domingo, 13 de julio de 2014

El carácter, el papel y las perspectivas de la democracia popular; Georgi Dimitrov, 1948

Este capítulo en el informe de Georgi Dimitrov en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro de 1948 está considerado históricamente, y así nos parece, como el más importante de su informe. ¿La razón? Demarcaba las líneas rojas entre las concepciones oportunistas y las concepciones marxista-leninistas sobre el carácter de los nuevos Estados de Europa de Este tras la Segunda Guerra Mundial.

Estos Estados no especulan si pueden ser Estados intermedios entre democracia burguesa y democracia proletaria, entre dictadura de la burguesía y dictadura del proletariado; se declaran como una dictadura del proletariado y reconoce la lucha de clases hasta el comunismo. No juega al «tránsito pacífico» de las clases explotadoras; se vale de la dictadura del proletariado para atacar  romper la resistencia de las clases explotadoras y para defenderse de las posibles tentativas de restauración de su poder político, económico y cultural. No se habla de que la clase dirigente es el campesinado ni otros extractos sociales; sólo la clase obrera tiene reservado por su posición ese rol.  Estos Estados no son comandados por una eterna coalición de varios partidos, ni mucho menos es el frente el líder del proceso; los partidos burgueses y pequeño burgueses van desapareciendo según la eliminación de sus clases, el partido comunista de la clase obrera es la única vanguardia del proceso, y el frente sólo tiene una función auxiliar con las masas sinpartido. Este Estado no es ni puede ser un mediador entre las clases explotadas y explotadoras; sólo puede ser un Estado dónde la clase obrera se sirve de él para ir eliminando a las clases explotadoras, e ir borrando la diferencia de clase entre las clases trabajadoras hasta el comunismo y el fin de las clases sociales. El Estado de democracia popular no es un Estado dónde la propiedad privada compita con la propiedad estatal socialista; sino que paulatinamente se iba eliminando todo rastro de ese tipo de propiedad económica de la antigua sociedad capitalista, como es la propiedad privada. El Estado no debe de construir el socialismo sólo en la ciudad; es requisito fundamental construir el socialista tanto en la cuidad como en el campo. El gobierno de la democracia popular no puede igualar sus relaciones exteriores entre los diferentes países vencedores de la Segunda Guerra Mundial ni entre todos los países que le rodeaban; reconoce el liderazgo de la Unión Soviética y se apoyaba en ella y el resto del campo socialista, así como otorga su apoyo a todos los países en vías de emancipación del imperialismo. El país no intenta elevar sus fuerzas productivas apoyándose en la industria ligera o la agricultura; sigue el axioma marxista de que el eje económico del país socialista para elevar las fuerzas productivas es la industria pesada. En la economía no basta con lograr el monopolio de la propiedad estatal; es indispensable elaborar proyectos de planificación económica. El nacionalismo no puede ser un ingrediente del partido comunista ni de su Estado; sólo el patriotismo proletario y el internacionalismo proletario podían primar en tal partido y Estado y garantizar un camino correcto.


El informe de Georgi Dimitrov en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro de 1948, junto al informe de Bolesław Bierut  en el Iº Congreso del Partido Obrero Unificado Polaco también de ese mismo año, configuraron unas de las obras más reconocibles dentro del marxismo-leninismo de los años 40 y 50, y en especial, están consideradas como una de las obras dónde no sólo se para el pie a las especulaciones sobre la democracia popular, sino que quiérase o no, es un golpe en la mandíbula a todo el entramado teórico oportunista de otros revisionismos como el yugoslavo, chino, o coreano. Actualmente, sirve para ver lo puntos de vista verdaderamente comunistas sobre el Estado socialista y sus características, y compararlos con los conceptos socialdemócratas de un Estado socialista, según los actuales revisionistas, los del «
socialistas del siglo XXI».


El documento:

«Demostración del Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro de 1948» - B. Lankov

«Para avanzar con seguridad por el camino del socialismo es indispensable esclarecer enteramente la cuestión del carácter, del papel y de las perspectivas de la democracia popular. Debemos, pues, precisar algunas de nuestras viejas concepciones y corregir otras a la luz de nuestra experiencia y de los hechos más recientes, concernientes a este problema nuevo y complejo.

Brevemente, ¿en qué consiste el fondo del problema?

1. Se sabe que la democracia popular y el Estado democrático-popular, resultaron posibles después de la derrota de la Alemania nazi, tras la victoria histórica conseguida por la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial y la lucha de las masas populares bajo la dirección de la clase obrera, por la libertad y la independencia nacionales que permitieron a una serie de países del Este y del Sureste de Europa desprenderse del sistema imperialista.

El carácter del Estado democrático-popular está determinado por estos cuatro rasgos fundamentales:

a. La democracia popular representa el poder de los trabajadores, de la inmensa mayoría del pueblo, bajo la dirección de la clase obrera. Este hecho significa, en primer lugar, que el poder de los capitalistas y de los grandes terratenientes es abolido y que el de los trabajadores de la ciudad y del campo queda establecido bajo la dirección de la clase obrera; la clase obrera, la clase más progresiva de la sociedad contemporánea juega en el Estado y en la vida social un papel de dirección. En segundo lugar, el Estado sirve de instrumento en la lucha de los trabajadores contra los elementos explotadores, contra todas las tentativas y todos los esfuerzos orientados a restablecer el régimen capitalista y la dominación de la burguesía.

b. La democracia popular aparece como un Estado del periodo transitorio, llamado a asegurar el desarrollo del país por la vía del socialismo. Esto significa que, aunque el poder de los capitalistas y de los grandes terratenientes sea abolido y los bienes de esas clases se hayan convertido en propiedad del pueblo, las raíces económicas del capitalismo no están todavía extirpadas, los elementos capitalistas subsisten y se desarrollan, esforzándose por restablecer la esclavitud capitalista. Por ello la marcha adelante hacia el socialismo, no es posible más que por medio de una lucha de clases intransigente contra los elementos capitalistas, hasta su liquidación completa.

c. El Estado de democracia popular se edifica en colaboración y amistad con la Unión Soviética, con el país del socialismo. Así como la liberación de nuestro país de las cadenas del imperialismo y la creación de la democracia popular han sido posibles gracias al apoyo y a la misión liberadora de la Unión Soviética en la lucha contra la Alemania fascista y sus aliados, el desarrollo de nuestra democracia popular supone la conservación y el reforzamiento de las relaciones estrechas, de colaboración sincera, de asistencia mutua y de amistad entre nuestro país y el gran Estado soviético. Toda tendencia a debilitar la colaboración con la Unión Soviética está dirigida contra las mismos fundamentos de la democracia popular en nuestro país.

d. La democracia popular forma parte del campo democrático y antiimperialista. Únicamente formando parte del campo democrático unido, a cuya cabeza se halla el potente Estado soviético, cada país de democracia popular puede garantizar su independencia, su soberanía y su seguridad contra la agresión de las fuerzas imperialistas.

2. En las condiciones de la derrota militar de los Estados fascistas agresores, en las condiciones de la agravación rápida de la crisis general del capitalismo y del enorme crecimiento de la potencia de la Unión Soviética, establecida su colaboración estrecha con la Unión Soviética y las democracias populares, nuestro país, así como los otros países de democracia popular, ve abrirse la posibilidad de realizar la transición del capitalismo al socialismo sin un régimen soviético, por medio del régimen de democracia popular, a condición de que este régimen se refuerce y se desarrolle apoyándose sobre la ayuda de la Unión Soviética y de los otros países de democracia popular.

3. Encamando la dominación de los trabajadores bajo la dirección de la clase obrera, el régimen de democracia popular puede y debe como la experiencia lo ha demostrado ya, ejercer con éxito en las condiciones históricas establecidas, las funciones de la dictadura del proletariado para la liquidación de los elementos capitalistas y la organización de la economía socialista. Puede romper la resistencia de los capitalistas y de los grandes propietarios terratenientes derrocados, ahogar y liquidar sus tentativas por restaurar el poder del capital. Puede organizar la construcción de una industria sobre la base de la propiedad colectiva  y de la economía planificada. El régimen de democracia popular estará igualmente en condiciones de vencer la inestabilidad de la pequeña burguesía de la ciudad y de los campesinos medios, de triunfar sobre los elementos capitalistas en el campo y de unir las masas fundamentales de los trabajadores en torno a la clase obrera en la lucha decisiva para pasar al socialismo.

En la aplicación de esta línea, que tiene por finalidad eliminar a los elementos capitalistas de la economía nacional, el régimen de democracia popular no dejará, sin duda, de sufrir cambios.

Será necesario reforzar continuamente las posiciones dirigentes de la clase obrera en todos los dominios de la vida pública y del Estado; será necesario unir, en el campo, a todos los elementos que puedan llegar a ser aliados seguros de la clase obrera durante el período de la lucha aguda contra los kulaks y sus auxiliares. Será necesario reforzar y mejorar el régimen de democracia popular, como un medio de lucha para limitar y liquidar a los enemigos de clase.

4. Los países de democracia popular, incluido nuestro país, han emprendido ya el camino del socialismo, sin cesar su lucha contra las fuerzas enemigas del interior y sobre todo del exterior. Actualmente, se trabaja en estos países por la creación de las condiciones necesarias para la edificación del socialismo. En la presente etapa esa es precisamente la tarea fundamental de la democracia popular, y en consecuencia, la de la clase obrera y de su guía, el partido comunista.

Esta tarea general lleva consigo una serie de otras tareas importantes, algunas de las cuales tienen, a nuestro parecer, una importancia decisiva.

Estas son:

a. Reforzar de manera ininterrumpida las posiciones dirigentes de la clase obrera, con el partido comunista al frente, en todas las ramas de la vida del Estado, político-social, económica y cultural.

b. Consolidar la unión de la clase obrera y de los campesinos trabajadores bajo la dirección de la clase obrera.

c. Acelerar el desarrollo del sector colectivo de la economía nacional y de la gran industria en particular.

d. Preparar las condiciones necesarias para la liquidación de los elementos capitalistas explotadores en la economía rural mediante una política consecuente enfocada a limitarlos, primero, y a extirparlos y liquidarlos después.

e. Desarrollar las cooperativas de producción en el seno de la gran masa de campesinos; aportar la ayuda del Estado a los campesinos pobres y medios –servicio de estaciones de máquinas y tractores, créditos, préstamos de simientes–, aumentar el interés que estos últimos sienten por la alianza con la clase obrera, persuadirles con ejemplos prácticos de las ventajas de un trabajo colectivo en la agricultura y educarles en un espíritu de intransigencia frente a los elementos capitalistas.

En lo que concierne a la nacionalización de la tierra, estimamos que, en nuestras condiciones, esta cuestión no tiene prácticamente importancia para el desarrollo de las explotaciones agrícolas cooperativas, es decir, que la nacionalización de la tierra no es indispensable para el desarrollo y la mecanización de nuestra agricultura.

De lo que acabo de decir no debe deducirse, sin embargo, que la edificación del socialismo en el campo sea posible, en general, sin la nacionalización de la tierra. Con la incorporación de un número cada vez mayor de campesinos pobres y medios a las explotaciones agrícolas cooperativas, con el desarrollo de las estaciones de máquinas y tractores, con la prohibición de arrendar la tierra, con la limitación y después la anulación del derecho de comprarla y venderla, con la disminución y después la desaparición de la renta, por decisión de los campesinos miembros de las cooperativas en cuanto las condiciones lo permitan, la nacionalización de la tierra estará prácticamente realizada, ya que toda ella quedará a la disposición perpetua de las cooperativas de producción. Así, el campesino trabajador, actualmente esclavo de su parcela de tierra, podrá disfrutar en la más amplia medida posible de una producción que aumentará considerablemente gracias a los medios mecánicos modernos empleados en las explotaciones agrícolas cooperativas.

5. La democracia popular está por el internacionalismo. El nacionalismo es incompatible con la democracia popular. En el internacionalismo, en la colaboración internacional, bajo la dirección del gran Stalin, nuestro partido ve la garantía de la existencia independiente, de la prosperidad y del avance de nuestro país hacia el socialismo. Estimamos que el nacionalismo, cualquiera que sea la máscara con la que se encubra, es el enemigo del comunismo. Esto ha quedado demostrado, en efecto, por la práctica anticomunista del grupo nacionalista de Tito en Yugoslavia. Por esta razón, la, lucha contra el nacionalismo es el deber primordial de los comunistas.

Luchando contra todas las manifestaciones del nacionalismo, debemos educar a los trabajadores en él espíritu del internacionalismo proletario y de fidelidad a su patria, es decir, en el espíritu del verdadero patriotismo.

La educación en el espíritu del internacionalismo proletario y de la fidelidad a la patria significa ante todo: desarrollar y reforzar la idea de que hay que conceder una importancia decisiva al frente único, sólidamente cohesionado, de los países de democracia popular y de la gran Unión Soviética, en la lucha contra la ofensiva de las fuerzas agresivas de la reacción internacional y del imperialismo. Todo el porvenir de nuestro pueblo depende, de un lado, de la potencia de la Unión Soviética, cuya amistad es para nosotros de un interés vital y del otro, de la decisión y de la capacidad de nuestro pueblo para cumplir con honor su deber en la lucha común, en caso de una agresión capitalista.

Al mismo tiempo, la educación en el espíritu del internacionalismo proletario significa desarrollar y reforzar la conciencia de la importancia que tiene el coordinar completamente la acción de los partidos comunistas, así como el papel dirigente del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética. Pues, para los partidos comunistas no existe más que una sola teoría que guía su actividad, la teoría del marxismo-leninismo; no existe más que una dirección en su política; no existe más que el gran Partido de Lenin y Stalin como partido dirigente del movimiento obrero internacional.

Estimamos que la condición más importante de nuestros existes es la necesidad de educar incansablemente en este espíritu al partido, a la clase obrera, a los campesinos trabajadores, a todos los trabajadores intelectuales, a todo el pueblo trabajador.

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