viernes, 21 de noviembre de 2014

El pseudosocialismo chino, la confusión del término «pueblo» y la alianza inmutable con la burguesía nacional

Mao Zedong durante 1949

«Para 1957, Mao Zedong hablaba de:

«El triunfo de la revolución democrático-burguesa y las victorias de la revolución socialista, así como los éxitos alcanzados en la construcción socialista». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

¡Veamos qué milagro había sucedido para hacer pasar la revolución china de la etapa de «nueva democracia» a la «etapa socialista»! Para comprender este milagro, basta con proceder al estudio de «las contradicciones en el seno del pueblo» chino. Así que lo primero que se debe tener en cuenta según Mao Zedong es que:

«La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

En efecto, si comparamos de nuevo, recordaremos que entre la «nueva democracia» y el «socialismo con características chinas» la línea de diferenciación es muy borrosa. Para Mao Zedong las contradicciones:

«Existentes entre la clase explotada y la explotadora tienen, además del aspecto antagónico, otro no antagónico». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

Los economistas burgueses también afirman esto bajo otra forma: ¡el capital explota al proletariado, pero en el curso de la explotación aumenta la riqueza social y en condiciones favorables, el proletariado puede sacar provecho de unas migajas!

Ciertamente que existe una cierta base material que permite afirmar que las contradicciones entre el capital y el proletariado son de una naturaleza dual, pero también es esa base sobre la que siempre descansa el oportunismo. Con el fin de no pasar abiertamente como traidor ante el proletariado, Mao Zedong intenta mostrar como marxista política de capitulación ante la burguesía nacional. Reconoció que:

«En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera obteniendo ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista. La burguesía nacional difiere del imperialismo, la clase terrateniente y la burguesía burocrática. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es de carácter antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

¡Así, es normal que la burguesía nacional china se adaptara muy bien al «socialismo» de Mao Zedong! Y esto lo comprendemos: la burguesía jamás había soñado con un «socialismo» donde se continuara explotando «pacíficamente» a los obreros mientras se la «reeducaba». ¿Era acaso también «socialismo» el contenido del 5% de interés que se la otorgaba en China?

Una tasa menor de ganancia, ni siquiera muestra una mejora en el plan económico, político o social para los obreros, sólo hace falta recordar que Adolf Hitler justifico el «nacionalsocialismo» acorde al fascismo alemán con que en:

«¡El Estado, el pueblo! Nuestros capitalistas reciben sólo el 8%. ¡Esto es suficiente para ellos!». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe de discusión del camarada Stalin con economistas, 29 de enero de 1941)

Ciertamente, el diseño pequeño burgués de «socialismo» puede justificarlo todo.

Para Mao Zedong:

«La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía nacional, o si ella no acepta esta política». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

En representación de las capas no proletarias, él mismo tenía en mente que el proletariado chino, al cual había alimentado de prejuicios reformistas, no cuestionaría los fundamentos de este tipo de socialismo. Lenin habló de la creencia de que la sumisión pacífica de los capitalistas era una estupidez «pequeño burguesa» y en el mismo ámbito Stalin ejerció una gran previsión señalando que el hecho de basarse en los términos «específicos» de tal o cual país servía a los oportunistas para escamotearse de las tareas y características generales de los comunistas en todo país burgués, y endosar con ello la colaboración de clase y la traición:

«En las empresas mixtas estatal-privadas de la industria y el comercio, los capitalistas reciben todavía un dividendo fijo, valga decir, aún existe explotación. En cuanto a la propiedad se refiere, este tipo de empresas no tiene todavía un carácter completamente socialista. Una parte de las cooperativas de producción agrícola y de las cooperativas de producción artesanal aún es de carácter semisocialista. En las cooperativas enteramente socialistas, quedan por resolver ciertos problemas acerca de la propiedad». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo: Obras escogidas, Tomo V, 27 de febrero de 1957)

La «reeducación» de la burguesía nacional china, consistía entonces, en disminuir una cuota de sus ganancias, en momentos en que la centralización de la economía china era necesario sacarla de su atraso secular. ¡En Mao Zedong, como para todos los socialdemócratas burgueses, el disminuir las tasas de ganancias de la burguesía y el subir los salarios, era por lo tanto, un criterio de «socialismo»! ¿Por qué no admitimos lo mismo para otros países burgueses? ¡A continuación estaríamos hablando de la construcción del «socialismo» en muchos países sin lugar a duda! Lo cierto sería que la realidad de la explotación en esos países no cambiaría un ápice, pero sí que ganaría en apariencia como en este caso.

De hecho Mao Zedong no estuvo lejos del socialista utópico Robert Owen: por lo menos éste último acabó dándose cuenta que a pesar del mejoramiento de las condiciones económicas y sociales de los obreros de New-Lanark, a pesar que se les proporcionó educación y salud, a pesar de la reducción del horario laboral, a pesar de la ayuda a los parados, a pesar de la erradicación de la embriaguez, de la justicia penal, de la salud pública y de la caridad, de hecho, y a pesar de la creación de un modelo «ideal» de democracia burguesa, la explotación del trabajo asalariado no era abolida: en New-Lanark en efecto se seguía obteniendo beneficios después de pagar a los accionistas un interés del 5%, a lo que Robert Owen pronunció:

«Aquellos hombres eran mis esclavos». (Friedrich Engels; Del socialismo utópico al socialismo científico, 1878)

A muchos «marxista-leninistas» deberían ponerse en la escuela del socialista utópico de Robert Owen, antes de procurar ver socialismo donde no lo hay.

Algunas burguesías nacionales de los países dependientes como Cuba y China, han tratado de generalizar el sistema al nivel de una nación, pero ni a ninguna pero igualmente eso no les hace digno de llamarse países socialistas.

Esta es la base del reformismo pero trayendo cambios cuantitativos a un nuevo nivel cualitativo. ¿Es una coincidencia que Mao Zedong esperó a que Stalin falleciera para vociferar abiertamente que la «construcción del socialismo» en China necesariamente pasaría por la integración y reeducación de la «ala revolucionaria» de la burguesía nacional china? ¡Mao Zedong obviamente no expresó tan crudamente sus puntos de vista revisionistas cuando Stalin aún vivía porque sabía que hubiera terminado como Tito!

Es comprensible, por tanto, porqué Mao Zedong apoyó a Nikita Jruschov, y lo califico del «Lenin de nuestro tiempo», ya que era un aliado que le daba vía libre para aplicar su camino revisionista nacional-burgués». (Vincent GouysseEl socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués; 2007)

jueves, 20 de noviembre de 2014

Sobre el gobierno de frente único; Georgi Dimitrov, 1935

Con este discurso se acabó con algunos esquemas rígidos, por ejemplo: no es un axioma, no es obligación, que el partido comunista a la hora de tomar el poder, deba optar por participar en un gobierno de frente único como etapa previa como hacen los oportunistas de derecha, presentar esto como etapa obligatoria no es sensato, pero tampoco lo es caer en el oportunismo de izquierda y creer que un gobierno de frente único antes de la estricta dictadura del proletariado no puede ocurrir. Como dice Dimitrov: «El nudo del problema está en saber si en el momento decisivo el proletariado estará en condiciones de derrocar directamente a la burguesía e instaurar su propio poder». La experiencia de la Bulgaria socialista durante 1944-1949 demuestra que el discurso del líder comunista era del todo acertado.

El documento: 
Estatua en homenaje a Georgi Dimitrov estacionada en Moscú


«Si la actitud de la socialdemocracia ante la realización de prácticas del frente único del proletariado, en general es en cada país el signo principal que indica si ha cambiado, y en qué medida, el antiguo papel del partido socialdemócrata o de algunos de sus sectores dentro del Estado burgués, el signo más claro de ello lo tendremos en la actitud de la socialdemocracia ante el problema del frente único.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El «socialismo del siglo XXI» y la incongruencia de su pretendida vía constitucional y burguesa al «socialismo»

Nicolas Maduro constitución en mano, durante 2013

«La cuestión reside en que los actuales dirigentes del «socialismo del siglo XXI» proclaman que la actuales constituciones burguesas que defienden la propiedad privada en su país son inalterable y que son el puente para ir al socialismo, que sólo en base a ella se podrá ir al socialismo, ya que consideran la toma del poder insurreccional, el establecimiento de la dictadura del proletariado y la confiscación de los medios de producción a la burguesía, como «métodos obsoletos» para construir el socialismo.

Esta «inocencia» nace en el cariz reformista de dichos gobernantes, que piensan en la «neutralidad» del Estado –en que es superior a las clases–, la «herencia democrática» del ejército y la «transformación pacífica» del burgués. Estas ideas se hicieron un denominador común entre los revisionistas eurocomunistas del siglo pasado.

Enver Hoxha, al que ciertamente estamos citando ampliamente por el extenso material de sus obras contra todo tipo de renegados, nos dejo un análisis muy preciso de esta «manía», hablando de la idea de los eurocomunistas italianos y su «vía italiana al socialismo» mediante la constitución burguesa de la posguerra, analizo nítidamente dicha constitución y su naturaleza:

«El que la constitución italiana difiera, por ejemplo, de la constitución de los tiempos de la monarquía y el fascismo, y que en ella figuren una serie de principios democráticos, esto es comprensible, estos principios han sido impuestos por la lucha de la clase obrera y del pueblo italianos contra el fascismo. Pero no sólo la constitución italiana contiene tales principios. Después de la Segunda Guerra Mundial, la burguesía de todos los países capitalistas de Europa se esforzó en una que otra medida por cortarle los vuelos a la clase obrera, reconociéndole algunos derechos sobre el papel y negándoselos en la práctica». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

A esto se refería el autor cuando hablaba de los derechos clásicos de una constitución burguesa como la italiana, que parecía a simple vista más progresista bajo papel, pero de igual forma en la práctica dichos derechos eran mínimos:

«Las libertades y derechos que prevé la constitución italiana son libertades y derechos puramente formales, que son violados diariamente por la burguesía. Prevé por ejemplo una cierta limitación de la propiedad privada, lo que no ha impedido que los Fiat y los Montedison se enriquezcan cada vez más y los obreros se empobrezcan cada vez más. La constitución prevé el derecho al trabajo, pero esto no constituye un obstáculo para que la patronal capitalista y su Estado arrojen a la calle a unos dos millones de obreros. La constitución garantiza una serie de derechos democráticos, pero no impide que el Estado italiano, los carabineros y la policía actúen casi abiertamente, en base a los derechos reconocidos por la constitución». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

viernes, 14 de noviembre de 2014

Pedro Checa sobre la importancia de la existencia de un trabajo colectivo y la peligrosidad de la familiaridad en el partido

Cartel propagandístico del Partido Comunista de España del 1 de mayo

«La falta de un trabajo colectivo arrastra consigo –además de la imposibilidad de una acertada dirección–, la familiaridad, las amistades personales en los órganos de dirección, la creación de los grupos de amigos a través del trabajo, por la amistad y por la lucha, por mil factores muy ligados entre sí. Y en estas condiciones, es raro, difícil que se produzca una crítica y una autocrítica bolchevique, ya que se antepone a la necesidad de realizar ésta, para fortalecer y desarrollar el partido, el temor a que la enemistad se produzca, lo que de hecho impide la ejecución de la crítica en el partido.

Esto no quiere decir que el partido esté en contra de la amistad y de las buenas relaciones personales entre todos sus militantes y entre los camaradas de dirección, sino que en el aspecto político, cuando se trata de discutir los problemas fundamentales del partido, hay que colocar siempre los intereses de éste, que son los de todas las masas, por encima de todas otras cuestiones. También es preciso que la amistad personal no se traduzca nunca en una mengua de la autoridad política de aquellos camaradas que ocupan cargos responsables en las direcciones del partido.

La falta de un trabajo colectivo y la familiaridad de los órganos de dirección, impiden que ésta sea eficaz y trae, como consecuencia, peligros enormes, tales como el caciquismo, la burocratización e incluso el caudillismo, al subirse el humo a la cabeza.

Hay que imponer a rajatabla en el partido el método de trabajo colectivo, especialmente en los órganos dirigentes». (Pedro Checa; Tareas de organización y trabajo práctico del partido: Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, 3 de noviembre de 1937)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tareas de organización y trabajo práctico del partido: Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España; Pedro Checa, 1937

[Enlaces de DESCARGA del texto en PDF al final del documento]

El Partido Comunista de España, tuvo entre sus filas grandes figuras hoy poco conocidas, José Díaz es un marxista-leninista español con este clásico trato que con el devenir de los años y los acontecimientos, ha sido arrastrado al ostracismo por culpa de los revisionistas, y porque no decirlo: ¡también por la correspondiente ineficiencia, inoperancia de los marxista-leninistas! En ese sentido, Pedro Checa (1910-1942) es otro ejemplo visible y muy interesante, por ello, en esta ocasión, traemos su informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España presentado el 3 de noviembre de 1937, titulado: «Tareas de organización y trabajo práctico del partido»; el mismo fue presentado durante el desarrollo de la guerra civil española y pretendía exponer lo siguiente:

(1) a que se debía la gran fuerza del Partido Comunista de España en el estado actual de la contienda,

(2) a que nuevas tareas debía adaptarse el partido en el curso actual de la guerra,

(3) que hacer para estructurar al partido adecuadamente para tales nuevas tareas.

En cada uno de estos tres capítulos o puntos, el autor irá profundizando según viera necesario. Por ejemplo en el capítulo primero, verá necesario explicar que el partido adquirió una fuerza e influencia de las masas debido a la buena interpretación del carácter de la guerra. En el segundo capítulo, se hará énfasis en explicar que la guerra según la naturaleza que ha adquirido, no puede seguir sirviéndose de milicias populares, siendo necesaria la estructuración de un Ejército Popular Regular con un mando único. En el tercer punto se hablará de cómo con el ascenso de la influencia del partido, y con ello la influencia de nuevos militantes, se hará indispensable enseñar a los nuevos militantes las normas y disciplinas bolcheviques, para así soldar al partido en una línea monolítica, para que entonces el partido pudiera afrontar y liderar el frente popular en la guerra.

Vale decir que Pedro Checa está considerado como uno, sino el mayor teórico-organizador del partido, con un peso real en las actividades y poder interno del partido, y siempre dedicado a sus actividades con una humildad comunista admirable, una característica transversal a los mejores bolcheviques, como así atestiguan sus coetáneos:

«Tenemos al camarada Pedro Checa, que es lo que podemos llamar el hombre de nuestro partido. No aparece lo suficiente en la superficie política porque su trabajo es un trabajo silencioso –los bolcheviques no tienen en cuenta nunca si su trabajo es más o menos ostensible–, pero vigilante y activo; es conocido, no solamente por los cuadros de nuestro partido, sino allí donde hace falta una ayuda de organización: en el frente o en la retaguardia, allí está el camarada Pedro Checa, resolviendo problemas de organización y dando las normas precisas, como corresponde a un gran secretario». (José Díaz; Por la unidad, hacia la victoria; Informe pronunciado en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia, días 5 a 8 de marzo, 1937)

El nivel de conocimientos y formación de dicha figura sobre el partido y su organización era tal, que durante unos años el revisionista Partido Comunista de España trató de usar sus citas –como hacía con José Díaz– para intentar introducir en la mente colectiva de los militantes, de que el partido se regía por sus teorizaciones y prácticas, el ejemplo claro es que todavía hoy tiene tirada las obras del valenciano como: «¿Qué es el partido comunista?» escrita en 1937. Pero una vez oficializado el revisionismo eurocomunista en los años 70, se dejó de un lado a esta figura, por resultar molesta no las prácticas –que hacía tiempo que el partido había dejado de emular y simplemente se ignoraban– sino las teorizaciones y conceptos como: lucha de clases, dictadura del proletariado, centralismo democrático, crítica y autocrítica bolchevique, partido de línea monolítica y sin fracciones, etc. que el revisionismo eurocomunismo, conforme a su evolución hacia el socialdemocratismo quería abandonar también en el campo teórico.

A veces la obvia introducción de diferentes corrientes revisionistas en dicho partido –jruschovista, titoista, brezhneviana, carrillistas y anticarrillista, eurocomunista– desde mediados de los años 40, hicieron que los militantes de este partido se olvidaran de las conclusiones que este brillante teórico valenciano nos legara. Otras veces, y más a modo general, y no sólo dentro del Partido Comunista de España, el fanatismo y obsesión de los revisionistas españoles en sus referentes –los pro eurocomunistas en Santiago Carrillo, los pro revisionistas chinos en Mao Zedong, los pro revisionistas coreanos con Kim Il-sung, los pro revisionistas yugoslavos y tercermundistas en Tito–, hicieron que únicamente se fijaran y gastaran fuerzas en ellos y que jamás levantaran sus narices más allá de los textos pseudomarxistas de sus líderes mitificados, siendo ignorados o no dando importancia alguna a los escritos de los José Díaz, Joan Comorera, o Pedro Checa. Muestra de ello es el penoso estudio, que tanto los revisionistas españoles como otros que intentan aparentar ser «marxista-leninistas», que se realiza al respecto de la figura y obra de José Díaz, ningún esfuerzo por analizar su obra para el proletariado hispano. Y para mala fortuna nuestra, los pocos que se atreven a evaluar su obra acaban en las mismas posiciones trotskistas, maoístas, o eurocomunistas sobre estos marxista-leninistas españoles.

Las siguientes tesis de Pedro Checa están en plena consonancia con el concepto de partido leninista, y en abierta oposición al «partido de nuevo tipo» togliattista del revisionismo eurocomunista, a la «lucha de líneas» del revisionismo chino, al concepto de «centralismo democrático» que decía adherirse el revisionismo soviético, al concepto de rol del partido y el frente según el revisionismo yugoslavo, al concepto de partido browderista según el revisionismo estadounidense, o simplemente al concepto de partido clásico de la II Internacional.

Recomendamos leer a su vez, el capítulo llamado: «El centralismo democrático, la crítica y la autocrítica» de nuestra obra reeditada: «El revisionismo del «socialismo del siglo XXI» para poder entender, porque los actuales partidos del llamado «socialismo del siglo XXI» tampoco pueden considerarse como partidos leninistas, y que entran en contradicción con el concepto de partido del español marxista-leninista Pedro Checa.

Añadir que la siguiente obra de Pedro Checa no habría sido posible presentarla si no hubiera sido facilitada por un lector y colaborador el camarada y administrador del blog «Referencia Comunista» que desde ya mismo recomendamos al lector por su contenido, dicho autor del blog muy amablemente nos ha cedido la obra para que pudiera ser facilitada a través de nuestro espacio. Esperamos estrechar aún más la colaboración.

El documento:

I

La fuerza de nuestro partido

Celebramos este Pleno del Comité Central con un partido potente, que cuenta en su seno con miles y miles de militantes –de ellos un sesenta por ciento en el ejército– heroicos, abnegados, templados en el fuego de la lucha, siempre dispuestos al sacrificio por el triunfo de la causa popular, conscientemente disciplinados y férreamente unidos en la dirección y en la base; con un partido en pleno y pujante desarrollo, con magníficas posiciones, con un gran nivel político, con millares de cuadros nuevos que se califican cada vez más como dirigentes. Tenemos un partido de gran fuerza y mayor responsabilidad: por su volumen, por su unidad, por la justeza de su línea política, y por el prestigio y autoridad que tiene entre las masas del pueblo.

¿A qué se debe esa fuerza?

¿De qué proviene esa fuerza? Proviene la fuerza del Partido Comunista de España, como dijo el camarada José Díaz en el Pleno del Comité Central de marzo de 1937 y se ha repetido ahora, de su justa línea política de unidad proletaria y de frente popular, y de la realización práctica de esa línea.

El partido ha desarrollado una actividad enorme desde el comienzo de la guerra, y ha demostrado, con los hechos, que merecía y justificaba la confianza que las masas depositaban en él.

Ya antes del alzamiento militar-fascista, la actuación del partido para impedir la sublevación, sus avisos al gobierno, sus llamadas apremiantes denunciando todos los actos de provocación y el objetivo que perseguían, pusieron en guardia a las masas contra los manejos del enemigo y las prepararon para hacer frente al golpe militar.

Y cuando, a pesar de nuestras repetidas denuncias, se produjo la sublevación, todo nuestro partido estuvo en primera línea, combatiendo en todo el país y aplastándola en los principales puntos. Centenares de héroes comunistas cayeron en los asaltos a los cuarteles. En las primeras columnas que marcharon al combate, los comunistas ocuparon un puesto. Con entusiasmo y heroísmo insuperables nuestro partido se volcó en la lucha, aportando sus mejores cuadros para los mandos de las gloriosas milicias.

Nuestro partido ha señalado el carácter de nuestra guerra, interpretando, en todo momento, con gran clarividencia, las necesidades de la situación, y ha aportado las soluciones precisas de cada hora.

Desde los primeros momentos, con visión certera de la guerra, como en su magnífico informe ha mostrado la camarada Dolores Ibárruri, contribuyó en primera línea, con su trabajo tenaz y enérgico, a organizar el Ejército Regular Popular, a través de una gran campaña en todo el país, de un gran trabajo político entre los combatientes y, sobre todo, mediante la organización de lo que constituyó su base fundamental: el Quinto Regimiento de Milicias, y con el millares de Mandos y Comisarios, forjados en el espíritu de lucha y de sacrificio, que nuestro partido pide a sus militantes, así como un gran amor a la causa del pueblo.

Y nuestro partido ha aportado, señaladamente:

Su gran contribución a la creación del Comisariado de Guerra, que ha jugado y juega un papel tan fundamental en esta lucha, y su gran aportación de formidables cuadros para Comisarios, que han sido artífices del Ejército Popular.

La actividad desplegada en aviación, en tanques, en intendencia, en sanidad, que han contribuido en gran medida a la organización de estos servicios, parte importantísima del Ejército Popular.

La gran iniciativa y actividad, desplegadas por el partido desde el comienzo, para organizar la Industria de Guerra.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Mátyás Rákosi sobre la inevitable agudización de la lucha de clases en la democracia popular


«El Partido Obrero Húngaro es plenamente consciente que un avance pacífico de los elementos capitalistas hacia el socialismo es impensable. Las restricciones impuestas a los elementos capitalistas, limitándolos y eliminándolos gradualmente, se traducirá inevitablemente en el resultado de una resistencia de su parte y dará lugar a una agudización de la lucha de clases.

En la medida que los grandes terratenientes y capitalistas pierden sus posiciones económicas, sus puntos fuertes sociales y políticos, ellos van a recurrir cada vez más y más a formas de sabotaje, espionaje, conspiración y acciones armadas contra la democracia. Y aunque las masas trabajadoras que libran su lucha contra la reacción, tengan en sus manos la máquina del Estado, ellos saben que la lucha entre las fuerzas democráticas que avanzan al socialismo y las fuerzas de las reacción que se esfuerzan por restaurar el capitalismo no se decidirá sino se elimina el poder político y económico de los elementos capitalistas, y hasta que se elimine a los imperialistas extranjeros que continúan ayudando a restaurar a la reacción.

Por consiguiente, los intereses de las democracias populares requieren de un fortalecimiento de los órganos de seguridad estatal, la policía, y una eterna vigilancia y predisposición para la lucha del pueblo, la clase obrera y el partido
». (Mátyás Rákosi; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

domingo, 9 de noviembre de 2014

Logros de las masas trabajadoras españolas durante la guerra civil española y su eco internacional

Imágenes con carteles del Partido Comunista de España instando a la población a alistarse a las fuerzas de las milicias populares que defenderían con éxito Madrid durante tres años

«El 18 de julio estalló un motín provocado por una sección de la camarilla militar que representaba los intereses de la reacción semifeudal, de los grandes terratenientes, de la jerarquía eclesiástica, la oligarquía financiera y la reacción extranjera. Su objetivo era claro: querían obtener lo que los reaccionarios no habían podido lograr en la revuelta del general Sanjurjo en 1932, la abolición de la República española, la supresión de las libertades nacionales de los catalanes y los vascos, la anulación de las conquistas políticas, económicas y culturales de la población trabajadora, la restauración completa del poder y los privilegios de los terratenientes, de la jerarquía eclesiástica y de los grandes capitalistas, y por último, el establecimiento de un régimen reaccionario y una dictadura terrorista.


Las masas trabajadoras, el pueblo español, se lanzaron al campo de la resistencia armada. Esta guerra civil, como se la llamó, pronto se transformó en una guerra por la defensa de la independencia nacional y los derechos políticos de los pueblos de España, en una guerra por la protección y extensión de las conquistas sociales y culturales del pueblo trabajador.

En el proceso de esta lucha el pueblo español sufrió un cambio profundo, así como también la vida económica y política del país, que había comenzado a andar por la ruta del progreso.

En los campos de España se efectuó una verdadera revolución allí donde los campesinos gemían a causa de la servidumbre a la que los tenían sometidos los señores semifeudales. Más de cuatro millones de hectáreas de tierra fueron confiscadas a los terratenientes, a la Iglesia y los monasterios, y entregadas gratuitamente a los campesinos. Las deudas de los campesinos fueron anuladas y se les proporcionó crédito, semillas y maquinaria agrícola [2].

La clase obrera obtuvo considerables aumentos de salario; fueron aprobadas leyes de protección al trabajo. Los obreros tomaron parte en la administración de las fábricas y las ramas más importantes de la economía nacional.

La clase obrera se convirtió en la más fuerte potencia del país y garantizó la reconstrucción de la vida económica nacional, que había estado al borde de la ruina a causa de la revuelta contrarrevolucionaria.

Durante la guerra los pueblos de Cataluña y Euskadi consolidaron y desarrollaron sus libertades nacionales [3]. En lugar del antiguo ejército, que no había sido sino un instrumento de la reacción, se formó un verdadero ejército del pueblo para proteger los intereses populares [4]. Las mujeres adquirieron iguales derechos que los hombres y empezaron a tomar participación activa en la vida política y económica del país.

La juventud conquistó oportunidades de educación y de ejercitarse para un futuro en un país libre e independiente. La cultura dejó de ser un privilegio de clase. Las escuelas y las universidades abrieron sus puertas al pueblo.

Todo el trabajo constructivo de la España Republicana y todas las conquistas sociales que se obtuvieron durante el período de la guerra descansaron principalmente en la alianza de la clase obrera con el campesinado y la pequeña burguesía urbana; unidos bajo la bandera del frente popular.

El frente popular, que se creó como un resultado de la experiencia obtenida en la lucha armada de octubre de 1934, aumentó la conciencia del pueblo español en su propia fuerza, elevó el nivel político de las masas hasta una altura nunca alcanzada e indujo a nuevas capas, de la población a unirse a la guerra nacional-revolucionaria por la defensa de la República. La creciente complejidad de la situación interna y externa durante este período confirmó la correcta política del frente popular, la política de unidad nacional para la lucha del pueblo en defensa de su independencia y su libertad en contra de las fuerzas de la reacción.

El frente popular constituyó una forma adecuada del desarrollo de la revolución durante este período. España, que en los comienzos de la lucha era una república de tipo democrático-burgués, se desarrolló en el curso de la guerra hasta convertirse en una república popular, una república donde no existían grandes capitalistas, terratenientes y reaccionarios, una república apoyada por las masas populares y por un ejército regular del pueblo [5].

España se convirtió en una república dentro de la cual las masas tuvieron la oportunidad y el derecho de tomar participación en la orientación de la vida económica y política del país, en una república dentro de la cual, a pesar de que se mantenía la propiedad privada de los medios de producción, las grandes industrias, los bancos, y el sistema de transportes fueron nacionalizados, la tierra de los grandes terratenientes fue confiscada, y se crearon empresas cooperativas y colectivas sobre bases voluntarias, en una república dentro de la cual la ayuda fundamental era proporcionada a los obreros y campesinos por el Estado.

A la vez que defendían sus propias libertades e intereses, los trabajadores españoles también defendían los intereses y las libertades de todas las naciones en contra de la reacción mundial.

La lucha de la España revolucionaria se convirtió en la causa vital de las masas laboriosas de todos los países [6]. Despertó fuerzas considerables entre la clase obrera y sus aliados y estaba dirigida en contra de la reacción burguesa, en contra de la agresión capitalista y de la guerra imperialista.

La lucha armada del pueblo español constituyó un importante factor en el reagrupamiento de las fuerzas de la clase obrera y de los trabajadores en general, también en otros países, ayudando a desenmascarar el verdadero significado de la «democracia» burguesa. Hizo ver quiénes eran los amigos y quiénes los enemigos del pueblo, aumentó la confianza de las masas en su propia fuerza y agrupó al pueblo alrededor del Partido Comunista de España, el único defensor consecuente de la España revolucionaria». (José DíazLecciones de la guerra del pueblo español (1936-1939), 1940)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[2] En lo referente al tema agrario: durante la guerra nacional revolucionaria de 1936-1939 fue el único momento en el cual las masas trabajadoras del campo vieron correspondidas realmente sus reclamos más básicos, como venían clamando los comunistas desde antes de la contienda:

Actitud que ha de adoptarse hacia la democracia burguesa; Georgi Dimitrov, 1935

En el punto quinto hace un repaso, sobre por qué a los comunistas, a diferencia de los anarquistas, no nos es igual una democracia burguesa, que una dictadura fascista:
Las teorías promovidas por Ernst Thälmann de que no existe diferencia cualitativa entre un gobierno de democracia burguesa y un gobierno de una abierta dictadura terrorista fascista:

«Se ha revelado en nuestras filas la tendencia a dibujar un contraste ente fascismo y democracia burguesa. (...) Este es el mayor peligro para el partido comunista». (Ernst Thälmann; Algunos errores en el trabajo teórico y práctico del Partido Comunista de Alemania, y como superarlos, 10 de diciembre de 1931)

Dimitrov replicaría, basándose en Lenin, que esto no era verdad, era una postura premarxista.

El documento: 

Manifestaciones en Inglaterra contra el encarcelamiento de Georgi Dimitrov por el Incendio del Reichstag de 1933

«
En su discurso el camarada Lensky indicaba que en el Partido Comunista de Polonia, que moviliza a las masas contra los ataques del fascismo a los derechos de los trabajadores, existía, sin embargo, miedo a formular de un modo positivo reivindicaciones democráticas para «no despertar ilusiones democráticas entre las masas». Este miedo a formular de un modo positivo reivindicaciones democráticas existe, de una u otra forma, no sólo en el partido polaco.

¿De dónde proviene el temor, camaradas? De la concepción falsa, antidialéctica, de cómo se plantea el problema de nuestra actitud hacia la democracia burguesa. Los comunistas somos partidarios resueltos de la democracia soviética, cuya experiencia más grandiosa nos la ha dado la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, donde en estos momentos, cuando en los países capitalistas se están liquidando los últimos restos de democracia burguesa, por resolución del VIIº Congreso de Soviets, celebrado el 6 de febrero de 1935, se introdujo el sufragio universal, igual, directo y secreto. Esta democracia soviética presupone el triunfo de la revolución proletaria, la transformación de la propiedad privada sobre los medios de producción en propiedad colectiva, el paso de la mayoría aplastante del pueblo en la senda del socialismo. Esta democracia no presenta una forma acabada, sino que progresa y seguirá progresando, en la medida en que se desarrolle con éxito la construcción socialista, con la creación de la sociedad sin clases y la superación de las supervivencias del capitalismo en la economía, y en la conciencia de los hombres.

La lucha contra el fascismo debe ser concreta; Georgi Dimitrov, 1935


«Ninguna definición general de fascismo, por precisa que sea, nos exime de la necesidad de estudiar y tener en cuenta de un modo concreto las peculiaridades del desarrollo del fascismo y las diversas formas de la dictadura fascista en cada país, en cada etapa. Es necesario investigar, estudiar, hallar en cada país lo que haya de peculiar, de específicamente nacional en el fascismo, y esforzarse por trazar, en consonancia con ello, los métodos y las formas más eficaces de lucha contra él.

Lenin nos advertía con insistencia contra «la aplicación de patrones, la nivelación mecánica, la identificación de las reglas tácticas, de las reglas de lucha». Esta advertencia adquiere una exactitud particular cuando se trata de la lucha contra un enemigo que explota con tanto refinamiento y espíritu jesuitas, en interés del gran capital, los sentimientos y prejuicios nacionales de las masas y su estado de ánimo anticapitalista. A este enemigo hay que conocerlo con toda exactitud y en todos sus aspectos. Hay que reaccionar sin la menor dilación contra sus múltiples maniobras, poner al descubierto sus manejos ocultos, estar siempre dispuestos a hacerle frente en cualquier terreno y en todo momento. No hay que tener reparos inclusive en aprender del enemigo, si esto no ayuda a retorcerle el pescuezo antes y con mayor seguridad. (Aplausos)

Sería un grave error querer establecer un esquema general cualquiera sobre el desarrollo del fascismo, valedero para todos los países y pueblos. Este esquema, lejos de ayudarnos a librar la verdadera batalla, nos estorbaría. Aparte de otras cosas, lo que se consigue con eso es empujar al campo del fascismo, sin establecer diferencias, a las capas de la población que en una fase determinada de desarrollo, de haber sabido abordarlas con acierto, habrían podido ser llevadas a la lucha contra el fascismo, o al menos neutralizarlas.

Tomemos por ejemplo el desarrollo del fascismo en Francia y Alemania. Algunos camaradas opinan que en Francia el fascismo no podrá, en términos generales, desarrollarse con tanta facilidad como en Alemania. ¿Qué hay en esto de cierto y qué hay de falso? Es cierto que en Alemania no existían tradiciones democráticas tan arraigadas como en Francia, que realizó, en los siglos XVIII y XIX, varias revoluciones. Es cierto que Francia es un país que salió vencedor de la Primera Guerra Mundial e impuso tratados a otros países, que las masas de Francia no han sido heridas en su sentimiento nacional, que fue tan decisivo en Alemania. Es cierto que en Francia las masas principales del campesinado, sobre todo en las regiones del sur, abrigan sentimientos republicanos antifascistas, a diferencia de Alemania, donde ya antes de la subida del fascismo al poder una parte considerable de los campesinos se hallaban bajo la influencia de partidos reaccionarios.

Pero, camaradas, pese a las diferencias existentes entre el desarrollo del movimiento fascista en Francia y en Alemania, pese a los factores que entorpecen la ofensiva del fascismo en Francia, sería miopía no ver que en este país crece sin cesar el peligro del fascismo y subestimar la posibilidad de que un golpe fascista. En Francia se dan toda una serie de factores que favorecen, por otra parte,  el desarrollo del fascismo. No olviden la crisis económica, que en Francia comenzó más tarde que en otros países capitalistas, sigue profundizándose y agudizándose, y esto facilita el desenfreno de la demagogia fascista. El fascismo francés posee también dentro del ejército, entre la oficialidad, posiciones tan fuertes como no las poseían los nacional-socialistas en la Reichswehr, antes de subir al poder. Además, tal vez no exista ningún país en que la corrupción del régimen parlamentario haya adquirido proporciones tan monstruosas como en Francia, ni que provoque tal indignación en las masas, con lo que especulan demagógicamente –como es sabido– los fascistas franceses, en su lucha contra la democracia burguesa. Y no olvidemos tampoco cómo contribuye a desarrollar el fascismo el miedo exacerbado de la burguesía francesa a perder su hegemonía política y militar en Europa.

Por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Georgi Dimitrov, 1935

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«Le ruego que en su intervención en el congreso toque un problema, a saber: que de aquí en adelante todos los acuerdos y decisiones de la Komintern se redacten de tal modo que puedan entenderse no sólo por los comunistas preparados, sino también por cualquier trabajador, sin preparación alguna, que leyendo los materiales de la Komintern vea en seguida lo que quieren los comunistas y qué beneficio aporta el comunismo a la humanidad. Es cosa que olvidan algunos dirigentes del partido. Hay que recordárselo con más energía aún. Y desarrollar la agitación por el comunismo en un lenguaje comprensible». (Carta anónima dirigida a Georgi Dimitrov presentada por él en su discurso del 13 de agosto de 1935)



Introducción de «Bitácora (M-L)»

Reanudando la labor de traer a los lectores un repaso del VIIº Congreso de la Komintern de 1935, y de la implicación de Georgi Dimitrov en los trabajados programáticos de esos días, publicamos este «discurso resumen» del 13 de agosto de 1935, el cual no se encuentra online en castellano. Inicialmente el autor destacará cuatro cuestiones:

1. Acabar el vicio de suplantar la falta de conocimientos para realizar análisis marxista-leninistas «por frases y consignas generales», sin «hacer el menor esfuerzo serio por esclarecer en qué condiciones, ante qué correlación de fuerza de clase, en qué grado de madurez revolucionaria del proletariado y de las masas trabajadoras, con qué nivel de influencia el partido comunista». El búlgaro recalca que «sin este análisis concreto, marxista-leninista, no sabremos jamás plantear, ni resolver con acierto el problema del fascismo, ni el del frente proletario y popular, ni el de la actitud frente a la democracia burguesa, ni el del gobierno de frente único, ni el de los procesos que se operan en el seno de la clase obrera y, en particular, entre los obreros socialdemócratas, ni tantos otros problemas nuevos y complejos, que nos plantean y seguirán planteando la vida misma y el desarrollo de la lucha de clases».

2. La creación y promoción de buenos cuadros.

3. Que estos militantes estén «pertrechados con la brújula de la teoría marxista-leninista, sin cuyo diestro manejo se cae en ese mezquino practicismo que no ve el porvenir más allá de sus narices, que sólo sabe resolver los problemas de uno u otro caso, que deja escapar toda perspectiva amplia de lucha, que indique a las masas hacía dónde vamos y por qué y adónde conducimos a los trabajadores».

4. Acabar espontaneidad en el movimiento tan característica del anarquismo y el luxemburgismo, y realizar una organización tenaz. «Aprender el arte leninista de convertir nuestros acuerdos en patrimonio, no sólo de los comunistas, sino también de las más amplias masas trabajadoras», y «saber hablar a éstas no en el lenguaje de las fórmulas librescas, sino en el de los que luchan por la causa de las masas, reflejando con cada palabra, con cada idea, los pensamientos y sentimientos de millones de hombres».

Ahora veamos los capítulos por así decirlos del informe:

En el primer punto se insta a estudiar las peculiaridades del desarrollo del fascismo en los diferentes países, sin que ello se llegue en los análisis a distorsionar y rebasar la esencia del fascismo. Nos advierte a saber establecer diferencias, entre las capas de la población que en una fase determinada de desarrollo de haber sabido abordarlas con éxito, pueden ser llevadas a la lucha contra el fascismo, o al menos neutralizarlas. En el segundo punto o capítulo, Georgi Dimitrov responde a la pregunta que ayer y hoy muchos comunistas se han formulado a la hora de desplegar en un país una lucha antifascista: ¿por dónde empezar, por el frente único del proletariado o por el frente popular antifascista? Él responde así: «en una serie de países la formación del frente único del proletariado y el frente popular antifascista se hallan enlazados por la dialéctica viva de la lucha de clases, se entretejen, se convierten el uno en el otro, en el proceso de la lucha práctica contra el fascismo, y no se hallan separados, ni mucho menos, por una muralla china».

A esta pregunta también se contestará de nuevo añadiendo las particularidades de cada país en donde se debe realizar un mayor esfuerzo: ya que como dice el autor: «sería un grave error querer establecer un esquema general cualquiera sobre el desarrollo del fascismo, valedero para todos los países y pueblos».

Después, en el tercer punto, continuando con el estudio de las estrategias y tácticas antifascistas Georgi Dimitrov observó los cambios que se operaban dentro de los partidos socialdemócratas –que también como otros, tenían un origen de clase heterogéneo–, desde el militante socialdemócrata, hasta ciertos jefes socialdemócrata se habían dado cuenta –y ambos en interés de su necesidad– que la política errónea de auxiliar de la más recalcitrante reacción estaba llevando a los partidos socialdemócratas a allanar el camino a su propia liquidación como partido debido a la victoria fascismo. Aún así, y pese a estar en la cuerda floja el búlgaro anota que seguía existiendo a mediados de los años treinta, y pese a la evidente «fascistización», muchísima resistencia por parte sobre todo de los líderes socialdemócratas, a cesar la colaboración con la burguesía y establecer el frente único que lanzara al partido a la lucha contra el enemigo de clase y su ofensiva. También ve como normal y evidente el proceso de «radicalización» hacia el comunismo entre los militantes obreros socialdemócratas que han contemplado desde los años 20 hasta esos días, diferentes derrotas –en la lucha contra el fascismo–, y diferentes decepciones –a la hora de gobernar el partido socialdemócrata–. Algo que puede ser una ventaja a la hora de establecer el frente único proletario y el frente popular antifascista.

Con este discurso, y siguiendo con el punto seis, se acaba con algunos esquemas rígidos, por ejemplo: es claro que un país bajo dominio fascista la instauración de un gobierno de frente único proletario sólo puede ser a consecuencia del derrocamiento del fascismo en sí, también es normal pensar que esto será lo más probable, ya que es muy difícil aunque no descartable, pasar de un gobierno fascista a un gobierno netamente comunista, de la dictadura burguesa de carácter fascista a la dictadura del proletariado. Así mismo, recalca, que no es un axioma, no es obligación, que el partido comunista a la hora de tomar el poder, deba optar por participar en un gobierno de frente único como etapa previa, presentar esto como etapa obligatoria no es sensato, como dice «el nudo del problema está en saber si en el momento decisivo el proletariado estará en condiciones de derrocar directamente a la burguesía e instaurar su propio poder».

Recordando las pautas del informe central, Georgi Dimitrov exigía que llevar a cabo el frente único del proletariado: contra el fascismo, contra la ofensiva del capital y contra la guerra.

Y pese a estas condiciones recalcó en el caso de las organizaciones socialdemócratas: «hemos asociado y seguiremos asociando la disposiciones para lanzarnos a la lucha contra el fascismo a los partidos y organizaciones socialdemócratas, sin que eso suponga evitar la lucha irreconciliable contra el socialdemocratismo como ideología y como práctica de la conciliación con la burguesía, y también, por consiguiente, sin levantar el veto contra toda penetración de esta ideología en nuestras propias filas».

En el punto quinto hace un repaso, de porque los comunistas, a diferencia de los anarquistas, no nos es igual una democracia burguesa, que una dictadura fascista.

En la parte final de su «discurso resumen», Georgi Dimitrov da un magnífico ejemplo sobre cuestiones de grandísima importancia no siempre apreciadas en su justa medida. En cuanto a la línea del partido –que es el sexto punto de su informe–, el autor destaca:

a) No contentarse con realizar un buen análisis y sacar en claro grandes resoluciones, sino supervisar que se aplique tales publicaciones, supervisar así mismo que sean los cuadros adecuados quienes lleven a cabo las diferentes tareas que garanticen esto.

b) Hacer que las resoluciones del partido, que su línea, llegue a todas las capas de las masas trabajadoras, en palabras del búlgaro sería: «aprender el arte leninista de convertir nuestros acuerdos en patrimonio, no sólo de los comunistas, sino también de las más amplias masas trabajadoras». Y realizar esta tarea aprendiendo sabiendo hablar a las masas sabiendo evitar el «lenguaje pesado» y pudiendo comunicarte con las masas «en su propio lenguaje», de acuerdo con su nivel teórico del marxismo, pensando en todo momento «en el obrero sencillo que tiene que entenderte, creer tus llamamientos y estar dispuesto a seguirte».

c) Finalizando con el último punto de su informe, el número siete, refiriéndose a la cuestión de los cuadros podemos utilizar las palabras del marxista-leninista checoslovaco Klement Gottwald que describen lo que aquí quiso destacar Georgi Dimitrov sobre esta cuestión:

«El camarada Dimitrov consignó que una política acertada de cuadros debe responder a las siguientes conclusiones: en primer lugar es necesario que conozcamos a los hombres; en segundo lugar, es necesario que sepamos seleccionar y promover acertadamente los cuadros; en tercer lugar, es necesario que sepamos utilizar acertadamente los cuadros; en cuarto lugar, es necesario que sepamos distribuir acertadamente los cuadros; en quinto lugar, es necesario que estemos en condiciones de ayudar sistemáticamente a los cuadros; en sexto lugar, es necesario que sepamos velar por los cuadros y protegerlos». (Klement, Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern; Discurso pronunciado en el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1936)

y:

«Nuestro camarada Dimitrov habló también minuciosamente acerca de hacia qué cuadros debe orientarse el partido, acerca de lo que debe tener en cuenta al seleccionar los cuadros, de lo que debe apreciar en ellos y cuidar en ellos. Es, en primer lugar, la entrega completa a la causa de la clase obrera, la lealtad al partido, probada en las luchas ante el enemigo de clase. Es, en segundo lugar, el contacto más estrecho con las masas. Es, en tercer lugar, la capacidad de orientarse por su cuenta en cada situación y no rehuir la responsabilidad por los acuerdos adoptados. Es, en cuarto lugar, la disciplina y el temple bolchevique, tanto ante el enemigo de clase como frente a todas las desviaciones de la línea del bolchevismo». (Klement, Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern; Discurso pronunciado en el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1936)

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ ó Descarga en PDF AQUÍ.

[2] Todos los documentos de Giorgi Dimitrov en el Blog AQUÍ.

[3] Todos los documentos editados por el «Equipo de Bitácora (M-L)» en el apartado BIBLIOTECA.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Perspectivas económicas y culturales; Georgi Dimitrov, 1948

En el actual capítulo del informe de 1948, Georgi Dimitrov nos comenta las próximas perspectivas económicas y culturales en la Bulgaria socialista. Hace un repaso de la primera etapa de la democracia popular búlgara en lo económico –que data de 1944 a 1947 y resuelve las tareas antifeudales, antifascistas, antiimperialistas, etc.– hasta la segunda etapa de la democracia popular de 1948, donde se consolida la construcción económica del socialismo:

«Como ya he dicho, las tareas inmediatas que el levantamiento del 9 de septiembre de 1944 tuvo que resolver eran de naturaleza democrática y antiimperialista: aplastar a las fuerzas fascistas, liquidar la dependencia imperialista, castigar a los culpables de la alianza criminal con los nazis, garantizar democráticamente los derechos a las masas trabajadoras, para organizar la Guerra Patria contra la Alemania nazi, y rehabilitar la economía nacional. El golpe contra el fascismo y su derrota, el golpe contra la dependencia imperialista y su liquidación tenía que sacudir los cimientos mismos del sistema capitalista en nuestro país, trascender los límites de nuestra democracia burguesa, y abrir el camino para la reconstrucción socialista de Bulgaria. La revolución democrático-popular del 9 de septiembre de 1944, en el proceso de que la clase obrera en alianza con los campesinos trabajadores consolidó su poder, combinaba dos elementos: la lucha de liberación nacional contra la dependencia nazi y el fascismo y la lucha del pueblo contra el yugo capitalista. (...) La vieja máquina burguesa no fue completamente destruida el 9 de septiembre ni inmediatamente después. Su destrucción final tomó un tiempo más largo, pero se inició el 9 de septiembre y no más tarde. En otras palabras el levantamiento del 9 septiembre de 1944 marca el inicio de la democracia popular como un gobierno de la clase obrera en alianza con los campesinos trabajadores. Este nuevo poder estatal, sin embargo, tuvo que ser desarrollado y consolidado». (Vulko Chervenkov; El Frente de la Patria y sus tareas inminentes; Informe en el IIIº Congreso del Frente de la Patria, 28 de mayo 1952)

Así veía el marxista-leninista búlgaro Georgi Dimitrov el desarrollo de la economía planificada y los pilares que la hacían posible:

«El plan económico bienal adoptado en la primavera de 1947 es de una excepcional importancia para nuestro pueblo. Este plan proyecta la nueva dirección del desarrollo económico en Bulgaria. En el futuro la economía planificada será alcanzada, a una escala cada vez más amplia, en todas las ramas de nuestra economía nacional y, de una vez por todas, se acabará con la anarquía en la producción y distribución. Un sistema planificado que ha sido posible gracias a que el mando del Estado está en las manos del pueblo y porque bajo el nuevo poder el sector social –estatal y cooperativo– regularmente es ampliado». (Georgi Dimitrov; El pueblo búlgaro en lucha por la democracia y el socialismo; Informe en el IIº Congreso del Frente de la Patria, febrero de 1948)

Hablando de estas nacionalizaciones en la ciudad:

«Una medida particularmente importante en la esfera de nuestra economía política la cual promoverá gratamente el futuro desarrollo de la economía ha sido la nacionalización de las empresas privadas y la industria minera. Mientras que a finales de 1946 el sector estatal y cooperativo constituía sólo el 30% de la producción industrial del país, a día de hoy representa más del 80% de la producción industrial». (Georgi Dimitrov; El pueblo búlgaro en lucha por la democracia y el socialismo; Informe en el IIº Congreso del Frente de la Patria, febrero de 1948)

En cuanto a la agricultura en el campo, así describía el proceso de entrega de tierras a los campesinos sin tierras o con pocas, y su paulatina introducción en la explotación conjunta en las cooperativas, así como la ayuda estatal a través de las Estaciones de Máquinas y Tractores:

«Como resultado de la reforma agraria 127.000 familias recibieron 1.252.000 décares de tierra y 7.863 explotaciones familiares. También 381 economías de propiedad pública e instituciones recibieron 71.000 décares de tierra. Un nuevo rasgo importante en la agricultura es las cooperativas de productores, de las cuales hay comprendidas 579 de aproximadamente 50,000 propietarios de tierras. Estas cooperativas poseen un total de 1.890.000 décares de tierra. A pesar de las dificultades causadas ante tres años de sequía en sucesión, las cooperativas han mantenido un equilibrio firme. Los campesinos comienzan a considerarlos como el camino más seguro al desarrollo de nuestra economía y realce del bienestar de la población rural. Estamos incrementando la producción de máquinas agrícolas como medio de promover la agricultura y en un futuro tendremos nuestra propia industria de producción de maquinaria agrícola. Estamos estableciendo 30 Estaciones de Máquinas y Tractores para abastecer a la agricultura con los implementos necesarios, máquinas y especialmente tractores para cultivar la tierra. En total tendremos 70 Estaciones de Máquinas y Tractores este año». (Georgi Dimitrov; El pueblo búlgaro en lucha por la democracia y el socialismo; Informe en el IIº Congreso del Frente de la Patria, febrero de 1948)

Esta transformación socio-económico, no podía más que chocar con las clases explotadoras derrocadas:

«El retiro de todos los elementos capitalistas de la administración estatal y económica fue acompañada de una resistencia de estos elementos, quienes con fuerza redoblada deseaban recuperar su dominación. Estos elementos están unidos con la reacción imperialista internacional. Las tentativas de los poderes imperialistas para interferir en los asuntos internos del país con el objetivo de prevenir la victoria de la democracia popular y de ayudar a la reacción para reordenar sus fuerzas para la restauración del régimen antipopular tuvieron que ser combatidas a toda costa. Naturalmente, los comunistas, fueron los campeones más constantes y resueltos en la defensa de la soberanía del país y en la destrucción de la reacción interna». (Vulko Chervenkov; El rol de liderazgo del Partido Obrero (comunista) Búlgaro en la construcción de la democracia popular, 1948)

Sobre el ámbito cultural, y reflejo de las medidas económicas ya citadas, y que se verán en el transcurso del capítulo, se vería que:

«Nuestra cultura nacional está en un auge. La red de primaria y educación especial en general, las instituciones intermedias y superiores de educación, de institutos de investigación científica está en expansión; la ciencia se acerca cada vez más cerca de la práctica socialista y se pone al servicio de las personas, siguiendo el ejemplo de la ciencia soviética, aprender de ella y haciendo uso de su experiencia. La literatura y el arte, al despojarse de los últimos vestigios perniciosos; de la influencia burguesa, están floreciendo. El teatro está prosperando. Nuestra cinematografía naciente y pujante sigue adelante con gran impulso, inspirado en el ejemplo de la gran arte cine soviético. La música búlgara y sus músicos están anotando éxitos notables. Los deportistas búlgaros están haciendo un progreso real. Vasto es el alcance de la actividad artística de aficionados entre la clase obrera y los campesinos de cooperativas, en el ejército, entre todo el pueblo. Talentos maravillosos se levantan de las filas del pueblo. Creciendo de entre sus filas a portadores del Premio Nobel Dimitrov entre los trabajadores merecidos de la esfera de la cultura. No es mera coincidencia que en el Festival Mundial de la Juventud en Berlín, por ejemplo, algunos de los primeros premios fueran otorgados a los representantes de nuestra juventud. Las condiciones han sido creadas para el ulterior poderoso resurgimiento de nuestra cultura nacional. Como un reflejo brillante de todos nuestros éxitos y potencialidades vino el Decreto del Consejo de Ministros y el Comité Central del Partido Comunista Búlgaro sobre la reforma monetaria, la abolición de racionamiento y reducción de los precios al por menor del Estado. Este decreto ya ha sido puesto en práctica. Se culminó los esfuerzos de las personas que trabajan, del partido y el gobierno en los últimos tres a cuatro años. Reflejaba nuestra gran victoria para asegurar el aumento integral de nuestro país. Ahora podemos afirmar abiertamente: una victoria ha sido ganada gracias al trabajo desinteresado de las personas, su devoción por el gobierno del Frente de la Patria y el Partido Comunista Búlgaro, gracias al liderazgo político y económico correcto del gobierno y el Partido Comunista Búlgaro. Esta victoria nos ha permitido con confianza para tomar la carretera por la que la Unión Soviética se ha embarcado desde hace mucho tiempo: el camino de la reducción sucesiva de los precios de las materias primas, el camino de un continuo aumento de los salarios reales y del nivel de vida del pueblo trabajador». (Vulko Chervenkov; El Frente de la Patria y sus tareas inminentes; Informe en el IIIº Congreso del Frente de la Patria, 28 de mayo 1952)

El documento:



En el campo económico el gobierno popular afrontó la tarea inmediata de reparar el daño causado por el pillaje de guerra alemán, y el de limpiar el camino para el próximo desarrollo económico de nuestro país bajo la estela del socialismo.

En la industria la tarea de reconstrucción fue solucionada satisfactoriamente en el curso de nuestro plan de dos años. En 1948 el producto industrial excedió al de antes de la guerra en un 75 por ciento. Dándose así un desarrollo de gran ímpetu gracias a la nacionalización desarrollada previamente que permitió continuar hacia la reconstrucción socialista, hacía la fusión y centralización de empresas industriales, así como también la centralización de la producción combinando según que ramas y concentrando las unidades más productivas.

En la agricultura, el proceso de rehabilitación no ha sido completada todavía, esto ha ocurrido principalmente debido a las tres sequías ocurridas en la posguerra. Ciertas ramas de cría de ganadería y cultivo de cosecha se quedaron atrás. Pero aquí también, juntos con los esfuerzos para alcanzar y sobrepasar el nivel de antes de la guerra en todas las ramas, la reconstrucción socialista tiene que ser comenzada con la creación de las cooperativas y granjas estatales a gran escala. Las granjas cooperativas que cubren más de 1.000 en número y que cubren aproximadamente 300.000 hectáreas de tierra arable, han realizado firmemente una nueva forma que se ha establecido firmemente en la economía rural, y la única que es capaz  con la ayuda de las máquinas, tractores y estaciones de mejorar el bienestar de los campesinos, de la mecanización y modernización de nuestra agricultura, de dirigirla hacía el socialismo.

Los campesinos medios han comenzado recientemente a adoptar una actitud favorable hacía las granjas cooperativas, en las cuales crece sin cesar el números de sus miembros. Estrictamente se observa en todo ello el principio de adhesión voluntaria, la tarea principal presente es de la de consolidar, reforzar y multiplicar las granjas ya existentes y convertirlas en modelos ejemplares para la extensión de agricultura cooperativa.

La renta nacional hacia 1948 ya excede a la de antes de la guerra en un 10 por ciento, gracias principalmente a la nacionalización acertada de la industria, como apuntamos hace un momento. Además, la renta nacional es distribuida hoy de un modo mucho más justo, como consecuencia de la expropiación de las empresas industriales que estaban en poder de la burguesía de las empresas industriales, bancos y el comercio al por mayor, así como de la liquidación efectiva de los latifundios juntos al gran inmobiliario urbano, lo que dio al traste con los grandes ingresos del resto de los explotadores.