica el porqué de no participar en la Marcha de la Dignidad», 2014)

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3 comentarios:

  1. Excelente análisis compañero. Asi es como se debe proceder, realizando críticas constructivas, nunca destructivas, para poder ver los puntos flacos y aprender de los errores. Sigue así, tienes artículos muy buenos.

    Saludos desde España.

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  2. El PCPE sí que participó en las marchas junto a los demás, donde no participó fue únicamente en la ORGANIZACIÓN de dichas marchas por razones ya comentadas por Carmelo Suárez. El título que acompaña el artículo es tendencioso y manipulado, cosa que derrumba por completo sus argumentos tachando al PCPE como izquierdista.

    Salud

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    1. Lee nuevamente el documento: no ha comprendido nada. Y permítame decirte, la participación mecánica de una organización que se pretende marxista-leninista en x o y acción, suponiendo que así fuera, es también una desviación…

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