domingo, 25 de octubre de 2015

Curiosidades varias del gobierno sandinista de los 80 que indican que no había ni pizca de socialismo ni de marxismo-leninismo entre sus dirigentes; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

Jaime Wheelock, Sergio Ramírez y Daniel Ortega; 1984
«Si el lector nos ha seguido detenidamente hasta este punto, alguno podría pensar que la tendencia FSLN (Proletaria) de Jaime Wheelock pudiera haber sido una tendencia marxista-leninista; pero como hemos anticipado eso nunca fue así. Los líderes de esta facción no se diferenciaban en demasiado ideológicamente a los partidos simpatizantes con el revisionismo soviético como el Partido Socialista Nicaragüense (PSN) o el Partido Comunista de Nicaragua (PCN) –una escisión del anterior–, pero claro, como estos, se notaba un lenguaje más acorde con el marxismo-leninismo que el de los líderes de otras tendencias. Como dijimos, los líderes del FSLN (Proletaria) se plegaron sin más a los líderes del FSLN (Tercerista) que fueron quienes agruparon en torno así la mayoría del poder gubernamental y constituyeron la línea ideológica básica del FSLN ya con las tres tendencias unificadas. Jaime Wheelock sería un fiel seguidor de la línea de entonces, teorizando auténticas barbaridades que ni el más menchevique firmaría por sonrojo. Tomemos como referencia una entrevista suya en los 80 para ver tanto el desarrollo de la revolución sandinista como el componente ideológico de uno de sus máximos exponentes del ya partido gobernante, el FSLN:

«Entrevistador: ¿Cómo se concilia la revolución con la supervivencia de la burguesía?

Wheelock: Esto tiene que ver con la historia de Nicaragua y tal vez con la formación de muchos Estados del Tercer Mundo, en donde la propiedad de los medios de producción no coincide necesariamente con el poder político». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

Esto es bastante absurdo. ¿Acaso en los Estados del «Tercer Mundo» no se cumple la regla marxista de que quién detenta el poder económico detenta tarde o temprano el poder político, que el primero predispone las facilidades para que las clases dominantes en ese campo capturen el segundo? Wheelock no solo estaba influenciado por el maoísmo en aceptar la existencia de tres mundos según esta bastarda teoría, sino que al igual que Mao Zedong no comprendía la relación entre economía y política:

«Si Mao Zedong se hubiera esforzado por entender a Karl Marx en vez de intentar enriquecer –léase deformar– su doctrina, le hubiera parecido evidente que en cualquier sociedad el poder pertenece a la clase que posee los medios de producción. Entendiendo esto se hubiera evitado formular una teoría utópica y reaccionaria, que coloca en pie de igualdad a explotados y explotadores, clamando lo mucho que estos últimos estaban «oprimidos» por el capital extranjero, para enmascarar el carácter anticolonial nacionalista-burgués de la «nueva democracia». Tratando con su «nueva democracia» con pura sofistería, Mao Zedong en ningún momento plantea de forma clara y concreta la pregunta de todo marxista de: ¿democracia para qué clase? ¡Desde luego al respecto, cualquier marxista tiene derecho a preguntar precisamente cual será el lugar de la clase obrera y el campesinado en la «nueva democracia» cuando la burguesía nacional sigue manteniendo su poder económico! (…) Mao Zedong intentó aislar la esfera de la economía de la esfera de la política, lo que es antimarxista. ¿El poder político puede ser compartido en pie de igualdad por «varias clases revolucionarias», si una de estas clases tiene en poder los medios de producción y de reproducción de su existencia cuando estos medios les faltan a las clases que producen la riqueza, la clase obrera y el campesinado trabajador en este caso? Los marxistas sólo pueden responder a esta pregunta negativamente». (Vincent Gouysse; El socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués; 2007)

El entrevistador muy inteligentemente continua preguntando cuestiones que ponen en entredicho al entrevistado:

«Entrevistador: ¿Pero un capitalista siempre es capitalista, o no?

Wheelock: (…) Si ellos están dispuestos a respetar el poder, ya no digamos al FSLN, sino una estructura popular de poder, si están de acuerdo en ser factores de producción, factores de progreso y en compartir con la revolución la suerte de pasar por todas las vicisitudes que significa ser productores en un país dependiente, entonces nosotros no tenemos ningún problema con el que detenta los medios de producción.

Entrevistador: ¿Por qué?

Wheelock: Porque el que detenta los medios de producción aquí, en estas condiciones, es un hombre que está dispuesto de la noche a la mañana a pasar a la ruina». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

Las respuestas cada vez se tornan mas patéticas: según Jaime Wheelock la burguesía nacional puede ser compañera de viaje mientras acepte el poder popular el parlamentarismo burgués, las reglas de la economía mixta y el no alineamiento, y mientras respete al FSLN que sobre todo gracias a las tácticas de la vieja tendencia del FSLN (Tercerista) abrió de par en par la organización a todo burgués antisomocista. A esto le añade el argumento más gastado por los defensores de los capitalistas: «¡hay que respetar el coraje de esta gente, el empresario pone el dinero en su negocio, corre su riesgo!» ¿Acaso la burguesía nicaragüense necesitaba defensores de los capitalistas si tenía en el FSLN a tendencias «proletarias» como la de Wheelock?

Si miramos los sectores de la economía nicaragüense, junto al sector del capitalismo de Estado, el cooperativismo clásico capitalista, la abierta propiedad privada ocupaba el pilar fundamental de su economía mixta:

«Entrevistador: ¿Y cuáles son las cifras en cuanto al conjunto de la economía entre el sector estatal y el sector privado?

Wheelock: En la industria podemos decir que el 40% del valor bruto de la producción estatal. El comercio exterior en un 100% estatal. El comercio interior es estatal en un 30%. En la agricultura la parte del Estado, en valor bruto de producción, es más o menos al 23% de la propiedad. De tal manera que la economía propiamente privada, es mayoritaria». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

Volviendo a poner contra las cuerdas al entrevistado, se preguntó a Wheelock si la revolución había engendrado nuevos ricos:

«Entrevistador: ¿De hecho en estos cinco años de revolución produjeron nuevos ricos?

Wheelock: Creo que sí, en el comercio sin duda pero también algunos productores de algodón, café, de arroz, de sorgo, han tenido ganancias importantes». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

Como se ve: la presión diplomática, política, militar, económica del imperialismo estadounidense, los somocistas estadounidense y la Contra no impidieron el crecimiento de la burguesía en Nicaragua durante el periodo de la revolución sandinista. El entrevistador seguramente asombrado preguntaba:

«Entrevistador: ¿Cuál es la diferencia con la situación actual?

Wheelock: Dentro del marco de la revolución, nosotros hemos creado un espacio vital para la existencia y el funcionamiento de la propiedad privada. Sin embargo, la diferencia está en que el poder de hoy no es de esencia burguesa, el poder popular». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

¡Por supuesto! El parlamentarismo, la separación de poderes, la cooptación de puestos y la imposibilidad de revocarlos, la propiedad privada que ocupaba más del 60% de la industria de la producción nacional, más del 80% de la agricultura y más del 70% del comercio interior, y una la libertad de prensa garantizada bajo este panorama político-económico, todo reflejado poco después en la Constitución de 1987. ¡Vamos, un claro ejemplo de poder popular! Pero sigamos:

«Entrevistador: ¿La burguesía sigue existiendo, el poder es popular. ¿Cuáles son las implicaciones de este cambio en las reglas del juego?

Wheelock: (...) Al cambiar las reglas del juego de la sociedad, introdujimos un concepto de poder que es popular y que, por lo tanto, tiene algunas contradicciones con la burguesía. Surgen toda una serie de preguntas. ¿Podrá funcionar una economía burguesa dentro de las reglas de juego de un poder que no le pertenece? ¿Podrá esta burguesía ser una clase subordinada? Porque la burguesía solo fue una clase subordinada en el feudalismo; en el socialismo no hay tal burguesía. ¿Podrá existir un espacio en donde la burguesía como tal, para su sobrevivencia se avenga a funcionar económicamente sin aspirar al poder político? ¿O a la hegemonía política? En realidad no pretendemos dar una respuesta a esta interrogante». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

Ni siquiera hace comentar esta parte porque él mismo desenmascara su oportunismo a cada palabra que pronuncia. O podríamos repetir la anterior cita de Vincent Gouysse para resolverle la interrogante que parece no le importaba, pero esta vez traigamos a Engels:

«Como el Estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases, es, por regla general, el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida». (Friedrich Engels; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884)

Continuemos con este show oportunista que nos regala Wheelock:

«Entrevistador: ¿Puede la burguesía nicaragüense aceptar convertirse en mera productora sin luchar por el poder popular?

Wheelock: He pensando bastante esto. (...) Aquí en la medida en que nosotros podamos asegurarle a un productor que pertenencia a la burguesía tradicional de Nicaragua la estabilidad para sí y para su familia, de hecho hemos cumplido con un elemento que está en el fondo de los intereses de cualquier clase: la seguridad de su familia. De la misma manera se la queremos garantizar por otros medios y con otra actividad, a los obreros y campesinos. El problema es que lo acepten voluntariamente, que sientan confiabilidad, credibilidad. Hasta el momento ha funcionado aceptablemente. ¿Por qué aceptablemente? Porque a pesar de que ha habido gente que ha preferido irse a Miami o ha tenido una actitud descapitalizadora, ha habido un comportamiento muy aceptable en los productores privados. Los vemos año con año con el algodón, café, arroz, el sorgo, que son cultivos de más dinamismo en nuestro país y en donde participa el sector privado. El área del sector privado ha venido creciendo año con año, claro que con el apoyo del Estado, pero también con el deseo de la gente de producir». (Gabriele Invernizzi/Francis Pisani/Jésus Ceberio; Sandinistas, 1986)

¡Encontramos otra característica maoísta aunque también titoista: la «integración pacífica» de las clases explotadoras!

Aquí el supuesto «marxista» Wheelock volvía a olvidar axiomas básicos de la lucha de clases. Primero: la clase obrera busca como primera etapa en la construcción de la sociedad sin clases, eliminar a las clases explotadoras, mientras que las clases explotadoras por su interés de clase buscan conservar el poder económico que les permite ser tal clase social, por lo que la integración de las clases explotadoras en el socialismo es una ridiculez porque esa integración de las clases explotadoras sería negar el socialismo que presupone la eliminación como clase de esas clases explotadoras, en cuyo caso la supervivencias de clases explotadoras en un pretendido socialismo supondría que no es tal y que se trata de un pseudosocialismo:

«He ahí a qué estupideces lleva la teoría de Bujarin. Los capitalistas de la ciudad y del campo, los kulaks y los concesionarios, integrándose en el socialismo: hasta esa estupidez ha llegado Bujarin. No, camaradas, no es ése el «socialismo» que nosotros necesitamos. Que se quede con él Bujarin. Hasta ahora, los marxistas-leninistas habíamos pensado que entre los capitalistas de la ciudad y del campo, de una parte, y, de otra parte, la clase obrera, existe un antagonismo irreconciliable de intereses. En ello, precisamente, descansa la teoría marxista de la lucha de clases. Pero ahora, según la teoría de Bujarin acerca de la integración pacífica de los capitalistas en el socialismo, todo esto se trastoca, desaparece el antagonismo irreconciliable entre los intereses de clase de los explotadores y de los explotados, y los explotadores se integran en el socialismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)

Segundo: históricamente se ha mostrado que ninguna clase dominante le da la bienvenida a la siguiente clase social en dominar sin oponer toda su resistencia:

«En la historia no se ha dado jamás el caso de que las clases moribundas se retirasen voluntariamente de la escena. No se ha dado jamás en la historia el caso de que la burguesía agonizante no apelase a sus últimas fuerzas para defender su existencia». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)» (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)

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