viernes, 20 de marzo de 2015

El camino de nuestra democracia popular; Mátyás Rákosi, 1952

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«El ejemplo yugoslavo nos enseñó que quien se separa de la gran familia de los pueblos defensores de la paz y edificadores del socialismo se transforma inevitablemente en sirviente del imperialismo y será tratado con el desprecio reservado a los traidores y renegados, tanto por sus amos imperialistas como por los pueblos liberados». (Mátyás Rákosi; El camino de nuestra democracia popular, 1952)


Introducción de «Bitácora (M-L)»

La publicación de la presente obra de Mátyás Rákosi facilitada por la Biblioteca Marxista Sergio Barrios se debe a la necesidad de dar una verdadera visión de las democracias populares de Europa del Este, y en este caso de la República Popular de Hungría, de 1944-1953, y sus características propias.

Algo en lo que hemos insistido siempre, es que los marxista-leninistas debemos estudiar cada revolución en particular, no podemos caer en este caso, en la trampa de aceptar el mito de la historiografía burguesa y revisionista sobre que los países de Europa del Este fueron «revoluciones montadas desde el exterior con modelos calcados, impuestos por el imperialismo soviético de Stalin». Esto es una necedad. Aparte de que no hace falta comentar la falta de respeto por el hecho de considerar las revoluciones populares allí ocurridas como consecuencia de una mera «injerencia exterior», debemos añadir que cada país: Bulgaria, Hungría, Albania, Polonia etc., han tenido en sus desarrollos unas condiciones  objetivas no sólo económicas sino políticas muy diferentes entre sí, lo que hace imposible que estas revoluciones pese a basarse sus partidos comunistas dirigentes en el marxista-leninismo tengan un mismo desarrollo. De igual forma el factor subjetivo en cada país era diferente, ni  los partidos comunistas estaban entre sí igual de desarrollados, igual de templados en la lucha, o tenían la misma influencia en la sociedad, ni tampoco eran iguales estas mismas características entre los  partidos burgueses y pequeño burgueses de aquellos países.

Acorde el lector vaya introduciéndose en la lectura del presente texto pueden que le asalten varias dudas y preguntas sobre el proceso húngaro que precisamente el autor del texto no responde del todo, o más bien no se extiende del todo en esta obra por las razones que fueran. Por ejemplo: 1) ¿Que concepción tenían los húngaros sobre la dictadura del proletariado? ¿Cuando se cristalizo tal dictadura en el país? ¿En base a que lucha? ; 2) ¿Cómo se avanzó en el desarrollo económico del país desde el fin del fascismo horthysta-szálasistas con la liberación del Ejército Rojo de la Unión Soviética?; 3) ¿En lo político como fue el desarrollo de las diferentes elecciones políticas tras la posguerra? ¿Cuál fue  la influencia comunista en esos gobiernos? 4) ¿Cómo se tomó entre los comunistas húngaros la cuestión política de la existencia del resto de partidos en la democracia popular?; 5) ¿Qué medidas tomaron los comunistas para fusionarse en un mismo partido con el ala izquierda socialdemócrata para garantizar el grado revolucionario y marxista-leninista del nuevo partido?; 6) ¿Qué significado tuvo las tácticas de frente de modo defensivo y ofensivo durante 1944-1953?; 7) ¿Cómo se tomó la cuestión de la destrucción de la vieja maquinaria estatal burguesa y la creación del nuevo poder estatal del proletariado? ¿Por qué medios se sustituyeron?; 8) ¿Qué debilidades teóricas surgieron y corrigieron los comunistas húngaros durante todo este periodo de agitación social y política?

Responder a todas esas preguntas resulta necesario para un entendimiento posterior completo del texto de Rákosi:

1) Los marxista-leninistas húngaros señalaban las diferencias en la implantación de la dictadura del proletariado en Hungría a la sucedida en Rusia. Mientras en Rusia tras la caída del zarismo el gobierno quedó en manos de mencheviques, eseristas, y otros, en Hungría tras la caída del fascismo el gobierno quedó en mano de una coalición antifascista de varios partidos incluyendo al partido comunista. Por medio de dicha coalición en la que los comunistas tenían una notable influencia por su trabajo contra la dictadura fascista y su papel en la Segunda Guerra Mundial, se logró la consolidación y aumento progresivo de la influencia de los comunistas entre las masas y entre el propio gobierno. Este gobierno ya fue teorizado por Dimitrov ante la posible caída de un gobierno fascista y la sustitución de un gobierno de frente popular antifascista:

«Si se nos pregunta, si nosotros, los comunistas, luchamos sobre el terreno del frente único solamente por reivindicaciones parciales o estamos dispuestos a compartir la responsabilidad, si se llegase a la formación de un gobierno sobre la base del frente único, diremos con plena conciencia de nuestra responsabilidad: si tenemos en cuenta que puede producirse una situación en que la creación de un gobierno de frente único proletario, o de frente popular antifascista sea no solamente posible, sino indispensable en interés del proletariado. Aceptamos, en efecto esta eventualidad. (...) ¿Bajo qué condiciones objetivas será posible la formación de un tal gobierno? A esta pregunta puede contestarse de un modo muy general: bajo las condiciones de una crisis política, en que las clases dominantes ya no están en condiciones de acabar con el potente ascenso del movimiento antifascista de masas. Pero esto es sólo una perspectiva general, sin la cual apenas será posible, en la práctica, la formación de un gobierno del frente único. (…) Me parece que en este sentido merecen la mayor atención las siguientes premisas: Primero. Cuando el aparato estatal de la burguesía esté ya lo bastante desorganizado y paralizado para que la burguesía no pueda impedir la formación de un gobierno de lucha contra la reacción y el fascismo. Segundo. Cuando las más extensas masas trabajadoras y en particular los sindicatos de masas se levanten impetuosamente contra el fascismo y la reacción, pero no estén todavía preparados para lanzarse a la insurrección con el fin de luchar bajo la dirección del partido comunista por la conquista del poder soviético. Tercero. Cuando el proceso de diferenciación y radicalización en las filas de la socialdemocracia y de los demás partidos que participan en el frente único, haya conducido a que una parte considerable dentro de ellas exija medidas implacables contra los fascistas y demás reaccionarios, luche del brazo de los comunistas contra el fascismo y se manifieste abiertamente contra el sector reaccionario y hostil al comunismo de su propio partido». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

Serían los comunistas húngaros quienes lideraron el ejercicio de los diferentes pasos para completar la revolución democrático-burguesa y pasar a la revolución socialista en este gobierno de frente popular antifascista:

«Es evidente que nuestra democracia popular no ha sido desde el principio una dictadura del proletariado, sino que se convirtió en ella durante nuestra lucha. El desarrollo de nuestra democracia popular no es otra cosa que una lucha que comenzó con los objetivos iniciales de destruir al fascismo, de la realización de nuestra independencia nacional, y de la constante ejecución de las tareas cívicas democráticas, y que luego se fue transformado posteriormente en una pelea en contra de las grandes fortunas y luego contra todo tipo de burguesía; en una lucha contra el capitalismo, con el objetivo inicial de la expulsión de los elementos de clase capitalistas y luego procediendo a su liquidación. Esta transformación comenzó siendo antifascista, nacional, cívico-democrática, y se hizo más y más grande hasta desarrollar una lucha para lograr una transformación socialista». (József Révai: Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Es allí cuando poco a poco, cuando con la aparición de las divergencias entre los partidos de la antigua coalición antihitleriana del Frente Nacional de la Independencia, y en lucha precisamente contra las acciones de los propios partidos de la coalición que ahora se oponían a que se completaran las tareas de la revolución demócrata-burguesa y después de la revolución socialista, que se consolidaría el partido comunista y sus aliados, y como paralelamente se lograría la cristalización de la dictadura del proletariado:

«El cambio en el desarrollo de la democracia popular en la dictadura del proletariado comenzó con la destrucción del ala derecha del partido de los Partido Independiente Cívico de los Pequeños Propietarios y de los Trabajadores Agrarios, con la liquidación de la conspiración y la caída de Ferenc Nagy de 1947. A continuación, el kulak se convirtió en un enemigo directo, entonces el papel de liderazgo de nuestro partido y la clase obrera se fortaleció. Pero la lucha por la transformación de Hungría a lo largo de líneas anticapitalistas y socialistas se inició mucho antes, cuando en la primavera de 1946 se creó el Bloque de Izquierda –entre el Partido Comunista de Hungría, el Partido Socialista Húngaro, el Partido Nacional Campesino y el Consejo Sindical– bajo la dirección del Partido Comunista de Hungría, el cual tuvo éxito en la lucha por la nacionalización de la industria pesada; empezó también, cuando, en el otoño de 1946, el IIIº Congreso del Partido Comunista de Hungría, anunció el lema: «estamos construyendo el país, no para los capitalistas, sino para el pueblo». Ferenc Nagy dimitió a finales de mayo de 1947, pero es que ya la dirección del partido y el propio camarada Rákosi en el evento que se celebró en el distrito Angyalföld de Budapest del 7 de mayo, soltó la clara consigna de: «vamos a hacer que la paguen los ricos», y se dio el pistoletazo de salida para el inicio de la lucha, no sólo para el control, sino por la nacionalización de los grandes bancos. En nuestro plan de tres años, que se menciona por primera vez antes de la navidad de 1946, el camarada Gerö no abrió fuego dirigiéndose francamente y abiertamente contra el capitalismo en su conjunto, a toda la burguesía, pero ya estaba relacionado con las tareas de la lucha contra el gran capital que correspondían a esa etapa. El cambio socialista de nuestra transformación, el período durante el cual nuestra democracia popular se convirtió en una dictadura del proletariado se extendió aproximadamente desde mayo de 1947, con la caída de Ferenc Nagy, a enero de 1948. Este es el glorioso año del cambio, cuando la mayoría de la clase obrera se alineó detrás del Partido Comunista de Hungría, y cuando en la Iª Conferencia Nacional de los miembros del partido, el lema del IIIº Congreso: «estamos construyendo el país no para los capitalistas, sino para la gente», se sustituyó por la nueva consigna victoriosa: «el país es suyo, ustedes está construyendo todo para sí mismos». Este desarrollo, nuestro desarrollo en una dictadura del proletariado, fue coronado definitivamente en junio de 1948 con la destrucción del ala derecha del Partido Socialista Húngaro, y la fusión de su ala izquierda con el Partido Comunista de Hungría, estableciéndose así la unificación bajo el actual Partido de los Trabajadores Húngaros». (József Révai: Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Eso incluía ser conscientes, como decía Rákosi, de que pese la revolución socialista no había sufrido de una abierta guerra civil para establecer el poder de los comunistas, de que los partidos políticos de las clases reaccionarias se estaban eliminado, y de que el poder económico las clases explotadoras se había eliminado casi en su totalidad o se estaba eliminando, y que se estaban coronando grandes triunfos bajo la cultura proletaria, eso no significaba que el Estado socialista de la democracia popular debiera  bajar la cabeza frente a los peligros que acechaban, y que había que ser conscientes del uso de la dictadura del proletariado en todas sus expresiones:

«Somos conscientes de que la dictadura del proletariado no consiste sólo en el ejercicio de la fuerza, sus funciones esenciales incluyen también la construcción, para la cual debe conquistar aliados para el proletariado y unirlos para la producción socialista. En nuestro caso, gracias al hecho de que podemos confiar en la Unión Soviética y que hemos podido ahorrarnos una guerra civil, la función más importante de nuestra dictadura del proletariado es una tarea de construcción económica y cultural. Sin embargo, esto no significa en absoluto que las funciones de la opresión y la violencia también pertenecientes a la dictadura del proletariado deben pasarse por alto como algo secundario. La atención continua sobre los agentes de los imperialistas y los enemigos de clase en el interior no son en absoluto las tareas secundarias, por el contrario, son las condiciones requeridas para la obra de construcción del socialismo. Por otra parte, también debemos darnos cuenta claramente en que períodos pueden venir en nuestra evolución que la función principal de la dictadura del proletariado sea el ejercicio de la fuerza contra los enemigos de dentro y fuera. El que olvida esto comete el delito de pacifismo, desmoviliza al partido y a la clase obrera, y pasa por alto la construcción de nuestra organización estatal, así como la de nuestro ejército». (József Révai; Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

2) En la lucha en el campo económico para resolver las tareas antifeudales, y después emprender las de tipo socialistas, Hungría tuvo un desarrollo muy parecido a los niveles de la revolución en Checoslovaquia, eso sí: dichas transformaciones económicas comparadas serían más lentas respecto a Albania pero más rápidas en comparación a Rumanía:

«Hungría: En 1945-46, nacionalización parcial que afecta esencialmente a la gran industria. Una parte considerable de la industria y casi todo el comercio seguían en manos de los capitalistas hasta finales del año 1947. Hasta en 1948 cerca de la mitad de los obreros industriales están empleados en las empresas privadas; en el comercio, predomina el sector privado capitalista. Sólo después del aniquilamiento de los conspiradores reaccionarios del Partido de los Pequeños Propietarios, fue posible continuar las nacionalizaciones. En 1947 y luego en febrero y marzo de 1948 se aprobó la nacionalización de todas las empresas que empleaban más de 100 obreros. Al finalizar el año 1948 las 3/4 partes de la industria está en manos del Estado y las 4/5 de los obreros trabajaban en empresas nacionalizadas». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)

En el tema agrario, los comunistas húngaros desarrollaron un proceso de colectivización de la tierra según las enseñanzas marxista-leninistas:

«Durante el pasado año, el número de campesinos que han entrado en la cooperativas de productos se ha duplicado y, según los últimos datos, 118.000 familias campesinas con más de 160.000 miembros cultivaban en 1.160.000 hectáreas en 20 de febrero. Aparte de esto, 559 comités están preparando la entrada de 11.000 familias con 84.000 hectáreas de tierras de cultivo en las granjas cooperativas. Las granjas estatales y cooperativas, el sector socialista de la agricultura, se extienden ahora a alrededor de una séptima parte de la superficie cultivable, y hemos iniciado un renovado, rápido crecimiento en las últimas semanas. (...) ¿Qué se tiene que hacer para promover este desarrollo? El factor decisivo en este sentido, es que nuestro campesinado trabajador debe tomar este camino voluntariamente, por su propia voluntad, a través de su propio juicio y condena. La mayoría del campesinado toma este camino sólo sobre la base de su propia experiencia, o sobre la base de la experiencia que se puede ver con sus propios ojos. Este desarrollo solo puede ser acelerado por medios de convicción. Toda presión o insistencia impaciente, o incluso forzada es perjudicial, y sólo obtendrán los resultados opuestos. Esto nos es enseñado por nuestros grandes maestros, Lenin y Stalin, y está demostrado por nuestra propia experiencia del pasado el desarrollo de las cooperativas húngaras». (Mátyás Rákosi; Informe en el IIº Congreso del Partido de los Trabajadores Húngaros, 25 de febrero de 1951)

En el orden económico, por supuesto también se incluía la planificación económica, la cual, acorde al paulatino fin de la propiedad privada también en el campo, hacia que esta planificación adquiriera un completo cariz socialista. El Plan Trienal de 1947-1949 fue la primera toma de contacto en torno a la planificación y tenía como objetivo restaurar los daños de la guerra, superar los niveles industriales de preguerra, igualar los de la agricultura, elevar el nivel de las masas y desalojar a los capitalistas de sus posiciones económicas. Al cumplirse para 1948 se empezó poco después a plantear el Plan Quinquenal de 1950-1954 que tenía objetivos más ambiciosos como la completa eliminación de la propiedad privada en el campo y la ciudad, la industrialización del país y la mecanización de la agricultura, como pilares para la construcción del socialismo:

«El cumplimiento del Plan Trienal marcará el final de la etapa de la rehabilitación de la economía nacional. Ahora estamos entrando en una nueva etapa: el período de lucha para sentar las bases del socialismo en la ciudad y el campo. En esto el cumplimiento del Plan Quinquenal es un factor decisivo. Nuestro partido quiere acelerar la industrialización de nuestro país, acabar con el atraso de nuestra agricultura y al mismo tiempo abolir gradualmente las diferencias entre la ciudad y el campo. El Plan Quinquenal también contempla el desarrollo de nuestro ejército». (Mátyás Rákosi; El fortalecimiento del orden democrático-popular, 1949)

Hay que decir una cosa respecto a este tema: los marxista-leninistas húngaros, a diferencia de los revisionistas –como los revisionistas chinos de Mao Zedong y Liu Shao-chi–, jamás se hicieron ilusiones de que la destrucción de las clases explotadoras como clase social se pudieran realizar por métodos «graduales y pacíficos», y no defendieron la utilización métodos que dejaran incompleta la tarea de la destrucción del poder económico de la burguesía urbana o rural, además entendieron la teoría leninista-stalinista de que con la «destrucción objetiva» de las clases explotadoras su resistencia se vuelve desesperada por lo que la lucha de clases se agudiza irremediablemente:

«El Partido Obrero Húngaro es plenamente consciente que un avance pacífico de los elementos capitalistas hacia el socialismo es impensable. Las restricciones impuestas a los elementos capitalistas, limitándolos y eliminándolos gradualmente, se traducirá inevitablemente en el resultado de una resistencia de su parte y dará lugar a una agudización de la lucha de clases.  En la medida que los grandes terratenientes y capitalistas pierden sus posiciones económicas, sus puntos fuertes sociales y políticos, ellos van a recurrir cada vez más y más a formas de sabotaje, espionaje, conspiración y acciones armadas contra la democracia. Y aunque las masas trabajadoras que libran su lucha contra la reacción, tengan en sus manos la máquina del Estado, ellos saben que la lucha entre las fuerzas democráticas que avanzan al socialismo y las fuerzas de las reacción que se esfuerzan por restaurar el capitalismo no se decidirá si no se elimina el poder político y económico de los elementos capitalistas, y hasta que se elimine a los imperialistas extranjeros que continúan ayudando a restaurar a la reacción. Por consiguiente, los intereses de las democracias populares requieren de un fortalecimiento de los órganos de seguridad estatal, la policía, y una eterna vigilancia y predisposición para la lucha del pueblo, la clase obrera y el partido». (Mátyás Rákosi; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

Estas declaraciones de la figura marxista-leninismo magiar correspondían al pensamiento consciente de que su país no podía sortear sin más los axiomas científicos de su doctrina descubiertos por los grandes marxista-leninistas, por eso también golpearon las teorías sobre el «socialismo específico», luego tan famosas con la ola de revisionismo de finales de los 50 e inicio de los 60:

«El otro peligro se creó: el peligro de basarnos exclusivamente en nuestras especificidades nacionales y subestimar las características comunes y las experiencias comunes de diferentes países. A pesar de todo no es posible solucionar las cuestiones de un sólo país sin usar la experiencia de otros países. Estos resultados serían la limitación nacional. La limitación nacional y el oportunismo son gemelos». (Mihály Farkas; Discurso en la Iº Conferencia de la Kominform, 26 de septiembre de 1947)

3) Con las diferentes elecciones y gobiernos nos haremos una idea del falso mito de la «nula influencia de los comunistas» en la creación y desarrollo de la República Popular de Hungría y al relacionado mito referente a que fue una imposición exterior.

Las primeras elecciones antifascistas fueron celebradas en noviembre de 1944, dichas elecciones parlamentarias darían como resultado la siguiente composición de esta especie de parlamento: 1) Partido Comunista de Hungría con 90 escaños; 2) Partido de los Pequeños Propietarios con 56 escaños; 3) Partido Socialdemócrata Húngaro con 43 escaños; 4) Partido Campesino Nacional con 16 escaños; 5) Partido Cívico Demócrata con 13 escaños; 6) Independientes con 12 escaños. Todos estos partidos pertenecían al Frente Nacional de Liberación Húngaro, que había sido formado el 2 de diciembre de 1944 en Szeged por los partidos antifascistas.

El 22 de diciembre de 1944 se eligió una comisión política, que actuó como gobierno provisional. Lo componían 23 miembros de distintos partidos: 5 de los pequeños propietarios, 4 comunistas, 4 socialdemócratas, 3 de los nacional-campesinos, 2 demócrata-civiles, y 5 independientes. El presidente era Béla Miklós, independiente.

El gobierno tuvo una vida breve, ya que preparó un nuevo reglamento electoral y cuando tuvieron lugar las elecciones de 1945 se autodisolvió. Entre las medidas del gobierno se encuentran la firma de la alianza con la Unión Soviética y la declaración de guerra a Alemania; el pago de reparaciones de guerra a la URSS y a Yugoslavia: 200 millones de dólares en productos a la URSS y 100 millones a Yugoslavia –los soviéticos perdonarían la mitad de las reparaciones–; y la reforma agraria del 15 de marzo de 1945 a propuesta de los comunistas y ejecutada por un ministro comunista.

Después se celebraron las elecciones parlamentarias de noviembre de 1945, justo después de la liberación por las tropas soviéticas de los ocupantes nazis. Los resultados fueron los siguientes: de los resultados totales con 409 escaños: 1) Partido de los Pequeños Propietarios con 57% de los votos - 245 escaños; 2) Partido Socialdemócrata con 17,4% - 69 escaños; 3) Partido Comunista Húngaro con 17% - 70 escaños; 4) Partido Campesino Nacional con  6,9% - 23 escaños;  5) Partido Cívico Demócrata con 1,6% - 0 escaños. 6) Partido Radical Húngaro con 0,1% - 0 escaños. La participación sería de un 92,56%.

En particular para los comunistas húngaros fue un claro descenso. A pesar de los resultados se creó un gobierno de coalición entre todos los partidos parlamentarios excepto el Partido Cívico Demócrata, ya que los demás partidos pertenecían al Frente Nacional de la Independencia. Después de esas elecciones, la defensa de los comunistas de la reforma agraria – que quería ser revisada por el Partido de los Pequeños Propietarios–; la posición de Hungría en el tratado de paz con los países vencedores; el destape de la conspiración de la organización «Magyar Közösség» y su nexo con algunos jefes del Partido de los Pequeños Propietarios; o la reforma monetaria contra la inflación, causaron para los comunistas el poder recibir un gran apoyo que parecía haber parcialmente perdido ante las masas populares.

Para las elecciones parlamentarias de agosto de 1947 los resultados fueron los siguientes de unos 411 escaños con 5 millones de votos: 1) Partido Comunista de Hungría con 22,25% de los votos - 100 escaños. 2) Partido de los Pequeños Propietarios con 15,34% - 68 escaños; 3) Partido Socialdemócrata Húngaro con 14,86% - 67 escaños; 4) Partido Popular Demócrata Cristiano con 16,5% - 60 escaños; 5) Partido Independiente Húngaro con 13,43% - 49 escaños; 6) Partido Campesino Nacional con 8,28% - 36 escaños; 7) Partido Independiente Demócrata Húngaro con 5,25% - 18 escaños; 8) Partido Radical Húngaro con 1,71% - 6 escaños; 9) Liga Femenina Cristiana con 1,39% - 4 escaños; 10) Partido Cívico Democrático con 1% - 3 escaños.

La distribución del voto entre las candidaturas comunista evidenciaba su apoyo en las clases trabajadoras y en particular en la clase obrera:

«En 1947, recibió unos 1.118.000 votos, estos fueron el 23% total de los votos. La composición social de los votos obtenidos por el partido eran los siguientes: de los campesinos 500.000, de los obreros 450.000, y del resto de  la intelectualidad y la pequeña burguesía 160.000». (József Révai; La actividad del Comité Central del Partido Comunista de Hungría; Informe informativo presentado en la Iº Conferencia de la Kominform, 24 de septiembre de 1947)

El nuevo gobierno se compuso de forma en que los comunistas y sus aliados dominaban mejor la situación, pero no significa el fin de la lucha contra los partidos más derechistas como el Partido Popular Demócrata Cristiano ni tampoco contra los partidos del propio Frente Nacional de la Independencia con grandes vacilaciones como los Pequeños Propietarios:

«De los 15 miembros en el nuevo gobierno 4 son comunistas, 4 socialdemócratas, 4 pequeños propietarios, 2 del partido campesino. La composición del presente del actual gobierno se opone a la posibilidad de que las decisiones se tomen en detrimento de las fuerzas democráticas de izquierda. Está claro que los intentos de los elementos de la derecha de establecer un frente unido contra los comunistas han sufrido sólo un revés temporal, y que estos intentos serán renovados». (József Révai; La actividad del Comité Central del Partido Comunista de Hungría; Informe informativo presentado en la Iº Conferencia de la Kominform, 24 de septiembre de 1947)

La participación del Partido Comunista de Hungría en la Iº Conferencia de la Kominform, con József Révai y Mihály Farkas, y el ser testigos y participes de la crítica a la delegación francesa e italiana por los errores derechistas de sus partidos, causaron un profundo estímulo en los propios asuntos húngaros. A partir de 1948 los comunistas si cabe fueron más aún a la ofensiva en los campos político, económico y cultural, y las derrotas de las clases explotadoras y sus partidos fueron también si cabe más sonadas. Luego la IIº Conferencia de la Kominform de 1948 y la crítica directa de representantes húngaros como Mátýas Rákosi al derechismo-nacionalismo del revisionismo yugoslavo, hizo que los comunistas húngaros volvieran a ser conscientes de las complicadas vicisitudes de la construcción del socialismo en Hungría y la presión ideológica de la burguesía para impedir tal construcción a la que se sometía constantemente el partido.

Para las elecciones parlamentarias de mayo de 1949, los resultados serían los siguientes: el Frente Nacional de la Independencia de Hungría obtendría 97,1% votos, en contra de él un 2,9%. La repartición sería así: 1) Partido de los Trabajadores Húngaros con 285 escaños; 2) Partido de los Pequeños Propietarios con 62 escaños; 3) Partido Nacional Campesino con 39 escaños; 4) Partido Independiente Demócrata Húngaro con 10 escaños; 5) Partido Radical Húngaro con 4 escaños; 6) Independientes con 2 escaños. La participación fue de un 94,7 de la población.

Las siguientes elecciones serían las de 1953, con la única candidatura del Frente Nacional de la Independencia de Hungría y como único partido en él: el Partido de los Trabajadores Húngaros, creemos que este cuadro de evolución representa que tanto al inicio como al final del ejercicio del frente, y las diversas elecciones en Hungría, se ve claramente que por delante de los partidos burgueses y pequeño burgueses fue el partido comunista quién tuvo un papel preponderante tanto en el frente como en las elecciones, mostrando que tal partido conquistó en la lucha el rol de vanguardia.

4) Como hemos visto, uno de los rasgos que cristalizaban la derrota política de las clases explotadoras eran sobre todo la eliminación de sus partidos:

«Hay que decir que, en la democracia popular de Hungría los comunistas hicieron un rápido trabajo en el campo y la cuidad para atraerse a las clases trabajadoras a su lado, quebrando la fe de estas capas de la sociedad en los partidos burgueses, kulaks, y pequeño burgueses, forzaron así poco a poco a casi todos estos partidos a autodisolverse antes incluso de realizar la completa construcción económica del socialismo. En otros lugares como Polonia o Checoslovaquia –con la construcción del socialismo todavía si cabe más pendiente en el campo–, los comunistas hicieron un más deficiente trabajo en la progresiva eliminación de los partidos de la antigua sociedad capitalista». (Introducción de Bitácora (M-L) al documento de Klement Gottwald: Sobre el programa de acción del nuevo Gobierno checoslovaco de 1948, 20 de septiembre de 2014)

Los partidos representan a las clases, y la clase obrera sólo tiene el partido comunista como verdadero representante ya que es el que está armado con su ideología, o al menos la única que realmente puede guiarle en la transformación social que busca. Como decíamos, el resto de partidos pueden colaborar, ser buenos auxiliares en las grandes luchas, ya que representan sobre todo a capas pequeño burguesas, e incluso también a alguna parte de los obreros que aún no han sido captadas por los comunistas. Esto lo sabían bien los marxista-leninistas húngaros, estos declaraban en las épocas en que todavía no habían logrado poner de su lado sobre todo a las masas campesinas:

«Desde luego, el hecho de que hoy todavía compartimos, aunque sea formalmente, el liderazgo con otros partidos tiene importancia. Esto indica que la alianza de la clase obrera y del campesinado trabajador no es bastante cercana aún, que aún no organizamos al campesinado bastante bien alrededor de la clase obrera». (József Révai; Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Pero este papel de estos partidos, incluso de los aliados, desaparece totalmente una vez construido el socialismo, donde el partido comunista debe haber extendido su red de influencia tanto en la cuidad como en el campo, y dónde al haber puesto en práctica la expropiación de los medios de producción a las clases explotadoras y construir el socialismo en lo económico e ir avanzando en la transformación ideológica de la sociedad habrá roto el esquema que mantenían las viejas clases explotadoras en la sociedad de explotadoras y explotados: ya que por ejemplo el obrero no será más una clase explotada como en el capitalismo ya que no existe la propiedad privada del burgués, además de que ahora tiene el poder político; y el campesinado, aunque muchos de sus miembros aún tienen reminiscencias pequeño burguesas, tampoco será el campesinado que cultivaba su parcela individual, sino otro trabajador estatal que cada vez se acerca más al obrero trabajador de la sociedad socialista bajo las granjas estatales, lo mismo decir de la capa de la intelectualidad, ya no nace de las viejas clases explotadoras, ni se vende a sueldo al Estado burgués y su poder, ahora nace del obrero y el campesinado trabajador, y contribuye con su labor al socialismo. En este punto, el partido comunista será el único representante de las nuevas clases trabajadoras, este cambio ejercido en la sociedad, elimina, todavía más si cabe, el sentido de otros partidos:

«¿Qué evidencian estos cambios? Evidencian, en primer lugar, que las líneas divisorias entre la clase obrera y los campesinos, así como entre estas clases y los intelectuales, se están borrando, y que está desapareciendo el viejo exclusivismo de clase. Esto significa que la distancia entre estos grupos sociales se acorta cada vez más. Evidencian, en segundo lugar, que las contradicciones económicas entre estos grupos sociales desaparecen, se borran. Evidencian, por último, que desaparecen y se borran, igualmente, sus contradicciones políticas». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el proyecto de constitución en la Unión Soviética, 1936)

Esto que acabamos de sintetizar, con la máxima brevedad, lo comprendió perfectamente Enver Hoxha:

«En las condiciones de una revolución democrático popular y de la lucha de liberación nacional, cuando existen varios partidos burgueses y pequeño burgueses, el partido comunista puede y debe esforzarse por colaborar con ellos en el marco de un amplio frente democrático popular o de liberación nacional. (...) Una vez instaurada y consolidada la dictadura del proletariado bajo la dirección del partido comunista, la existencia por un largo tiempo de otros partidos, incluso «progresistas», en el frente o fuera de él, no tiene ningún sentido, ninguna razón de ser, ni siquiera formalmente en nombre de la tradición. (...) Dado que la lucha de clases continúa durante el período de la construcción de la sociedad socialista y de la transición al comunismo, y que los partidos políticos expresan los intereses de determinadas clases, la presencia de otros partidos no marxista-leninistas en el sistema de dictadura del proletariado, sobre todo después de la edificación de la base económica del socialismo, sería absurda y oportunista. La inexistencia de otros partidos lejos de perjudicar a la democracia, no hace más que consolidar la verdadera democracia proletaria. El carácter democrático de un régimen no se mide por el número de partidos, sino que viene determinado por su base económica, por la clase que está en el poder, por toda la política y la actividad del Estado, por el hecho de si ésta se realiza o no en interés de las amplias masas populares, de si les sirve o no». (Enver Hoxha; Sobre el papel y las tareas del Frente Democrático, 1967)

Stalin expresa al respecto:

«En cuanto a la libertad para los diferentes partidos políticos, nosotros mantenemos una opinión un tanto diferente. Un partido es una parte de una clase, su parte de vanguardia. Varios partidos y, por consecuencia, la libertad de partidos, sólo pueden existir en una sociedad en la que existen clases antagónicas, cuyos intereses son hostiles e irreconciliables; en una sociedad donde, por ejemplo, hay capitalistas y obreros, terratenientes y campesinos, kulaks y campesinos pobres, etc. Pero en la Unión Soviética ya no hay clases como los capitalistas, los terratenientes, los kulaks, etc. En la Unión Soviética no hay más que dos clases: los obreros y los campesinos, cuyos intereses, lejos de ser hostiles, son, por el contrario, afines. Por lo tanto, en la Unión Soviética no hay base para la existencia de varios partidos y, por consiguiente, para la libertad de esos partidos. En la Unión Soviética sólo hay base para un solo partido: el partido comunista. En la Unión Soviética sólo puede existir un partido, el partido comunista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el proyecto de constitución en la Unión Soviética, 1936)

Pensar de otra forma  sería caer en teorías reformistas y revisionistas como las de Mao Zedong, y Santiago Carrillo de multipartidismo dentro de la presunta «sociedad socialista», tesis recuperadas hoy por los revisionistas del «socialismo del siglo XXI».

Años después, con la llegada del jruschovismo a Hungría, se negaría esta máxima del marxismo-leninismo: de que el partido proletario no debe ni puede compartir el poder con otros partidos y clases, proclamando el «multipartidismo en el socialismo» y rehabilitando la refundación de algunos partidos: muchos cuadros honestos que todavía quedaban en el partido sabrían de su propia experiencia, que los viejos partidos socialdemócratas y agraristas que volvieron a permitir y que incluso fueron aliados temporales del partido comunista anteriormente, acabarían traicionando la democracia popular y el socialismo tras su «reaparición en la vida política» a finales de los años 50, ya que dichos partidos reactivados con la llegada de Imre Nagy, acabaron proclamando apoyando la contrarrevolución de 1956 y proclamando a su vuelta la libertad de la economía privada, y el fin de la hegemonía del partido comunista, o sea, capitalismo y sistema electoral multipartidista.

«¡En el Presídium del Partido de los Trabajadores Húngaros, Nagy obtuvo la mayoría para disolver el partido y formar un partido nuevo! Núcleos de antiguos partidos burgueses fueron restablecidos bajo la impulsión de emigrantes anticomunistas. Estos partidos, que se habían dislocado entre 1945 y 1948 durante los combates entre elementos reaccionarios y los antifascistas, volvieron a nacer como fuerzas abiertamente de derecha y proimperialistas. El 1 de noviembre el Partido Independiente de Pequeños Propietarios manifestó: «Nosotros queremos una nueva Constitución, una república en lugar de una república popular». En una circular de 31 de octubre, este partido se confirmó como: «Un partidario incondicional de la empresa privada y de la economía privada».  El 2 de noviembre József Pasztor, el dirigente de la socialdemocracia, declaró: «El partido acepta la propiedad privada». El programa del Partido de la Independencia húngara definía: «4. La inviolabilidad de la propiedad privada. (...) 6. La puesta en práctica de la democracia pura, eterna y burguesa». (48) (Ludo Martens; La Unión Soviética y la contrarrevolución de terciopelo, 1990)

5) En Hungría, como en la mayoría de países del mundo, la escisión en el movimiento obrero era una cuestión pendiente. Durante todos los años de luchas contra el fascismo, durante la misma lucha contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, y después en la pugna por convertir a Hungría o bien en una democracia burguesa bajo el capitalismo o en una democracia popular bajo el socialismo: sería una buena oportunidad para que los comunistas realizaran un trabajo de persuasión entre los obreros socialdemócratas y otros obreros influenciados por otras corrientes que pensaban que la política de los jefes derechistas del partido colocaban al partido bajo el camino de la defensa de los intereses de las clases explotadoras y la perpetuación del capitalismo. El excelente trabajo en este campo de los comunistas húngaros por medio del frente único del proletariado con el ala izquierda del partido que se prestaba para colaborar con los comunistas para objetivos comunistas en cada etapa, significó a la postre la huida masiva del Partido Socialdemócrata Húngaro hacia el Partido Comunista de Hungría, llegando este cenit en 1948. Finalmente el ala izquierda del Partido Socialdemócrata Húngaro, a favor de la colaboración con los comunistas e incluso revolucionarizado hacia posiciones comunistas, ganó el liderazgo del propio partido socialdemócrata, sus restos pidieron la adhesión en el Partido Comunista de Hungría aceptando las exigencias de este último para formar el llamado Partido de los Trabajadores Húngaro. El congreso de unificación del partido comunista y el partido socialdemócrata tuvo lugar el 12 de junio de 1948. Esta unificación para que fuera una unión bajo normas marxista-leninistas y en pro del beneficio de la clase obrera, debía de hacerse bajo las exigencias de los comunistas, algo ya anticipado muchos años antes por Georgi Dimitrov, en caso de que ocurriera esta unificación:

«Pero, si para establecer el frente único de los partidos comunista y partidos socialdemócratas basta con llegar a un acuerdo sobre la lucha contra el fascismo, contra la ofensiva del capital y contra la guerra, la creación de la unidad política sólo es posible sobre la base de una serie de condiciones concretas que tienen un carácter de principio. Esta unificación sólo será posible: Primero, a condición de independizarse completamente de la burguesía y romper completamente el bloque de la socialdemocracia con la burguesía; Segundo, a condición de que se realice previamente la unidad de acción; Tercero, a condición de que se reconozca la necesidad del derrocamiento revolucionario de la dominación de la burguesía y de la instauración de la dictadura del proletariado en forma de soviets; Cuarto, a condición de que se renuncie a apoyar a la propia burguesía en una guerra imperialista; Quinto, a condición de que se erija el partido sobre la base de centralismo democrático, que asegura la unidad de voluntad y de acción y que ha sido constatado ya por la experiencia de los bolcheviques rusos. Tenemos que aclarar a los obreros socialdemócratas, con paciencia y camaradería, por qué la unidad política de la clase obrera es irrealizable sin estas condiciones. Con ellos debemos enjuiciar el sentido y la importancia de estas condiciones». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

Algunas de estas condiciones sólo eran demostrables en la práctica, y así lo habían demostrado innegablemente el ala izquierda del partido socialdemócrata al trabajar hombro con hombro con los comunistas en el fortalecimiento de la democracia popular y la construcción del socialismo frente a los partidos reaccionarios y contra el ala derechista socialdemócrata, otros requisitos igualmente serían tipificados específicamente de forma escrita y se explicaría el porqué:

«Uno de los prerrequisitos para la fusión fue que los camaradas socialdemócratas deben adherirse a las posiciones del marxismo-leninismo. En acuerdo con esto nosotros articulamos un programa conjunto que sometemos a la consideración del presente congreso. Este programa no sólo analiza la situación doméstica e internacional en el espíritu de las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin, sino que también describe las tareas que enfrenta el partido unificado, tareas que el Partido de los Trabajadores Unificado debe completar sin pérdida de tiempo. El otro requisito era que los socialdemócratas tenían que expulsar de sus filas a los que por su actividad se habían mostrado como enemigos de la unidad, del Partido Comunista de Hungría y de la Unión Soviética. Este programa se complementaban en los estatutos del partido, cuya adopción contribuirá a la estructura de organización del nuevo partido y a reforzar aún más los principios básicos enunciados en el programa. (...) Es de vital importancia para nosotros convertir el partido en una verdadera organización monolítica, imbuida en un sólo espíritu, un mismo deseo y una misma acción. Nos es imperativo que los camaradas que vienen del Partido Socialdemócrata Húngaro aprendan a dominar rápidamente la teoría del marxismo-leninismo y acepten la disciplina de hierro». (Mátyás Rákosi; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

Esto incluía explicar con toda clarividencia a muchos de los camaradas, sobre todo nuevos, que no comprendían del todo ciertos puntos de los estatutos del partido:

«Los estatutos declaran que el Partido de los Trabajadores Húngaros  es un destacamento de vanguardia de la única clase socialista consciente: la clase obrera. Esta definición es de primordial importancia. Incluso en nuestro partido hay camaradas quienes no entienden porque nosotros insistimos en que nuestro partido es, sobre todo, el partido de la clase obrera. Ellos dicen que sería más correcto formularlo de la siguiente manera: «El Partido de los Trabajadores Húngaros  es el partido de la clase obrera, el campesinado y los intelectuales progresistas. Este punto de vista es incorrecto, ya que mezcla a la clase obrera con el campesinado y la intelectualidad. Un partido marxista-leninista debe basarse, en primer lugar, en la clase más revolucionaria y organizar a las mejores fuerzas de dicha clase». (Mihály Farkas; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

Por lo tanto, uno de los retos del nuevo Partido de los Trabajadores Húngaros era preservar la buena composición social que había caracterizado al Partido Comunista de Hungría:

«La composición social del partido es la siguiente: obreros 420.000, campesinos 280.000, intelectuales, artesanos y pequeños comerciantes, etc. 50.000. De 25 a 30% de la membresía son mujeres». (József Révai; La actividad del Comité Central del Partido Comunista de Hungría; Informe informativo presentado en la Iº Conferencia de la Kominform, 24 de septiembre de 1947)

Por otro lado, esta unificación, y con los sucesivos advenimientos de un gran número de nuevos miembros socialdemócratas, tanto antes como después de la unificación, existía el peligro de inflar al partido de forma excesiva de miembros que todavía no estaban aptos para ser considerados dignos militantes del partido unificado, por ello se apretaron las tuercas en cuanto a los métodos de admisión para ser aceptado en el partido, es decir no sólo la composición social del individuo sino un estudio de las capacidades del individuo:

«Es demasiado pronto aún para predecir exactamente que miembros del partido serán en total, pero sin duda superará la marca del millón. Esto plantea el riesgo de inflar el partido y de borrar la línea de demarcación entre el partido y la clase obrera. Es por ello que hemos considerado necesario introducir las más estrictas reglas al aceptar nuevos miembros para que de esta manera nos aseguremos el  crecimiento sano del partido». (Mátyás Rákosi; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

Los resultados de una política consecuente en estos dos campos: composición social y aptitudes se empezaron a ver en los años siguientes, confirmando el excelente trabajo en estos terrenos:

«En cuanto a la composición de los miembros, en cuanto a su origen social se refiere: 447.322 son de origen de clase obrera: esto constituye el 51,9% de todos los miembros del partido; 242.177, o un 28,1%, son campesinos trabajadores; 21.066, o un 2,4% son los intelectuales; el resto son empleados, personas de origen pequeño burgués, y otros. (…) Tenemos que mantener en la agenda el problema del aumento de la admisión a nuestro grupo de jóvenes, mujeres, mineros, obreros de la construcción, campesinos e intelectuales técnicos, que se destacan en la producción socialista». (Mátyás Rákosi; Informe en el IIº Congreso del Partido de los Trabajadores Húngaros, 25 de febrero de 1951)

6) Como siempre hemos manifestado en nuestros documentos, actualmente los marxista-leninistas tienen una especial debilidad teórica a la hora de entender que es un frente, y la relación que une a este al partido comunista.

Los frentes existen de distintos tipos según las necesidades del país y el momento:

«Cierto es que tanto para la lucha para la conquista de objetivos menores, como para objetivos máximos, es permisible la idea de un frente de lucha –sea de características antiimperialistas, antifascistas, anticapitalistas, etc.– donde converja el partido comunista con otras organizaciones –teniendo estas una mayoría de elementos de las clases trabajadoras, sean obreros o elementos pequeño burgueses–, pero sólo tiene aplicación bajo determinadas condiciones, y el partido comunista siempre tendrá el deber de ser vanguardia de dicho frente si no quiere que fracasen los objetivos del frente y que esa alianza temporal caiga en manos burguesas para manejarla a su antojo. Generalmente a este tipo de frente se ha llamado frente popular, con el calificativo de popular por el hecho de unir a obreros y el resto de clases trabajadoras para un fin concreto. También han existido históricamente los llamados frente único del proletariado, donde el partido comunista instaba al resto de organizaciones con gran afiliación de obreros, o de obreros sin partido, hacia un objetivo concreto. Este tipo de frente fueron comunes tras la Primera Guerra Mundial, y eran utilizados como métodos para frenar la ofensiva de la burguesía sobre los derechos laborales de los obreros y su nivel de vida, pues era común por entonces, que la burguesía  intentara por ejemplo: pagar las reparaciones de guerra que debía a otros países cargando tal deuda a espaldas de las clases trabajadoras, por lo que muchas veces estos frentes, no eran sólo frente único del proletariado, sino que se extendían con las organizaciones no proletarias de artesanos, campesinos y demás, agraviados por la ofensiva de la burguesía; convirtiéndose en frente popular con diversos calificativos: frente del trabajo, frente de los trabajadores, frente anticapitalista etc., razón por la que en ocasiones estos dos tipos de frente se entrelazan. Los calificativos usados por cada frente no importan, lo importante es comprender en cada experiencia de frente que alianza contraía el proletariado y con qué objetivo». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

Así mismo los frentes no sólo pueden ser –como se ha demostrado históricamente– métodos tácticos defensivos: lucha contra el peligro de guerra, el fascismo o las medidas del gobierno capitalista, sino también métodos tácticos ofensivos: toma de poder o implantación de medidas económicas revolucionarias. De igual modo en un país cualquiera tras la toma de poder del partido comunista y el reconocimiento de partido de vanguardia en el proceso de construcción socialista, el frente no mantiene las mismas funciones que cuando el partido comunista no había tomado el poder ni se planteaba aún tal construcción socialista. Hechos como establecer que el frente y sus representantes en él se organizaran absolutamente en todos sus grados por medios electos y no cooptados, que se estableciera el centralismo democrático, y que sus organizaciones reconocieran el papel del partido comunista en la sociedad, es algo que los partidos comunistas obviamente no pueden establecer antes de la toma de poder, antes del aumento de la influencia del partido comunista y antes de la revolución cultural general de la sociedad, que les prepare para ese salto cualitativo. He aquí una explicación de estos cambios del frente cuando se avanza hacia el asentamiento de la sociedad socialista:

«La situación actual en las democracias populares se caracteriza igualmente por la reorganización de los frentes populares –bajo el nombre de frente patriótico, nacional, etc.–. Después del aplastamiento de los ocupantes alemanes por el ejército soviético y el derrocamiento de los antiguos regímenes por los trabajadores de los países en cuestión, las tareas fundamentales de los frentes populares eran: aniquilamiento de la reacción, lucha por la independencia nacional, democratización de la vida social y política. En lo fundamental estas tareas fueron realizadas en 1947-48 y hoy ya no constituyen una guía práctica para la acción. (...) Paralelamente, la organización inicial de los frentes populares ha dejado de corresponder a las tareas de la nueva etapa. Mientras que antes de 1947-48 los frentes populares eran una especie de coaliciones de partidos, la nueva etapa de desarrollo –marcha hacia el socialismo– exige una unión más estrecha de las fuerzas populares. Desde entonces ha sido necesario reorganizar los frentes populares, transformarlos en organizaciones con un programa preciso, con organismos dirigentes elegidos y una disciplina para todos sus miembros, en organizaciones dedicadas a edificar el porvenir bajo la dirección de los nuevos partidos obreros. Esta reorganización de los frentes populares fue realizada en 1947-48. Organizados según los principios del centralismo democrático, los frentes populares comprenden, además de los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones cooperativas, las organizaciones de mujeres, de jóvenes y otras organizaciones públicas, así como a título individual toda persona que reconoce los estatutos y el programa y que trabaja en una de sus organizaciones, haciendo resaltar el papel dirigente de la clase obrera, los nuevos programas de los frentes populares señalan como tarea esencial la edificación de la sociedad socialista. (...) La fuerza dirigente de las democracias populares es el partido comunista –proletariado–. El partido comunista forma parte de los frentes populares, pero lejos de diluirse en ellos, el partido los dirige. Más aún, los partidos comunistas se presentan delante del pueblo abiertamente, con su propio nombre, como una fuerza política independiente que dirige la edificación socialista. Si el partido comunista abandonara su posición dirigente, se negaría a sí mismo como vanguardia de la clase obrera, la única capaz de inspirar y dirigir la emancipación de todas las demás categorías de oprimidos. Este abandono, del que se han hecho culpables los dirigentes del Partido Comunista de Yugoslavia, conduce necesariamente al oportunismo político, al abandono de la propia edificación socialista y, finalmente, a aliarse a la reacción». (Naum Farberov; Las democracias populares de Europa del Este, 1949)

Los comunistas húngaros al tomar el poder, utilizaron el frente llamado Frente Nacional de la Independencia como una herramienta que dirigían para estrechar lazos con las masas trabajadoras y sus organizaciones, pero comprendían igualmente de forma nítida las distorsiones de tipo titoista sobre el partido y el frente y siempre se manifestaron contra ellas:

«Los estatutos dicen: «El partido es la mayor forma de organización de la clase  obrera y del pueblo trabajador». Sólo el Partido de los Trabajadores Húngaros está llamado a conducir las organizaciones del pueblo trabajador en su liberación, e incluso ahora, existe una confusión sobre este respecto. Nuestros camaradas en los sindicatos no entienden, por ejemplo, el rol dirigente del partido, y cuando el partido examina su responsabilidad revisando su trabajo, expresan su desaprobación calificándola de «interferencia». Esta actitud es una reminiscencia del sindicalismo y el reformismo. Es inadmisible que una organización de masas o una facción parlamentaria quiera asumir el rol del partido o reducirlo a segundo plano. Este punto debe subrayarse ya que hay camaradas que, en vista de la próxima transformación del Frente Nacional de la Independencia en una poderosa organización que abarca muchos millones de miembros, son de la opinión de que el partido debe moverse a segundo plano y ceder algunos de sus posiciones al Frente». (Mihály Farkas; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)

Uno de los propósitos del partido para mantenerse sano, era corregir la debilidad teórica que sobre todo tendrían los nuevos cuadros, por consiguiente se precisó de una formación ideológica constante y permanente:

«Nos estamos esforzando para superar las debilidades de la parte teórica y política de nuestros cuadros. Nuestra educación partidista se organiza de la siguiente manera: en cada área que tenemos cursos de tres semanas; hay dos escuelas del partido de tres meses y una escuela central del partido central de seis meses. Aparte de esto hemos organizado cientos de conferencias y cursos especiales para los funcionarios, estudiantes, obreros municipales, etc. En preparación para las elecciones nuestros cursos especiales entrenaron a miles de agitadores. Más de 150.000 comunistas han recibido su formación en varias de las escuelas, cursos y círculos del partido. Nuestro órgano teórico, que tiene una circulación de 15.000 copias, juega su parte en la educación de los cuadros de nuestro partido. La prensa diaria comunista tiene una gran circulación en el país. El órgano central del partido con una tirada diaria de 110.000 ejemplares, y «Domingo» con una emisión de 160.000 ejemplares, es el mayor periódico en Hungría. Además hay 3 periódicos populares en el país con una tirada total de 180.000 ejemplares. Publicamos 15 diarios y 45 periódicos que aparecen 1, 2 o 3 veces a la semana». (József Révai; La actividad del Comité Central del Partido Comunista de Hungría; Informe informativo presentado en la Iº Conferencia de la Kominform, 24 de septiembre de 1947)

7) Los marxista-leninistas húngaros sabían que para destruir del todo la maquinaría estatal burguesa debían crear un nuevo poder, no bastaba con el sistema parlamentario de la democracia burguesa, eso no significa que no sucedieran ciertos inconvenientes en la estructuración de este poder:

«En 1944-1945 los comités nacionales fueron establecidos en los territorios liberados por el Ejército Soviético, eran débiles y el gobierno provisional formado en Debretsen en diciembre de 1944, no podía confiar de ellos». (József Révai; La actividad del Comité Central del Partido Comunista de Hungría; Informe informativo presentado en la Iº Conferencia de la Kominform, 24 de septiembre de 1947)

Los comunistas húngaros se encargaron poco a poco de consolidar este poder de presentación popular bajo los soviets –en Hungría llamados consejos– a nivel local, distrito y condado, poder que los partidos como el Partido de los Pequeños Propietarios intentarían suprimir en varias ocasiones:

«La forma de Estado de los países de democracia popular es la de la república popular, cuya base política está constituida por los comités populares, los consejos populares, los comités nacionales; elegidos todos por sufragio universal igual. Todos los organismos de poder, inferiores, medios y superiores son elegidos por sufragio directo». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)

Sólo con la constitución húngara de 1949 se logró el reconocimiento formal y la institucionalización de dicho poder. Dichos consejos, soviets, o comités, como se les quiera llamar,  estaban regidos por el centralismo democrático, y como los soviets soviéticos otorgaron a las masas un poder no sólo legislativo sino ejecutivo:

«31. (1) Los consejos locales llevan a cabo sus obligaciones de las funciones del Estado, de acuerdo con la ley y en la esfera decidida por las autoridades superiores. (2) Los consejos locales: a) dirigen las actividades económicas, sociales y culturales; b) preparan el plan de economía local y el presupuesto y los controles de su aplicación; c) implementan las mayores leyes y decretos; d) dirigen y controlan los órganos de la autoridad del Estado y subordinan la administración así mismos; e) protegen el orden estatal y la propiedad pública; f) protegen los derechos de los obreros; g) dirigen y controla el trabajo de las empresas económicas de carácter local; h) apoyan a las cooperativas y de trabajadores; i) toman medidas en cualquier otra materia de ley que está bajo su autoridad». (Constitución de la República Popular de Hungría, 1949)

En el capítulo V de la constitución de 1949 se explicaría todo mucho más extensamente. Para que el lector nos entienda, dejemos una cita de los marxista-leninistas checoslovacos para ver como hablaban de la necesidad de al hecho de establecer la dictadura del proletariado crear a la vez el poder soviético –la red de consejos como se le decía en Hungría–, como medios de organización estatal para el proletariado y el total de las masas explotadas para romper con la vieja máquina del Estado burgués:

«Es por lo tanto una tesis fundamental del marxismo que la dictadura del proletariado es la continuación de la lucha de clases bajo nuevas formas y que el Estado es un instrumento del proletariado en su lucha de clases; lo que significa que hay que responder a estas nuevas tareas de la dictadura del proletariado con nuevas formas de organización del proletariado, del poder estatal, porque las viejas formas que fueron creadas sobre la base del parlamentarismo burgués, no bastan para estas tareas. Stalin dijo: «esta nueva forma de organización del proletariado son los soviets». Los soviets son el poder estatal más democrático, porque son la organización directa de las masas populares. Es la organización del poder estatal que asegura la participación constante, indispensable y también decisiva del pueblo en la administración democrática del Estado. Y es así porque esta organización del poder estatal posibilita combinar las ventajas del parlamentarismo con las de la democracia, es decir, unir en la persona del representante electo del pueblo tanto las funciones legislativas como las ejecutivas. Esto significa –en comparación con el parlamentarismo burgués– un paso adelante en el desarrollo de la democracia, un paso que tiene una importancia mundial e histórica. Esta forma de organización del poder público, este sistema estatal asegura no solo control sobre la administración del Estado, sino que además es también una escuela en la que el pueblo trabajador aprende a dirigir el Estado y la producción. Para consolidar la dictadura del proletariado es necesario que el pueblo trabajador acumule experiencia política y que la ejercite en la práctica». (Josef Horn; Discurso en la Asamblea Nacional de la República de Checoslovaquia, 17 de mayo de 1950)

Esto cumplía como requisito para crear el Estado socialista, como Estado transitorio hasta la «sociedad sin clases», el comunismo:

«Para derrocar al capitalismo, hubo necesidad, no sólo de eliminar a la burguesía del poder, no sólo de expropiar a los capitalistas, sino también de demoler totalmente la máquina estatal de la burguesía, su viejo ejército, su burocracia, su policía, y colocar en su lugar un nuevo sistema estatal, el sistema estatal proletario, el nuevo Estado socialista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 10 de marzo de 1939)

8) La ayuda que el Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética, y la Kominform otorgaron a los partidos comunistas gobernantes de Europa del Este, es un tema que lejos de esconder, los propios marxista-leninistas húngaros han destacado y subrayado sobre todo relacionándolo con la superación de sus errores y vacilaciones:

«Debemos acentuar el hecho que recibimos el estímulo decisivo y la ayuda para la clarificación de nuestro futuro desarrollo de parte del Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética, de forma clarividente bajo las enseñanzas de camarada Stalin. Las dos sesiones de la Kominform, la primera a finales de 1947, y la segunda en el verano 1948, fueron de ayuda fundamental para nosotros. En la primera sesión nos enseñaron a nosotros que, una democracia popular, en su etapa final, no podía detener la total destrucción de los elementos capitalistas, y en la segunda sesión se nos mostró, que la transformación socialista no podía ser limitada sólo a las ciudades, sino que tenía que ser ampliada a los distritos rurales y esto nos hizo reafirmarnos de que por tanto en cuanto a las cuestiones fundamentales de la transformación del socialismo, la Unión Soviética es nuestro modelo y que el camino de las democracias populares se diferencia sólo en ciertas formas externas, y no en la esencia, del camino de la Unión Soviética». (József Révai: Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Se refiere a la asistencia dada para corregir los errores de este tipo que durante un tiempo circularon en el Partido Comunista de Hungría, en el ámbito local:

«Fue correcta la actitud de no mostrar nuestras cartas, pero a menudo se nos olvidó que la democracia popular en este momento era algo más que una variedad plebeya de la democracia burguesa, y que era un paso hacia la transición socialista, que contenía ya entonces los elementos de desarrollo hacia la dictadura del proletariado. (...) El segundo error fue el hecho de que en primer lugar y de manera abrumadora, destacamos las diferencias entre el desarrollo de la Unión Soviética y nuestro desarrollo como democracia popular, en lugar de hacer hincapié en la similitud y la identidad sustancial de los dos acontecimientos. (...) En cuanto a nuestro tercer error, llegamos a la conclusión de que quizás por el carácter popular del proceso, y por lo tanto por el transito relativamente pacífico, el desarrollo hacia el socialismo se podría lograr sin dictadura del proletariado. O que –era sólo otra forma del mismo error– dijimos que la dictadura del proletariado significaba la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, mientras que con nosotros bajo la democracia popular ésta era superflua. (...) También fue un error decir que nosotros también necesitamos la dictadura del proletariado para la consecución del socialismo, pero que considerábamos la dictadura del proletariado como forma de gobierno que debe seguir la democracia popular pero que la democracia popular no llevaba implícita la dictadura del proletariado. (...) Y, por último, camaradas, era un error considerar la esencia de la democracia popular en la división de poder entre la clase obrera y el campesinado trabajador. La dictadura del proletariado, tal como fue definido por Lenin y Stalin, significa que el poder es indivisible en manos del proletariado y que la clase obrera no comparte el poder con otras clases. Por lo tanto, no comparte su poder con el campesinado». (József Révai: Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Pero también se criticarían las teorías en el ámbito exterior como por ejemplo la teoría internacional socialdemócrata del «puente», que a su vez estaba relacionado con la falsa «tercera vía» también promovida por la socialdemocracia y luego adoptada por algunos revisionismos como el titoismo:

«En los países de democracia popular los agentes estadounidenses no actúan abiertamente como en Francia, donde ellos abiertamente proclaman las ventajas del dólar. En los países democráticos del Este de Europa los dirigentes a lo Blum no proclaman las ventajas del dólar, sino que en vez de eso, proclaman las ventajas del «puente», que ellos dicen, debe construirse entre el Este y el llamado Oeste. Esta teoría del «puente», significaba que el conflicto entre libertad e imperialismo es reducido a una mera cuestión geográfica. Ello crea la ilusión de que hay una tercera posibilidad entre la libertad y el imperialismo. Esta teoría del «puente» objetivamente niega la solidaridad entre los países democráticos amenazados por el imperialismo agresor y brinda su apoyo a los imperialistas anglo-estadounidenses. Esta teoría del «puente» es extensamente celebrada entre los socialdemócratas quienes cooperan con nosotros, y los restos de ella pueden ser asentados en las filas de nuestro partido comunista. Esta teoría aún no ha sido destruida ideológicamente. La exposición de esta teoría es una seria tarea, con la teoría del «puente» se conduce a una falsa concepción de la independencia nacional. ¿Qué significa tender un «puente» entre el Este y el Oeste, entre los democráticamente libres y socialistas países y los países imperialistas? Este «puente» que pretende significar la independencia de los pueblos libres, expresa una neutralidad entre la libertad y el imperialismo. En conexión con el Camarada Zhdánov está correcto cuando él critica a aquellos comunistas que mantienen su independencia en esta fórmula incluso desde Moscú». (Mihály Farkas; Discurso en la Iº Conferencia de la Kominform, 26 de septiembre de 1947)

Precisamente en la lucha no solo local sino internacional contra las teorías extrañas al socialismo, el Partido de los Trabajadores Húngaros hizo su aportación por la preservación de la pureza del marxismo-leninismo al colaborar exponiendo la naturaleza antimarxista del revisionismo yugoslavo:

«La cuestión sobre la situación en el Partido Comunista de Yugoslavia no puede ser reducida a un malentendido o a una información inexacta, como los líderes del PCY reclaman: cuando lo cierto es que se trata de unas serias diferencias de principios. Los líderes del PCY han tomado el camino del nacionalismo burgués. Su teoría de que el programa del Frente Popular y el programa del Partido Comunista son uno y el mismo conduce a la liquidación del partido. Su teoría del crecimiento pacífico de los elementos capitalistas en el socialismo, in el periodo de transición entre el capitalismo y el socialismo, no está acorde con la teoría marxista-leninista. E incompatible con el espíritu del marxismo-leninismo es la declaración de los líderes del PCY de que los campesinos son la fuerza básica, decisiva y líder, por el cual radicalmente se niega la hegemonía del proletariado. Los líderes del PCY ha renunciado a los principios marxista-leninistas de crítica y autocríticas y han burlado las reglas elementales de la democracia interna». (Mátyás Rákosi; Discurso en la IIº Conferencia de la Kominform, 21 de junio de 1948)

Por ello, aparte de recalar que los marxista-leninistas húngaros lograron la superación de estos errores momentáneos, también hay que resaltar los méritos de los comunistas húngaros en la defensa de otros principios del marxismo-leninismo como acabamos de ver: 1) comprender la relación entre partido y frente –tratando desde el principio que el partido comunista hegemonizara el frente y dirigiera a las demás organizaciones contenidas en él, lográndolo por su consecuente lucha, y no confundiendo las tareas del partido; como líder del resto de organizaciones de las masas, y las del frente; como correa de transmisión entre el partido y las organizaciones de masas–; 2) la lucha por la disolución paulatina de los partidos burgueses y pequeño burgueses –logrando la disolución o autodisolución de todos los otros partidos– hasta lograr un partido único de la clase obrera –exigiendo determinadas condiciones a los ex miembros de otros partidos para ver si eran aptos–; 3) la introducción de una verdadera revolución cultural incluyendo la promoción del partidismo proletario en la educación, la cultural, las ciencias y las artes, y demás –alejándose de la teoría pequeño burguesa de que estos campos son neutrales–; 4) la resolución sin quemar etapas pero sin detenerse de la construcción del socialismo –no cayendo ni en aventurerismos ni estancándose al pasar de una etapa a otra–; 5) la industrialización del país respetando el axioma de la industria pesada como eje de tal proceso –como pilar para asegurar el desarrollo de las fuerzas productivas y mantener la independencia económica–; 6) La institucionalización en la constitución de 1949 de un nuevo poder revolucionario para las masas con los consejos –como garantía para derribar la maquinaria estatal burguesa–; 7) tomar en cuenta las condiciones económicas, históricas, sociales, y políticas del momento, nacionales e internacionales sin alejarse de los axiomas en la construcción del socialismo –evitando desviaciones que exageraban las condiciones específicas nacionales–; 8) dotar al partido de una estructura introduciendo serios exámenes que tomaban en cuenta tanto el origen social como las aptitudes para ser miembro del partido –rechazado el concepto socialdemócrata de partido de masas y sin clase dirigente–; 9) el papel internacional con un correcto posicionamiento a favor de las luchas de los otros pueblos –como otras revoluciones socialistas o las luchas de liberación nacional, o las cuestiones territoriales con Checoslovaquia y Rumanía– y contra desviaciones del marxismo-leninismo –como el browderismo o el titoismo–.

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Por supuesto esta introducción aclaratoria y el presente texto en sus manos es solo un esbozo de todo lo que conllevó la construcción del socialismo en Hungría durante 1944-1953, y necesitaríamos una introducción muchísimo más larga para abarcar estos temas por completo, esto es solo algunas citas y datos para que el lector sea consciente de ciertos temas de importancia para situar y comprender el proceso.

La etapa posterior en Hungría tras el advenimiento de Nikita Jruschov al Partido Comunista de la Unión Soviética, y su exigencia de ola de revisión a todos los partidos comunistas, incluyendo los gobernantes: como era el caso del Partido de los Trabajadores Húngaros; sería una etapa donde como punto central se vería la pugna que se dio en el partido entre los revisionistas –gran parte de ellos purgados años antes– y los marxista-leninistas y los revolucionarios honestos. Estos últimos sabían que de salir de dicha lucha el triunfo de revisionistas como Imre Nagy y János Kádár en el partido y el gobierno, se traduciría en que en Hungría acabaría restaurándose más temprano que tarde el capitalismo, como efectivamente pasaría al triunfo de dichas figuras revisionistas. En dicha pugna, a mediados de los 50, es interesantísimo estudiar las luces y sombras de Mátyás Rákosi, sin duda alguna él tuvo un papel central y relevante también en esta época sombría; es decir: Rákosi haría actos revolucionarios de enorme heroísmo pero también cometería actos de vacilación imperdonables; en base a ellos, hay que analizar si en este periodo pesan más los aciertos o los errores, y si en un cabal análisis triunfa la segunda opción habría que determinar que peso tuvieron los errores de Rákosi en la contrarrevolución interna que sufrió el Partido de los Trabajadores Húngaros. Insistimos, esto será analizado en otro documento por falta de espacio en esta introducción ya extensa.

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ ó Descarga en PDF AQUÍ.

[2] Todos los documentos editados por el «Equipo de Bitácora (M-L)» en el apartado BIBLIOTECA.

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