viernes, 1 de mayo de 2015

Dimitrov sobre el Primero de Mayo y la actitud a tomar

Julio Minchev -  «Trabajo»

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La clase obrera del mundo entero conmemora este año el 50 aniversario del Primero de Mayo, jornada de la solidaridad proletaria internacional.

El Primero de Mayo fue elegido en 1889 como jornada de la solidaridad fraternal de los obreros de todos los países, como jornada de revista de las fuerzas proletarias, como jornada de lucha del trabajo contra el capital.

Al principio, eran pequeños grupos de la clase obrera los que celebraban este día, en los distintos países. De año en año, la fiesta proletaria del Primero de Mayo fue ganando en importancia. Los obreros proclamaban huelgas, se lanzaban a la calle, organizaban poderosas manifestaciones, estrechaban año tras año los lazos de su solidaridad internacional.

Pero, a lo largo del tiempo, los marxistas revolucionarios y los reformistas dieron un giro distinto a la jornada del Primero de Mayo. El partido bolchevique, el gran partido de Lenin y Stalin, celebró siempre ese día, desde el primer momento, como una jornada de lucha revolucionaria. Luchaba por las necesidades diarias de la clase obrera, preparando así mismo tiempo sus fuerzas para las futuras luchas revolucionarias contra la autocracia zarista y el capitalismo. En el manifiesto de Primero de Mayo de 1912, redactado por el camarada Stalin, el partido bolchevique proclamó ante toda Rusia, que por aquel entonces se hallaba postrada bajo el yugo del zarismo:

«En el día de hoy debemos declarar... que juramos luchar por el derrocamiento total de la monarquía zarista y que saludamos a la revolución rusa que se avecina y que habrá de emancipar a Rusia. (...) ¡Abajo el capitalismo!; Viva el socialismo!». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; ¡Larga vida al Primero de Mayo!, 1912)

No había nada que lograra impedir a los bolcheviques celebrar revolucionariamente el Primero de Mayo: ni las persecuciones de la policía zarista, ni la presión económica de los capitalistas, ni la rabiosa oposición de los mencheviques, que se manifestaban en contra del carácter revolucionario de la jornada de Primero de Mayo.

Muy otra era la actitud de los reformistas ante el Primero de Mayo. Toda su preocupación consistía en castrar el contenido revolucionario de esta jornada. De una jornada de afirmación de la solidaridad proletaria internacional y de revista de las fuerzas proletarias, el Primero de Mayo se convertía, para ellos en una fiesta anodina, inofensiva para la burguesía. En la actitud que unos y otros adoptaban ante el carácter y contenido del Primero de Mayo, se revelaba ya hace varias décadas la profunda diferencia de principios entre ambas corrientes del movimiento obrero en todo el mundo: entre la senda del bolchevismo y la senda del reformismo, que, andando el tiempo, habían de conducir a resultados diametralmente opuestos.

El reformismo, que divide a la clase obrera, que le imbuye la falta de fe en sus fuerzas y en su triunfo, que supedita su movimiento a los intereses de las clases explotadoras, permitió con ello que la burguesía se salvase en el periodo de las conmociones revolucionarias más profundas, que prolongase la existencia del sistema de la esclavitud capitalista y pudiese pasar a la ofensiva contra los trabajadores. El reformismo entregó a la clase obrera y a los pueblos de una serie de países capitalistas al yugo del régimen fascista de barbarie y de saqueo.

El bolchevismo, que une las fuerzas de la clase obrera, que la moviliza y la dirige en la lucha intransigente contra las clases explotadoras, condujo al triunfo de la gran revolución socialista de octubre de 1917, condujo a la instauración de la dictadura de la clase obrera y al triunfo del socialismo en la Unión Soviética. A la luz de los resultados conseguidos por estas dos corrientes distintas del movimiento obrero internacional, la clase obrera y los pueblos del mundo capitalista se convencen cada vez más de lo funesta que es la senda del reformismo y la política de inteligencia con la burguesía imperialista, de lo funesto que es capitular ante el enemigo de clase, y de la justeza de la senda del bolchevismo, trazada por los grandes continuadores del marxismo, por los jefes y maestros del proletariado internacional, por Lenin y Stalin.

En este 50 aniversario del Primero de Mayo, la clase obrera y los trabajadores de todos los países festejan con orgullo, con admiración y con entusiasmo, el gran triunfo histórico alcanzado por la clase obrera, que ha edificado la sociedad socialista en una sexta parte del mundo. El triunfo del socialismo en la Unión Soviética demuestra la formidable capacidad creadora de la clase obrera. Revela de un modo tangible, sobre el ejemplo de un potente país, enclavado en el corazón del mundo, la fuerza arrolladora del proletariado, llamado a liberar a la humanidad del yugo del capitalismo y a crear una sociedad libre y feliz, la sociedad socialista sin clases. El proletariado internacional festeja el triunfo del socialismo en la Unión Soviética como su más grande conquista. Esta victoria es el triunfo de la solidaridad proletaria internacional, base y fuente de estímulo para la clase obrera en sus luchas futuras. La fraternal solidaridad internacional de los obreros de todos los países, bajo cuya bandera marchan el Primero de Mayo, tiene hoy en la Unión Soviética una base material inconmovible
». (Georgi Dimitrov; El país del socialismo y la lucha del proletariado internacional, 1 de mayo de 1939)

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