sábado, 30 de diciembre de 2017

Un repaso a la metodología de las bandas terroristas y sus resultados; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«La metodología de las bandas terroristas anarquistas y seminarquistas se basa en puntos muy claros:

«En lo concerniente a las formas de lucha usadas para destruir el capitalismo, hay divergencias entre los anarquistas. Pero esta divergencias no significa un cambio en la esencia anarquista sobre sus puntos de vista. Algunos anarquistas piensan que la burguesía puede ser derrocada a través de acciones «revolucionarias» aisladas. En su opinión, estas acciones pueden ser llevadas a cabo por pequeños grupos de determinados individuos, como por ejemplo los grupos de la llamada «oposición extraparlamentaria», o por las aisladas y conspirativas guerrillas urbanas. Otros defienden el terror individual, pensando que, asesinatos individuales o colectivos, secuestros de personas, sabotajes, etc. son los medios más efectivos de conseguir su objetivo. Basándose en sus principios, los grupos anarquistas de varios países deciden aplicar esto a una actividad práctica. La experiencia nos muestra que sin embargo estas acciones pese a ser audaces y espectaculares, no cambian la situación. Por el contrario, ellas dificultan la revolución porque puede crear muy peligrosas ilusiones en elementos políticos inmaduros en lo concerniente a lo efectividad del terror individual y colectivo, de los movimientos desorganizados y espontaneístas». (Bujar Hoxha; El anarquismo como teoría y práctica contrarrevolucionaria, 1972)


Podemos explayarnos en esto, porque sin duda es necesario a causa de la influencia predominante del revisionismo en el movimiento obrero las últimas décadas.


1) Los GRAPO por ejemplo se caracterizaron por realizar secuestros, asesinatos selectivos y colocar bombas de forma indiscriminada, unas acciones que por supuesto no contaron con el apoyo ni la participación de las vastas masas; acciones que tampoco tenían un fin concreto más allá de una política pasiva anarquista de que «acabar con un elemento del enemigo es oponer resistencia al sistema» o que al menos supone «presionar al sistema»:

lunes, 25 de diciembre de 2017

Stalin sobre la labor de los comunistas occidentales en los sindicatos reaccionarios


«Si se pregunta a las amplias masas de Alemania o del resto de Europa qué organización es para ellas más afín, el Partido o los sindicatos, responderán sin duda que los sindicatos les son más afines que el Partido. Bueno o malo, esto es un hecho: los trabajadores sin-partido de Europa ven en los sindicatos sus principales fortalezas, que les ayudan a luchar contra los capitalistas –salario, jornada, seguros, etc.–, mientras que el Partido es para ellos algo auxiliar y secundario, si bien preciso. Eso explica que las amplias masas obreras vean en la lucha directa que los «ultraizquierdistas» mantienen desde fuera contra los sindicatos actuales una lucha contra sus principales fortalezas, que ellos construyeron durante decenas de años y que ahora «los comunistas» quieren destruir. No tener en cuenta esta particularidad, significa hundir el movimiento comunista del Occidente. Pero de ahí se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, en el Occidente es imposible conquistar las masas de millones de obreros sin conquistar previamente los sindicatos, y, en segundo lugar, es imposible conquistar los sindicatos sin trabajar dentro de ellos y sin fortalecer allí la influencia propia. Por eso se debe conceder especial atención al trabajo de nuestros camaradas en los sindicatos. Por ahora, nada más. No se enfade conmigo por mi sinceridad y aspereza. Hoy vamos a ver, con qué facilidad el oportunismo trotskizante le encanta inventar todo tipo de chismes y hacer revaluaciones históricas basadas en el único fundamento que la mente calenturienta de sus autores». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Me-rt, 28 de noviembre de 1925)

Anotación de Bitácora (M-L):

sábado, 23 de diciembre de 2017

Engels sobre las disputas territoriales de Alemania



«No podríamos tomar ni conservar el poder sin resarcir por los crímenes cometidos por nuestros predecesores para con otras nacionalidades, y por ello sin: 1) facilitar la reconstitución de Polonia, y 2) poner a la población del norte de Schleswig y a la de Alsacia-Lorena en situación de decidir libremente a quién ha de pertenecer. Entre una Francia socialista y una Alemania socialista no existiría el problema de Alsacia-Lorena. Por lo tanto, no hay razón para una guerra por causa de Alsacia-Lorena». (Friedrich Engels; Carta a A. Bebel, 24 de octubre de 1891)

viernes, 22 de diciembre de 2017

Sobre la teoría de la exportación de la revolución


«HOWARD: ¿No considera usted que en los países capitalistas puede haber el temor fundado de que la Unión Soviética quiera imponer por la fuerza su teoría política a otros pueblos?

STALIN: No hay ningún fundamento para tales temores. Si usted cree que la gente soviética quiere cambiar por sí misma, y además por la fuerza, la fisonomía de los Estados circundantes, se equivoca lamentablemente. La gente soviética quiere, naturalmente, que la fisonomía de los Estados circundantes cambie; pero esto es incumbencia de esos mismos Estados. Yo no veo qué peligro pueden ver. En las ideas de la gente soviética los Estados circundantes, si estos Estados se asientan realmente sobre una base sólida.

HOWARD: Esta declaración de usted, ¿significa que la Unión Soviética ha abandonado hasta cierto punto sus planes e intenciones de llevar a cabo la revolución mundial?

STALIN: Nosotros nunca tuvimos tales planes e intenciones.

HOWARD: A mí me parece, míster Stalin, que durante largo tiempo se produjo en el mundo entero otra impresión.

STALIN: Eso es el fruto de un equívoco.

HOWARD: ¿De un equívoco trágico?

STALIN: No, cómico. O, tal vez, tragicómico. Mire usted: nosotros, marxistas, entendemos que la revolución se hará también en los demás países. Pero solo se hará cuando los revolucionarios de esos países lo crean posible o necesario. La exportación de revoluciones es un absurdo. Cada país hace por sí mismo su revolución cuando quiere, y si no quiere no hay revolución. Nuestro país, por ejemplo, quiso hacer la revolución, y la hizo, y ahora construimos la nueva sociedad sin clases. Pero afirmar que nosotros pretendemos hacer la revolución en otros países, inmiscuyéndonos en su vida, es decir lo que no es y lo que nosotros no hemos predicado jamás». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Entrevista al camarada Stalin por Roy Howard, 1 de marzo de 1936)

jueves, 21 de diciembre de 2017

Marx exponiendo la ideología pequeño burguesa de Proudhon en 1846


«Querido señor Annenkov:

Hace ya mucho que hubiera recibido usted la respuesta a la suya del 1 de noviembre si mi librero me hubiese mandado antes de la semana pasada la obra del señor Proudhon «La Filosofía de la Miseria». La he leído por encima, en dos días, a fin de comunicarle a usted, sin pérdida de tiempo, mi opinión. Por haberla leído sin gran detenimiento, no puedo entrar en detalles, y me limito a hablarle de la impresión general que me ha producido. Si usted lo desea, podré extenderme al particular en otra carta.

Le confieso francamente que el libro me ha parecido, en general, malo, muy malo. Usted mismo ironiza en su carta refiriéndose al «jirón de la filosofía alemana» de que alardea el señor Proudhon en esta obra informe y presuntuosa, pero usted supone que el veneno de la filosofía no ha afectado a sus investigaciones económicas. Yo también estoy muy lejos de imputar a la filosofía del señor Proudhon los errores de sus investigaciones económicas. El señor Proudhon no nos ofrece una crítica falsa de la Economía Política porque sea la suya una filosofía ridícula; nos ofrece una filosofía ridícula porque no ha comprendido la situación social de nuestros días en su engranaje, si usamos esta palabra, que, como otras muchas cosas, el señor Proudhon ha tomado de Fourier.

¿Por qué el señor Proudhon habla de Dios, de la razón universal, de la razón impersonal de la humanidad, razón que nunca se equivoca, que siempre es igual a sí misma y de la que basta tener una idea acertada para ser dueño de la verdad? ¿Por qué el señor Proudhon recurre a un hegelianismo superficial para fingirse un pensador profundo?

El mismo señor Proudhon nos da la clave del enigma. Para el señor Proudhon la historia es una determinada serie de desarrollos sociales. El ve en la historia la realización del progreso. El estima, finalmente, que los hombres, tomados como individuos, no sabían lo que hacían, que se imaginaban de modo erróneo su propio movimiento, es decir, que su desarrollo social parece, a primera vista, una cosa distinta, separada, independiente de su desarrollo individual. El señor Proudhon no puede explicar estos hechos y recurre entonces a su hipótesis –verdadero hallazgo– de la razón universal que se manifiesta. Nada más fácil que inventar causas místicas, es decir, frases cuando se carece de sentido común.

El anarquismo según la Komintern –Internacional Comunista– de 1928

Piotr Kropotkin 
«El anarquismo, cuyos representantes más notorios Kropotkin, Jean Grave y otros– durante la guerra de 1914-1918, se pasaron traidoramente al lado de la burguesía imperialista, niega la necesidad de las organizaciones proletarias vastas, centralizadas y disciplinadas y, con ello, condena a la clase obrera a la impotencia ante las poderosas organizaciones del capital. Al predicar el terror individual, aparta al proletariado de los métodos de organización y de lucha de masas; al rechazar la dictadura del proletariado en nombre de una «libertad» abstracta, priva a este último del arma mas afilada de que puede disponer contra la burguesía, de su ejército, de todos sus órganos represivos. Alejado de todo movimiento de masas en los centros principales de la lucha proletaria, el anarquismo se convierte cada vez más en una secta. Con su táctica, con sus actos y, particularmente, con su actitud hostil a la dictadura de la clase obrera en la URSS, objetivamente se incorpora al frente único de las fuerzas antirrevolucionarias

El sindicalismo «revolucionario», muchos de cuyos ideólogos, en los momentos más críticos del periodo de guerra, se pasaron al campo de los contrarrevolucionarios «antiparlamentarios» de tipo fascista o se convirtieron en pacíficos reformistas de tipo socialdemocrático, como los anarquistas, con su negación de la lucha política particularmente del parlamentarismo revolucionario y de la dictadura revolucionaria del proletariado, con su propaganda en favor de la descentralización corporativa en el movimiento obrero en general, con su actitud negativa con respecto al partido del proletariado y la necesidad de la insurrección y su estimación exagerada de la huelga general táctica de los «brazos caídos», dificulta donde tiene alguna influencia la evolución revolucionaria de las masas obreras. Sus ataques a la URSS, consecuencia de su negación de la dictadura del proletariado en general, lo colocan, en este aspecto, en el mismo terreno que la socialdemocracia». (Komintern; Programa de la Komintern adoptado en el VIº Congreso, 1 de septiembre de 1928)

lunes, 18 de diciembre de 2017

La teoría del «tercer mundo» ignora la lucha de clases; Enver Hoxha, 1976


«La tesis de que «el tercer mundo es la fuerza más grande y más poderosa que lleva adelante la revolución», así como las que la acompañan, son tesis antimarxistas, contrarrevolucionarias, presentadas por Mao Zedong y sus discípulos chinos todos ellos llamados marxistas. Estas tesis, resultado «de un estudio marxista-leninista de la situación mundial y de su evolución», frenan seriamente la revolución mundial y las revoluciones nacionales. China y su dirigente Mao, que han adquirido un renombre que de hecho no se merecen, se autoproclaman miembros del «tercer mundo» y con ello tienden a debilitar aún más la lucha de clases a escala nacional e internacional.

¿Pero qué Estados forman parte del «tercer mundo»? Hasta hoy no se ha elaborado ninguna «lista», y seguramente es imposible hacerlo. Mao y sus adeptos sólo dicen que se trata de los Estados que no forman parte ni del «primer» ni del «segundo mundo». Determinan fácilmente el «primer mundo», formado por los Estados Unidos y la Unión Soviética; el «segundo mundo» está constituido por los «Estados desarrollados», pero sin embargo no se dice ni una sola palabra acerca de cuáles son estos Estados y por qué son definidos de esta manera; el resto es el «tercer mundo». ¡¡Esta división, desprovista de todo fundamento teórico, científico y de clase, parece ridícula!!Y en realidad lo es. 

Toda la argumentación «teórica» de esta división consiste en que el «tercer mundo» aspira a liberarse del socialimperialismo y del imperialismo. Esta tesis no es en absoluto marxista-leninista. Sólo puede ser aceptada como tal por aquellos que se olvidan de que el mundo está dividido en capitalistas y proletarios, por aquellos que no admiten que entre estas dos clases existe un foso que se amplía y se profundiza de día en día por medio de la lucha de clases, por aquellos que no están con los oprimidos contra los opresores, por aquellos que no sostienen esta lucha de clase del proletariado contra los capitalistas.

domingo, 17 de diciembre de 2017

La teoría de que el terrorismo vence las ilusiones reformistas; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«El PCE (r) creía que con las acciones de los GRAPO, estaba abriendo los ojos a los obreros y el resto de masas trabajadoras sobre el carácter del reformismo:

«Ese salto cualitativo se concreta en que el movimiento de masas se ha liberado de toda ilusión reformista y no espera nada de los de arriba; sólo confía en su lucha, en su fuerza y en su unidad; y está resistiendo en todas partes. (...)  Lo cierto es que hoy es imposible paralizar nuestra actividad político-militar a pesar de cualquier éxito policial aislado. (...) Lo cierto, en definitiva, es que el Partido y la guerrilla son un hecho, que su influencia política es inmensa, que van a desarrollarse inevitablemente y que son la garantía de que ya en ningún momento se vaya a producir la desmoralización ni la paralización del movimiento». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Declaración del Comité Central del PCE (r), 1984)

Esta teoría del PCE (r) también es profundamente antimarxista y antileninista. La vida ha demostrado desde hace siglos que el terrorismo de este tipo no ayuda a organizar a los obreros ni ayuda a su concienciación política consiguiendo alejarlos de las ideas reformistas como pretenden hacernos creer:

Aclaraciones, más allá de la propaganda, sobre las razones de la «Operación Valle» y la «suspensión temporal» de Reconstrucción Comunista; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

Cartel propagandístico de RC

«Desde que surgió la Operación Valle, nombre de la operación en la que fueron detenidos varios miembros de Reconstrucción Comunista (RC) el 27 en enero de 2016, la actual cúpula ha dado entrevistas en diversos medios de comunicación donde ha vuelto a confirmar que el alias de guerra Juan Mesana que firmaba como Secretario General de RC, es en realidad Roberto Vaquero, quién se ha presentado abiertamente desde 2015 aproximadamente en diversos medios. La cúpula, o sea en realidad él, vocifera desde diversos medios que algunos miembros de RC fueron detenidos hace un año porque «son un peligro real para el Estado», un pobre argumento muy ridículo que ha sido utilizado a lo largo de la historia por un sin fin de organizaciones pseudorevolucionarias cuando a causa de sus propios errores y descuidos han acabado siendo apresados, sancionados e incluso ilegalizados por los sucesivos gobiernos burgueses.

La detención de ocho miembros de RC en la Operación Valle el 27E no fue un dispositivo realizado por los organismos de seguridad del Estado para «detener el peligro de avance de Reconstrucción Comunista», ya que dicha organización ha carecido y carece de influencia ideológica y de militancia en España como hemos podido comprobar, y de hecho, si esa hubiese sido la razón el dispositivo habría estado encaminado a detener a todos los militante y simpatizantes, no solamente a parte de la cúpula. Como veremos fue un dispositivo debido a razones de menor índole.

El lector debe de tener en cuenta dos factores a la hora de analizar las causas de la Operación Valle más allá de la actual propaganda de la cúpula de Reconstrucción Comunista: a) las actitudes de sus líderes en público y el desprecio a la cuestión de la seguridad del partido; b) la vinculación de Reconstrucción Comunista con la ICOR y el movimiento kurdo en la cuestión del Kurdistán.

Las actitudes de sus líderes en público y el desprecio a la cuestión de la seguridad del partido

Reconstrucción Comunista (RC) nació prácticamente como un club de amigos nucleado en torno a la figura de Roberto Vaquero, todos ellos pertenecían hasta hacía poco a partidos revisionistas acostumbrados al legalismo como el PCE, o el PCPE, de ellos no podía pues, provenir ningún atisbo de tomarse en serio la cuestión de la seguridad de la organización porque no se pretendía formar un partido sino un club de amigos, una organización a medio camino entre un partido revisionista y una banda callejera skinhead. Así pasó después, que cuando algunos empezaron a hablar de la cuestión de la seguridad y se votaron ciertas pautas ni siquiera se tomaron en serio esas cuestiones de importancia primaria para una organización revolucionaria.

Hasta la detención de la cúpula de Reconstrucción Comunista (RC) en la llamada Operación Valle del 27 de enero de 2016, la organización se había hecho famosa por dos cuestiones: el alardeo fanfarrón y el pandillerismo, mientras descuidaban cuestiones tan importantes como la popularización de sus documentos congresuales y su línea política, y un trabajo de masas serio el cual hoy sigue siendo inexistente. En su momento fuimos testigos en 2016 de aquellas entrevistas en medios de comunicación como Diario Vice en donde aparecía Roberto Vaquero –ya sin el alias de Juan Mesana– junto a su camarilla donde en el documental se confesaba el lugar donde habitualmente se reunía el Comité Central –un kebab madrileño–, lo que ya nos indica lo en serio que se tomaban esta cuestión de la salvaguardia de la seguridad de la organización y sus militantes.

Otra cuestión que influyó en la cuestión de la seguridad de Reconstrucción Comunista (RC) es la cultura del pandillerismo que mantenían y mantienen respecto a otros colectivos o elementos individuales que se oponen a su organización, de hecho ha sido y sigue siendo una práctica fundamental de este grupo. Esta cultura degenerada siempre ha estado muy presente en RC a causa de la notable influencia de la subcultura skinhead en sus filas en general y en particular en sus líderes –aunque últimamente intentan engañarnos negando lo que ya es conocido por todos–. Como decíamos, esta actitud gangsteril ha hecho que quedaran al descubierto y llamaran la atención en exceso. De ahí que en medios de comunicación burgueses viésemos constantemente noticias como:

«Un total de seis varones, de entre 18 y 21 años han sido detenidos por agentes del Cuerpo Nacional de Policía, acusados de haber agredido a diversas personas en el municipio de Pozuelo de Alarcón, según ha informado esta mañana la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Los arrestados formaban un grupo radical de ultraizquierda autodenominado Terror Skin. (...) Los detenidos adoptaban una estética común de ultraizquierda y recibían formación en artes marciales para resultar más lesivos en sus agresiones. (...) Después las agredían entre varios integrantes del grupo. Les solían causar graves lesiones. Uno de los casos más graves ocurrió en un autobús de línea regular en el que se metieron con uno de los viajeros. Según las investigaciones, le asestaron al menos un navajazo. Los seis arrestados están vinculados, según fuentes policiales, con el partido Reconstrucción Comunista. A los detenidos se les imputan dos delitos de incitación al odio o la violencia, un delito de amenazas, un delito contra la integridad moral y una falta de lesiones». (La Razón; Detenido un grupo de radicales de ultraizquierda en Pozuelo, 14 de febrero de 2015)

viernes, 15 de diciembre de 2017

Sobre la acción política de la clase obrera; Engels, 1871


«La abstención absoluta en política es imposible; todos los periódicos abstencionistas hacen también política. El quid de la cuestión consiste únicamente en cómo la hacen y qué política hacen. Por lo demás, para nosotros la abstención es imposible. El partido obrero existe ya como partido político en la mayoría de los países. Y no seremos nosotros los que lo destruyamos predicando la abstención. La experiencia de la vida actual, la opresión política a que someten a los obreros los gobiernos existentes, tanto con fines políticos como sociales, les obligan a dedicarse a la política, quiéranlo o no. Predicarles la abstención significaría arrojarlos en los brazos de la política burguesa. La abstención es completamente imposible, sobre todo después de la Comuna de París, que ha colocado la acción política del proletariado a la orden del día.

Queremos la abolición de las clases. ¿Cuál es el medio para alcanzarla? La dominación política del proletariado. Y cuando en todas partes se han puesto de acuerdo sobre ello, ¡se nos pide que no nos mezclemos en la política! Todos los abstencionistas se llaman revolucionarios y hasta revolucionarios por excelencia. Pero la revolución es el acto supremo de la política; el que la quiere, debe querer el medio, la acción política que la prepara, que proporciona a los obreros la educación para la revolución y sin la cual los obreros, al día siguiente de la lucha, serán siempre engañados por los Favre y los Pyat. Pero la política a que tiene que dedicarse es la política obrera; el partido obrero no debe constituirse como un apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que tiene su objetivo propio, su política propia.

Las libertades políticas, el derecho de reunión y de asociación y la libertad de la prensa: éstas son nuestras armas. Y ¿deberemos cruzarnos de brazos y abstenernos cuando quieran quitárnoslas? Se dice que toda acción política implica el reconocimiento del estado de cosas existente. Pero cuando este estado de cosas nos da medios para luchar contra él, recurrir a ellos no significa reconocer el estado de cosas existente». (Friedrich Engels; Sobre la acción política de la clase obrera; Acta hecha por el autor del discurso en la sesión de la Conferencia de Londres, 21 de setiembre de 1871)

lunes, 11 de diciembre de 2017

Nietzsche, antecesor ideológico del fascismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«El más inmediato antecesor ideológico del fascismo fue el filósofo alemán Nietzsche. En las obras de Nietzsche se mantiene la más repugnante actitud, una actitud despreciativo-señorial, esclavista-capitalista, ante el pueblo. Según este filósofo, «la humanidad es, indudablemente, más bien un medio que un fin, la humanidad es, simplemente, un material de experimentación, la escoria de un gigantesco fracaso, un campo de escombros». Nietzsche se refiere con desprecio a la masa trabajadora, a los que él llama «los demasiados», y considera como natural, normal y justificada la situación de esclavitud que les está reservada en las condiciones del capitalismo. La fantasía demencial de este filósofo le hizo concebir el ideal del «superhombre», de la bestia humana, situada «más allá del bien y del mal», que conculcaba la moral de la mayoría y marchaba derecha hacia su meta egoísta, hacia el poder por entre incendios y ríos de sangre. El principio fundamental del «superhombre» era la voluntad de poder, y a la luz de él todo se hallaba justificado. Esta fanática y cruel «filosofía» nietzscheana, unida a su teoría racista, fue elevada al rango de ideología oficial del Estado por Hitler y sus secuaces.

La teoría racista del fascismo y la idea fascista del «Führer» se hallan íntimamente relacionadas entre sí y se complementan mutuamente. La teoría racista, sin que pueda apoyarse para ello en fundamento alguno, divide a los pueblos en «superiores» e «inferiores» y afirma que la mayoría de los pueblos sólo son aptos para abonar el «suelo de la civilización» y se hallan incapacitados para una obra de creación histórica propia e independiente, para la creación de valores culturales. Al mismo tiempo, los racistas dividen, a su vez, la raza «superior» inventada por ellos en representantes de primera clase, «de pura sangre», de la raza, en la «élite» y en representantes «de menor cuantía», «inferiores», entre los que ellos cuentan las masas populares. La «élite» la encabeza el Führer, dotado de poderes ilimitados para decidir acerca de la suerte de los pueblos. Esta ideología basada en el odio a la humanidad sirvió al hitlerismo de guía y justificación de su barbarie y de sus bestialidades, de su política de exterminio de millones de seres y de destrucción de miles de aldeas y ciudades». (Academia de las Ciencias de la Unión Soviética; Materialismo histórico, 1950)

La versión de 1950 de este documento soviético tiene ciertas diferencias cuando se compara con su reedición de 1954, que bajo la excusa de hacerlo más breve y reformular mejor algunas expresiones, censuran algunos párrafos enteros, pero en otras ocasiones algunos axiomas marxistas se mantienen mientras coexisten con declaraciones antagónicas añadidas para la nueva versión. Esto demuestra que los manuales soviéticos efectivamente sufrieron una remodelación que en algunos puntos hace cualitativamente sustancial la diferencia entre su versión «stalinista» y sus reediciones posteriores a 1953.

He aquí unas citas del propio autor Nietzsche para los escépticos sobre la justa conclusión de los soviéticos, donde se pondrá de manifiesto cómo promovió una visión misantrópica del ser humano, especialmente contra las clases bajas; se posicionó de forma aristócrata en la lucha de clases, siendo fue un férreo defensor del irracionalismo; partidario del pragmatismo y el relativismo en torno a la verdad; partiendo siempre de un voluntarismo y del subjetivismo para sostener el viejo mundo; veremos cómo exclamó odas al belicismo, a la misoginia, al genocidio, al caudillismo y a la eugenesia, valores hechos propios por el fascismo sin peros que valgan.

Por supuesto sobra decir que en la actualidad quién se considera marxista y nietzscheano simultáneamente, seguramente será un fascista disfrazado, o un idiota sin más». (Equipo de Bitácora (M-L); Nietzsche, antecesor ideológico del fascismo, 2017)

Anexos:

«¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal. (...) La «percepción correcta», es decir, la expresión adecuada de un objeto en el sujeto, me parece un absurdo lleno de contradicciones, puesto que entre dos esferas absolutamente distintas, como lo son el sujeto y el objeto, no hay ninguna causalidad, ninguna exactitud, ninguna expresión, sino, a lo sumo, una conducta estética, quiero decir: un extrapolar abusivo, un traducir balbuciente a un lenguaje absolutamente extraño, para lo que, en todo caso, se necesita una esfera intermedia y una fuerza mediadora, libres ambas para poetizar e inventar». (Friedrich Nietzsche; Verdad y Mentira en sentido extramoral, 1873)

«Nosotros mismos nos contamos entre los conquistadores, reflexionamos acerca de la necesidad de nuevos órdenes, así como de una nueva esclavitud, pues a cada fortalecimiento y elevación del tipo «hombre» corresponde también una nueva forma de esclavizar; ¿no es verdad?». (Friedrich Nietzsche; La gaya ciencia, 1882)

 «Los alemanes somos hegelianos, aunque Hegel no hubiera existido nunca, en la medida en que –en contra de todos los latinos– atribuimos instintivamente al desarrollo y a la evolución un significado más profundo, un valor más rico que a lo que «es» –por eso apenas creemos en la legitimidad de la noción de «ser»–». (Friedrich Nietzsche; La gaya ciencia, 1882)

«Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo. El varón es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer para el varón? Dos cosas quiere el varón auténtico: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, que es el más peligroso de los juguetes. El varón debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero: todo lo demás es tontería». (Friedrich Nietzsche; Así habló Zaratustra, 1885)

«Debéis ser de aquellos cuyos ojos buscan constantemente un enemigo, su enemigo. Y en algunos se descubre el odio a primera vista. Debéis buscar vuestro enemigo, debéis hacer vuestra guerra, y hacerla por vuestros pensamientos. Y si vuestro pensamiento sucumbe, vuestra honradez debe cantar victoria por ello. Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras, y la paz breve mejor que la larga. No os aconsejo el trabajo, sino la lucha. No os aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria! Solamente se puede callar o descansar cuando se dispone de una flecha y de un arco. En caso contrario no se hace sino charlar y disputar. ¡Sea vuestra paz una victoria! ¿Cómo es que decís que una buena causa santifica incluso una guerra? Yo os digo: ¡la buena guerra santifica toda causa! La guerra y el valor han hecho cosas más espléndidas que el amor al prójimo. No vuestra piedad, sino vuestra valentía es lo que ha salvado hasta ahora a los náufragos periclitantes». (Friedrich Nietzsche; Así habló Zaratustra, 1885)

«Hermano mío, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesarios son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes. (...) Yo sé del odio y de la envidia de vuestro corazón. No sois bastante grandes para conocer odio y envidia. ¡Sed, pues, bastante grandes para no avergonzaros de ellos!». (Friedrich Nietzsche; Así habló Zaratustra, 1885)

«Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras. Y la paz corta más que larga. A vosotros no os aconsejo el trabajo, sino la lucha. (...) Ser valiente es bueno. Dejad que las niñas pequeñas digan: «ser bueno es ser bonito y a la vez conmovedor. (...) ¡Sea vuestra nobleza obediencia! ¡Vuestro propio mandar sea un obedecer!». (Friedrich Nietzsche; Así habló Zaratustra, 1885)

«Habría que excluir a Descartes, padre del racionalismo –y en consecuencia abuelo de la Revolución–, que reconoció autoridad únicamente a la razón: pero ésta no es más que un instrumento». (Friedrich Nietzsche; Más allá del bien y del mal, 1886)

«La corrupción, según en la forma de vida que se muestra, es algo muy distinto. Si, por ejemplo, una aristocracia como la de Francia al inicio de la revolución se deshace de sus privilegios con un asco sublime, y se sacrifica a sí misma en un libertinaje del sentimiento moral, eso es corrupción. Lo esencial de una aristocracia buena y sana es que puede aceptar, con la conciencia tranquila, el sacrificio de un sinfín de personas que se tienen que rebajar y reducir a humanos incompletos, a esclavos, a herramientas». (Friedrich Nietzsche; Más allá del bien y del mal, 1886)

«La «explotación» no forma parte de una sociedad corrompida o imperfecta y primitiva: forma parte de la esencia de lo vivo, como función orgánica fundamental, es una consecuencia de la auténtica voluntad de poder, la cual es cabalmente la voluntad propia de la vida. Suponiendo que como teoría esto sea una innovación, como realidad es el hecho primordial de toda historia: ¡seamos, pues, honestos con nosotros mismos hasta este punto!». (Friedrich Nietzsche; Más allá del bien y del mal, 1886)

«Lo esencial en una aristocracia buena y sana es, sin embargo, que no se sienta a sí misma como función –ya de la realeza, ya de la comunidad–, sino como sentido y como suprema justificación de éstas, que acepte, por lo tanto, con buena conciencia el sacrificio de un sinnúmero de hombres, los cuales, por causa de ella, tienen que ser rebajados y disminuidos hasta convertirse en hombres incompletos, en esclavos, en instrumentos». (Friedrich Nietzsche; Más allá del bien y del mal, 1886)

«A riesgo de descontentar a oídos inocentes yo afirmo esto: de la esencia del alma aristocrática forma parte el egoísmo, quiero decir, aquella creencia inamovible de que a un ser como «nosotros lo somos» tienen que estarle sometidos por naturaleza otros seres y tienen que sacrificarse a él. El alma aristocrática acepta este hecho de su egoísmo sin ningún signo de interrogación y sin sentimiento alguno de dureza, coacción, arbitrariedad, antes bien como algo que seguramente está fundado en la ley primordial de las cosas». (Friedrich Nietzsche; Más allá del bien y del mal, 1886)

«Los débiles y los fracasados deben perecer; ésta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer». (Friedrich Nietzsche; El Anticristo, 1888)

«Hay días en que anida en mi en sentimiento más negro que la más negra melancolía: el desprecio de los hombres. Y para que no quede duda sobre lo que yo desprecio y a quién desprecio, diré que desprecio al hombre moderno, al hombre del cual yo soy desgraciadamente contemporáneo. El hombre de hoy. Su impura respiración me ahoga». (Friedrich Nietzsche; El Anticristo, 1888) 

«¿No habéis oído mi respuesta de cómo se cura a una mujer, de cómo se salva? Haciéndole un hijo. La mujer necesita tener hijos, y el hombre no es más que le medio para ese fin. Así hablaba Zaratustra. Emancipación de la mujer es el nombre que toma el odio instintivo de la mujer fracasada, es decir de la incapaz de maternidad, contra la mujer que posee esa cualidad. La lucha contra el hombre no es más que un medio, un pretexto, una simple táctica». (Friedrich Nietzsche; Ecce homo, 1888)

«Lo primero que me pregunto al escrutar a la persona que tengo delante, es si posee el sentimiento de la distancia, si ve en todo el rango, los grados, las jerarquías de hombre a hombre, si sabe distinguir, en fin. Si posee todo eso es gentilhombre. Pero si no, pertenece irremisiblemente a la categoría tan vasta, tan bonachona de la canalla». (Friedrich Nietzsche; Ecce homo, 1888)

«Un nuevo partido de la vida, asume en sus manos como máximo objetivo la suprema cría de la humanidad, incluyendo la aniquilación despiadada de todos los impedidos y parásitos, hará que ese exceso de vida se haga posible de nuevo sobre la tierra, y sobre el que surgirá de nuevo la situación dionisiaca. Vaticino una época trágica: renecerá el arte supremo en afirmar la vida, la tragedia, cuando la humanidad deje tras de sí la conciencia de las guerras más duras y necesarias sin sufrir por ello». (Friedrich Nietzsche; Ecce homo, 1888)

«Moral para médicos. El enfermo es un parásito de la sociedad. Es indecoroso seguir viviendo cuando se llega a cierto estado. Seguir vegetando, dependiendo cobardemente de médicos y medicinas, una vez perdido el sentido de la vida, el derecho a vivir, debiera ser algo que produjese un hondo desprecio a la sociedad. Los médicos, a su vez, deberían ser los intermediarios de ese desprecio: dejar a un lado las recetas y experimentar cada día una nueva dosis de asco ante sus pacientes. Hay que crear en el médico una nueva responsabilidad ante todos aquellos en que el interés supremo de la vida ascendente exija que se aplaste y que se elimine sin contemplaciones la vida degenerante; por ejemplo, en lo relativo al derecho a engendrar, a nacer, a vivir». (Friedrich Nietzsche; El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos, 1889)

«Mi concepto del genio. Al igual que las grandes épocas los seres superiores son materias explosivas en las que se encuentran acumuladas una fuerza extraordinaria; su condición histórica y fisiológica previa es que durante muchísimo tiempo se haya estado reuniendo, amontonando, ahorrando y acumulando hasta llegar a unos seres así, sin que durante todo ese dilatado proceso se haya producido ninguna explosión. Cuando la tensión existente en la masa ha llegado a ser demasiado grande, basta el estímulo más accidental para hacer que aparezca el «genio», la «acción», el gran destino. ¿Qué importan entonces el medio ambiente, la época, el «espíritu del siglo», la «opinión pública»? Tomemos el caso de Napoleón. La Francia de la Revolución, y sobre todo la Francia de la época anterior a ésta, había engendrado el tipo opuesto al de Napoleón, como de hecho lo engendró. Pero como Napoleón era diferente y había heredado una civilización más fuerte, más duradera y más antigua que la que estaba desapareciendo y desintegrándose en Francia, se convirtió en el único amo. (...) El genio se derrama, se desborda, se gasta, no se ahorra, y ello de una manera fatal, irremediable, involuntaria, al igual que un río que se desborda y se sale de su cauce. Ahora bien, como es tanto lo que se les debe a estos seres explosivos, se les ha concedido también mucho a cambio: por ejemplo, una especie de moral superior». (Friedrich Nietzsche; El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos, 1889)

«Examinemos ahora el otro caso de lo que llaman moral: el de la cría de una raza y especie determinada. El ejemplo más grandioso nos lo ofrece la moral hindú, sancionada como religión en la «Ley de Manú». Aquí se plantea la tarea de criar a un mismo tiempo nada menos que cuatro razas: una sacerdotal, otra guerrera, otra de comerciantes y labradores, y otra de siervos –los sudras–. (...) El tercer edicto, por ejemplo (Avadana-Sastra 1), el de «las legumbres impuras», dispone que el único alimento permitido a los chandalas sean ajos y cebollas, puesto que la Escritura Sagrada prohíbe darles cereales o frutos que contengan granos, al igual que agua o fuego. El mismo edicto prescribe que el agua que precisen no la podrán tomar ni de ríos, ni de fuentes, ni de estanques, sino sólo de las vías de acceso a las charcas y de los hoyos hechos por las pisadas de los animales. De igual modo se les prohíbe lavar sus ropas y lavarse a sí mismos ya que el agua que misericordiosamente se les concede sólo la pueden usar para calmar su sed. Por último de prohíbe a las mujeres sudras que asistan en el parto a las chandalas, e, igualmente se prohíbe a éstas últimas que se asistan mutuamente en dicho trance. (...) Estas disposiciones resultan sumamente instructivas: en ellas vemos, ante todo, la humanidad aria completamente pura y completamente originaria y comprobamos que el concepto de «pureza de sangre» dista mucho de ser una idea banal». (Friedrich Nietzsche; El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos, 1889)

«Entre los alemanes no basta hoy ya tener ingenio: hay que tomarlo, apropiárselo. Tal vez yo conozca a los alemanes y sea precisamente quien pueda decirles unas cuantas verdades. La nueva Alemania representa una gran suma de capacidades heredadas y adquiridas, de modo que, durante un cierto tiempo, pueda gastar incluso con prodigalidad su tesoro de fuerzas acumulado. No ha llegado a imponer una cultura elevada, y menos aún un gusto refinado, una aristocrática «belleza de los instintos», pero sí unas virtudes más viriles que las que podría mostrar cualquier otro país de Europa. (...) Antaño se decía que los alemanes eran un pueblo de pensadores: ¿siguen siéndolo aún? A los alemanes les aburre hoy la inteligencia y el ingenio, recelan de éstos; la política absorbe toda seriedad e impide que se haga uso de ella para cosas verdaderamente intelectuales e ingeniosas. (...) La aparición del Reich en el horizonte de la historia y de la cultura europea significa, principalmente, un desplazamiento del centro de gravedad. (...) Se requieren educadores que estén a su vez educados, espíritus superiores, aristocráticos. (...) ¿Qué es lo que determina el declive de la cultura alemana? El hecho de que la «educación superior» no sea ya un privilegio, el democratismo de la «cultura general», que se ha vuelto común y vulgar». (Friedrich Nietzsche; El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos, 1889)

«El problema obrero. La estupidez, que, en la última instancia, no es más que la degeneración de los instintos, y que hoy es la causa de todas las demás estupideces, consiste en el hecho de que haya un problema obrero. El primer imperativo del instinto es que hay ciertas cosas que no se cuestionan. Yo no logro entender qué es lo que se pretende hacer con el obrero europeo, después de haber hecho de él un problema. Ese obrero se encuentra demasiado bien para no ir cuestionando cada vez más cosas, para no cuestionar cada vez de una forma más descarada. En último término, cuenta con el gran número. (...) ¿Qué es lo que se ha hecho? Todo lo necesario para eliminar de raíz hasta la condición previa para ello. Con la falta de reflexión más irresponsable, se han aniquilado los instintos en virtud de los cuales los obreros pueden convertirse en un estamento, pueden llegar a ser ellos mismos. Se ha declarado al obrero apto para el servicio militar, se le ha otorgado el derecho de asociación, se le ha dado el derecho al voto en el terreno político. ¿Cómo nos puede extrañar entonces, que el obrero esté empezando ya a considerar su existencia como una situación miserable, como una injusticia, por decirlo con un término moral. Pero, ¿qué es lo que se quiere?, volveremos a preguntar. Si se quiere un fin, hay que querer también los medios. Si se quieren esclavos, es de idiotas educarlos para amos. (...) En una época como la nuestra, abandonarse a los propios instintos representa una fatalidad más. (...) Una forma razonable de educar consistiría en paralizar con mano de hierro uno de esos sistemas de instintos al menos, para permitir que otro sistema diferente cobre energías, se haga fuerte y domine. Hoy en día, para hacer posible al individuo, es decir, para conseguir que fuera completo habría que empezar por castrarle. Sin embrago, se hace lo contrario. Quienes con mayor ardor exigen independencia y desarrollo libre son precisamente aquellos para los que ningún freno sería demasiado severo. Esto vale en el terreno político y en el arte. Y esto es un síntoma de decadencia: nuestro concepto de «libertad» constituye una prueba más de la degeneración de los instintos». (Friedrich Nietzsche; El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos, 1889)

«La rebelión de los esclavos en la moral empieza cuando el resentimiento se torna él mismo creador y da luz a valores: el resentimiento de los seres a los que les está negada la autentica reacción de las obras y que solamente pueden compensar ese déficit con una venganza». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«¿Qué es ser noble? (...) Nosotros dudamos muy seriamente de la comunicabilidad del corazón; la soledad para nosotros no es algo que se elige, sino que se nos da. La convicción de que hay deberes solamente hacia los iguales; con los semejantes debemos comportamos como mejor nos plazca; solo ínter pares se puede pedir justicia –pero no hacerse muchas ilusiones en este punto–. (...) Considerarse siempre como un hombre a quien los demás deben atribuir honores, mientras que no se encuentra frecuentemente un hombre que pueda atribuimos honores a nosotros. (...) La capacidad del orium, de la absoluta convicción de que un trabajo manual en cualquier sentido no deshonra, pero resta nobleza. (...) El encontrarse bien con los príncipes y con los sacerdotes, porque estos conservan la fe en una serie de valores humanos, hasta en la valoración del pasado, por lo menos simbólicamente y a lo grande. (...) No se debe prescindir de un poco de brutalidad, ni tampoco de una cierta tendencia a la criminalidad». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«Yo escribo para esa especie de hombres que no existen todavía a los que podríamos llamar «señores de la tierra». (...) 
Mi filosofía tiende a la creación de un orden jerárquico más que a una moral individualista. (...) Se imponga el deber de educar a una raza de dominadores, los futuros «señores de la tierra»; una nueva aristocracia. (...) Con el auge de la civilización, el hombre puede prescindir de aquella forma primitiva de sujeción al mal conocida por religión o por moral, de aquella «justificación del mal». (...) En este caso, el hombre no tiene ya urgencia de una «justificación del mal», puesto que quizá tenga prevención a «justificar»; goza el mal puro y crudo; entiende que el mal sin sentido es doblemente interesante». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«Uno de los errores fundamentales es poner las ilusiones en el rebaño en vez de en los individuos. El rebaño no es más que un medio. (...) El sabio es el animal de rebaño del conocimiento, que investiga porque se lo ordenan y se lo enseñan. (...) Una moralidad y una doctrina pesimistas, un nihilismo extático, pueden, en ciertas circunstancias, ser indispensables precisamente al filósofo: en calidad de una potente presión y de un martillo con que despedazar razas degeneradas y moribundas, y quitarlas de en medio para abrir el camino a un nuevo orden de vida, o inspirar el deseo del fin a lo que degenera y sucumbe». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«Hay muchas especies de ojos. Nadie ignora que la esfinge tiene ojos; y, por tanto, existen varias verdades y, por consiguiente, ninguna verdad. (...) En mi criterio, contra el positivismo que se limita al fenómeno, «solo hay hechos». Y quizá, más que hechos, interpretaciones. No conocemos ningún hecho en sí, y parece absurdo pretenderlo. «Todo es subjetivo», os digo; pero solo al decirlo nos encontramos con una interpretación». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«La evolución es una evolución progresiva... Esta es la apariencia que seduce hasta a los más lúcidos. Pero el siglo XIX no significa ningún progreso con respecto del XVI: y el espíritu alemán de 1888 es un paso atrás con respecto al espíritu alemán de 1788. (...) El hombre no constituye progreso con respecto al animal». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«Hay que querer tener más de lo que se tiene para llegar a ser más». A sí suena, en efecto, la doctrina que, a través de la vida, se predica a todo lo que vive: la moral de la evolución. Tener y querer tener más, crecimiento, en una palabra, esto es la vida misma. En la doctrina del socialismo se oculta apenas «una voluntad de negación de la vida»: tienen que ser hombres o razas fracasados los que elaboren una doctrina tal. (...) El socialismo puede llegar a ser algo útil y regenerador: retrasa la «paz en la tierra», y Unía la bonachonería del rebaño democrático obliga a los europeos a desplegar astucia y precaución, a no renunciar por completo a las virtudes viriles y guerreras y a conservar un resto de espíritu, de claridad, de sequedad y frialdad de ánimo, protege a Europa, a veces, del marasmus femeninas que la amenaza». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«El anarquismo, por otra parte, es, simplemente, un medio de agitación del socialismo que, con su colaboración excita el medio, del que se vale para fascinar y aterrorizar, atrayendo a su partido a los hombres valerosos y audaces, aun en el campo espiritual». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

«Esbozaré mi razonamiento sobre el momento histórico en que surgen los grandes hombres. La importancia de una larga moral despótica: los grandes hombres tienen el arco, si no lo rompen. (...) ¿Qué es un gran hombre, un hombre que la Naturaleza ha alumbrado y modelado con gran estilo...? En primer lugar, toda su obra tiene una larga lógica, difícil de ser comprendida a causa de su largueza; en consecuencia, engaña, tiene una capacidad de dispersar su voluntad por todos los campos de la vida. (...)  Si no puede dirigir, se queda solo; y entonces sucede que m ira con malos ojos muchas cosas de las que se encuentra en su camino. (...) Tercero: no quiere un corazón que «participe», sino criados, instrumentos; en las relaciones. (...) Con los hombres tiende siempre a utilizarlos. Sabe que es incomunicable; y usualmente no lo es, aunque lo parezca. Cuando no se habla a sí mismo, tiene puesta una careta. Prefiere mentir a decir la verdad; para mentir hace falta más espíritu y más voluntad. Hay en él una soledad inaccesible al elogio y a la censura». (Friedrich Nietzsche; La voluntad de poder, 1901)

martes, 5 de diciembre de 2017

La clase obrera catalana debe comprender y asimilar el principio básico de la teoría nacional leninista

Fragmento en el que Comorera critica las desviaciones nacionalistas

«La clase obrera catalana ha de comprender y asimilar el principio básico de la teoría nacional de Lenin y Stalin: «El problema nacional y colonial es parte indisoluble del problema general de la revolución proletaria». De este principio se deduce lo que ha de guiar la acción: el principio del derecho preeminente de la clase obrera. Mientras que la liberación de la clase obrera liberará, automáticamente, necesariamente, la nación.

Noruega, antes de la Primera  Guerra Mundial; Finlandia, Estonia, Lituania, Polonia, Hungría, Checoslocaquia, Albania e Irlanda después de ella; Islandia, Siria, Líbano, India, Pakistan, Birmania, Indonesia y Ceilan después de la Segunda Guerra Mundial, se constituyeron como Estados separados, más o menos independientes políticamente. La clase obrera, sin embargo, de estos países no se ha liberó de la explotación capitalista, porque una revolución estrictamente nacional solo elimina –y en aparte–, la burguesía del Estado opresor, colonizador, y entre tanto, la burguesía nacional y el capital monopolista internacional continúan oprimiendo y explotando a la clase obrera.

En el proceso general de la revolución proletaria, una revolución estrictamente nacional –o institucional– es solo una etapa. Con todo, una etapa positiva, pero como tal un elemento de distracción, de dispersión de fuerzas, de confusiones teóricas y prácticas: un elemento perturbador que, con el solo hecho de existir, ofrece a la burguesía nacional la oportunidad de actitudes y actos populares que no ponen en peligro inmediato sus intereses y seguridad de clase dirigente, dominante.

Un año antes de acabar la Primera Guerra Mundial, triunfa la Revolución Socialista de Octubre. La clase obrera rusa, dirigida por el partido de Lenin, toma por asalto el Estado del ex imperio zarista. Y por primera vez en la historia, la clase obrera comienza a construir una sociedad sin clases, sin explotación del hombre por el hombre, los pueblos débiles pueblos fuertes. Y, automáticamente, necesariamente –Stalin ha demostrado que la solución del problema nacional asegura y consolida la revolución socialista–, la inmensa prisión de pueblos que fue el imperio zarista y la república burguesa de Kerenski, se transformó en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), unión voluntaria de naciones y grupos étnicos con igualdad de derechos. Las naciones asiáticas y los numerosísimos grupos étnicos de Rusia estaban en franco y rápido proceso de extinción, por cuanto el zarismo y sus sucesores practicaban una política sistemática de exterminio de los grupos nacionales y étnicos, de rusificación intransigente y violenta, como la que ahora práctica el franquismo contra Cataluña, Euskadi y Galicia, política de genocidio y de castellanización por la fuerza. Con la victoria de la clase obrera rusa, las naciones y los grupos étnicos renacieron y han realizado en menos de 35 años progresos incalculables, casi impredecibles por su vastitud y profundidad. Se han reconstruidos los idiomas nacionales –idiomas que se transmitían de generación en generación por vía oral–, y las escuelas nacionales y étnicas han liquidado el analfabetismo secular y los institutos y universidad en lengua nacional y étnica han forjado la camada de sabios, profesores, maestros, profesionales, técnicos, obreros y campesinos altamente cualificados que, a la vanguardia y con la masa trabajadora, dirigen y construyen su nación. En la historia de la humanidad no se pueden citar ejemplos iguales o ilustradamente similares: este es el «milagro» de nuestro tiempo, el salto prodigioso de una masa humana esclava y desesperada, ignorante y torturada, supersticiosa y alcoholizada, en línea de extinción, de unas tierras saqueadas y esterilizadas por los señores feudales, a la vida plena y libra de repúblicas federadas, de repúblicas autónomas, con gobierno propio, con cultura, economía y justicia propias, con ejércitos propios y relaciones exteriores propios de las más evolucionadas, con un nivel de vida en ascensión vertiginosa.

El derecho predominante de la clase obrera no quiere decir, en cambio que esta deba de ser indiferente con la cuestión nacional». (Joan Comorera; La teoría nacional del leninismo; Publicado en Treball (Comorerista), 1952)

domingo, 3 de diciembre de 2017

La libertad de reunión y la libertad de imprenta


«Tomemos, por ejemplo, la libertad de reunión y la libertad de imprenta. Los Scheidemann y los Kautsky, los Austerlitz y los Renner aseguran a los obreros que las actuales elecciones a la Asamblea Constituyente en Alemania y en Austria se efectúan «democráticamente». Eso es una mentira, pues, de hecho, los capitalistas, los explotadores, los terratenientes, los especuladores poseen las nueve décimas partes de los mejores edificios aptos para celebrar reuniones y las nueve décimas partes de las  reservas de papel, de las imprentas, etc. El obrero en  la ciudad, el bracero y el jornalero en el campo son  puestos, de hecho, al margen de la democracia tanto  por ese «derecho sagrado de la propiedad» defendido por los señores Kautsky y Renner, a los que,  desgraciadamente, se ha pasado Federico Adler como por la maquina burguesa del poder estatal, es  decir, por los funcionarios burgueses, los jueces burgueses, etc. La actual «libertad de reunión e imprenta» en la república «democrática» democrática burguesa alemana es una mentira y una hipocresía, porque, de hecho, es la libertad de  los ricos para comprar y sobornar la prensa, la  libertad de los ricos para embriagar al pueblo con el  apestoso aguardiente de las mentiras de la prensa  burguesa, la libertad de los ricos para tener «en  propiedad» las mansiones señoriales, los mejores  edificios, etc. La dictadura del proletariado quitar a  los capitalistas, en beneficio de los trabajadores, las mansiones señoriales, los mejores edificios, las imprentas, los almacenes de papel.

Eso será la sustitución de la democracia «de todo el pueblo», de la democracia «pura», por la «dictadura de una sola clase», vociferan los Scheidemann y los Kautsky, los Austerlitz y los Renner al unísono con sus correligionarios de otros países, los Gompers, los Henderson, los Renaudel, los Vandervelde y Cia.

No es cierto, respondemos nosotros. Será la sustitución de la dictadura efectiva de la burguesía dictadura que encubren hipotéticamente con formas de república democrática burguesa por la dictadura del proletariado. Será la sustitución de la democracia para los ricos por la democracia para los pobres. Será la sustitución de la libertad de reunión y de imprenta para la minoría, para los explotadores, por la libertad de reunión y de imprenta para la mayoría de la población, para los trabajadores. Será una ampliación gigantesca, de importancia histórica mundial, de la democracia, su conversión de mentira en verdad, la liberación de la humanidad de las cadenas del capital, que deforma y merma toda democracia burguesa, incluso la más «democrática» y republicana. Será la sustitución del Estado burgués por el Estado proletario, sustitución que es el único camino hacia la extinción absoluta del Estado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; «Democracia» y dictadura, 23 de diciembre de 1918)